martes, 7 de noviembre de 2017

Para ser materialista no basta sólo con reconocer la existencia de la materia — V. N. Diomin


¿Qué es necesario para ser materialista? ¿Es suficiente con reconocer la existencia de la materia? ¡Claro que no! Se sabe de muchos idealistas que no negaban la existencia de la materia: en la Antigüedad, Plotino; en la Edad Media, Santo Tomás de Aquino; en los tiempos modernos, Schelling y Hegel. Sin duda, todos ellos daban un sentido muy definido al concepto de materia haciéndolo entrar en la parte trasera de sus sistemas filosóficos. Por tanto, de ningún modo el solo reconocimiento del hecho de que la materia existe hace al pensador materialista. Es necesario para ello responder a la pregunta básica de la filosofía.

Sin embargo, el reconocimiento de la primacía de la materia en relación a la conciencia no conduce automáticamente a una solución científica de todos los problemas o a una interpretación materialista de cualquier posición científica. Se sabe, por ejemplo, que todos materialistas pre-marxistas mantuvieron puntos de vista idealistas respecto a la historia. Por lo tanto, para proclamarse materialista es también insuficiente el reconocimiento de la primacía de la materia, es necesario mantener este principio “hasta el final” a través de todas las etapas de la interpretación teorética de la realidad.

La formulación del principio básico materialista, próximo al sentido anteriormente citado, se encuentra, por ejemplo, en Giordano Bruno en su prueba de la infinitud del universo; en B. Spinoza, en su justificación de la singularidad de la sustancia material; en los filósofos franceses del siglo XVIII, en el desarrollo de un sistema de materialismo mecanicista y, por último, en en Feuerbach y Chernishevski, al desarrollar el principio de antropologismo.

Téngase en cuenta que la cuestión fundamental de la filosofía fue formulada en una etapa relativamente tardía del desarrollo filosófico. Por primera vez desde las posiciones materialistas trató de generalizar la idea de la relación entre el ser y el pensamiento L. Feuerbach, cuya formulación está bastante próxima a aquella que expresó de un modo completo F. Engels. Sin embargo, antes de que la cuestión fundamental de la filosofía sea adoptada por el marxismo, el materialismo como concepción del mundo tenía que apoyarse en posiciones fundamentales, entre las cuales el protagonismo lo había desempeñado el principio de materialidad.

Su contenido más importante es el reconocimiento de la realidad material como base de todos los fenómenos. Esto nos permite determinar la verdadera esencia y autenticidad de las conclusiones teóricas. Precisamente por ello el principio ha sido incorporado al arsenal de la filosofía marxista-leninista como una de las posiciones más importantes: “Nada es eterno, excepto la materia que cambia eternamente, eternamente en movimiento la materia y sus leyes del cambio” —así formula Engels el principio de materialidad. La misma idea está presente en el libro de Lenin “Materialismo y empiriocriticismo”, formulada de modo distinto: “En el mundo no hay nada, excepto materia en movimiento” [materia moviente], “el mundo es el movimiento regular de la materia”, “el mundo es la materia en movimiento”.

Sin duda, el principio de materialidad es una verdad absoluta para cualquier marxista-leninista y por sí mismo no causa ninguna duda o controversia. Pero conocerlo y aceptarlo y hasta comprender su importancia básica no es suficiente todavía. El principio —no sólo conocerlo sino ponerlo en funcionamiento— es necesario saberlo aplicar, usarlo correctamente en la interpretación teórica de la realidad, en la organización de las abstracciones científicas y saber enlazarlo con el hilo de las conexiones objetivas y diversas relaciones con el fin de no perder ese hilo teórico que conecta cualquier sistema de concepto (de una forma a veces compleja, de modo mediato) con la realidad material. La aplicación consecuente e intransigente del principio de materialidad permite no sólo revelar las leyes objetivas inherentes a la naturaleza y la sociedad, sino también revelar, como dijo Lenin, la “base material de las ideas”, o las raices materiales de la abstracción. También pertenece a la formulación moderna más detallada de este principio: “el mundo es la materia eternamente en movimiento y desarrollo y cuyo desarrollo es reflejado por la conciencia humana”. Aquí, precisamente, se concentra las principales conclusiones de la filosofía marxista: la materialidad y dialéctica del mundo, su primacía en relación al desarrollo continúo junto a la esencia de la concepción del reflejo. El principio de materialidad sirve siempre como el núcleo teórico de la visión materialista del mundo. Con toda razón, Lenin interpretaba este principio como el principio básico del materialismo dialéctico.


Fuente: Дёмин, В. Н., Основной принцип материализма. Принцип материальности и его роль в научном познании. Политиздат, Москва, 1983, 4-7 с. [Diomin, V. N., El principio fundamental del materialismo. El principio de materialidad y su papel en el conocimiento científico, Ed. Politizdat, Moscú, 1983, pp. 4-7.]


Traducción y fuente de diamat.es

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