Junto a C. Marx, F. Engels fue un gran maestro de la dialéctica materialista y uno de sus fundadores. En su trabajo Carlos Marx, V. I. Lenin remarcó la imposibilidad de comprender el marxismo y de exponerlo integralmente sin tomar en consideración todas las obras de Engels. Por ello, evidentemente, el jefe del primer estado socialista, cuando caracteriza los puntos de vista filosóficos marxistas, transcribe junto a las formulaciones del autor de El Capital varias citas extraídas de los trabajos de su gran amigo y expresa su acuerdo total con ellas.
El autor de Dialéctica de la naturaleza fue un sabio enciclopedista puesto que ha incursionado en diversos dominios del conocimiento humano no como un aficionado o un diletante que expresa opiniones superficiales respecto de tal o cual problema fortuito, sino como un conocedor profundo de la cuestión que penetra en la esencia misma de los problemas en debate. C. Marx escribió a propósito de su compañero: "él es una verdadera enciclopedia". Fue precisamente Engels quien por primera vez expuso el marxismo como un sistema teórico integral.
La envergadura enciclopédica de su labor científica fue solo factible sobre la base del método dialéctico materialista que él dominaba a la perfección. En el marco de un determinado volumen de conocimientos especializados sobre tal o cual objeto concreto de estudio, fue ese método, precisamente, el que abrió la posibilidad para la total comprensión de los distintos procesos desde una óptica única, para abarcar de forma enciclopédica todas las esferas del saber humano, sin excepción, desde ese punto de vista único.
De hecho, la dialéctica, según la definición engelsiana, es la ciencia de las leyes más generales de todo movimiento, cualquiera sea la esfera en la que éste se produzca: el mundo exterior (la naturaleza y la sociedad) o nuestro propio mundo interior (el pensamiento, en particular, la vida espiritual). Estas leyes tan generales y amplias, que actúan en los diversos ámbitos del saber humano, unifican, por consiguiente, estos diversos dominios, los sintetizan en un sistema único, cuya coherencia es de carácter interno. Cualesquiera que sean los cambios profundos y hasta los virajes que se han producido en las diversas disciplinas científicas concretas durante el período que sigue a la desaparición de Engels, el cimiento fundamental que él sentó —y sobre el cual se erige el sistema general de todas las ciencias— permanece inmutable.
La dialéctica materialista conforma dicho cimiento; y su punto central ("médula" o "esencia"; para emplear una expresión de Lenin) es la teoría sobre las contradicciones como fuente o estímulo (fuerza motriz) de todo desarrollo, como la esencia interna de éste, como su propio impulso (fuente del "automovimiento"). La correspondiente ley dialéctica fue formulada por Engels, como la ley de la interpenetración recíproca de contrarios polares. Desde este ángulo, pretendemos analizar también los eslabones singulares del sistema general de conocimiento científico elaborado por el autor de Dialéctica de la naturaleza, considerando a cada uno de ellos como una contradicción dialéctica real, como la unidad de dos aspectos o elementos contrapuestos.
La dialéctica en tanto teoría del conocimiento y lógica. La unidad en sus dos aspectos: objetividad y subjetividad.
Dado que la dialéctica materialista —y sus leyes fundamentales— constituye el eje de la enciclopedia universal de todo conocimiento humano en general, y ante todo del marxismo, es preciso examinar más detalladamente los puntos de vista engelsianos sobre la dialéctica y las obras en las que se desarrolla su elaboración. Se trata de obras tales como el Anti-Dühring, Dialéctica de la naturaleza, Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana, así como también de toda una serie de artículos y cartas, en particular las cartas sobre materialismo histórico escritas en los primeros años de la década de 1890.
El problema de la indivisibilidad de la dialéctica, la lógica y la teoría materialista del conocimiento fue la cuestión cardinal en lo referente a la dialéctica considerada en los trabajos engelsianos. Se puede formular este problema como el de la dialéctica objetiva —que reina en la naturaleza y la sociedad— y la dialéctica subjetiva, que para el gran amigo de Marx era el reflejo de la primera en la mente de los hombres [1]. Aquí ya está formulada la tesis fundamental de toda filosofía marxista —la tesis de la indivisibilidad de la dialéctica, la teoría del conocimiento y la lógica— por cuanto la dialéctica subjetiva (es decir, la dialéctica discursiva y del conocimiento) se trata desde el comienzo mismo como el reflejo de la dialéctica de la naturaleza y la sociedad humana. Al mismo tiempo, por consiguiente, se la considera asimismo como lógica, o sea, como la ciencia sobre el pensar que conoce la verdad y sus leyes.
Al referirse a las dos series de leyes —las del mundo exterior (objeto) y las del pensamiento humano (sujeto) que lo refleja— el autor del Anti-Dühring enfatizó su común denominador, la coincidencia de ambas series por su contenido, y también, su diferencia, la peculiaridad, en su forma, de cada una de ellas, dado el modo en el que actúan y se manifiestan.
Al tomarse en cuenta de esa manera la identidad y la diferencia entre el objeto y el sujeto, también se pone de manifiesto, justamente, la especificidad de la contradicción "objeto-sujeto" respecto de la esfera científica que se investigue. Por lo tanto, para Engels la dialéctica era la unidad de la dialéctica objetiva y subjetiva, las cuales constituían (por su forma) aspectos diferentes de la dialéctica. Esta unidad forma parte de los fundamentos en los que se asienta la coherencia interna de toda la filosofía marxista, la interpenetración recíproca de todos los aspectos y secciones, así como también de las funciones de la dialéctica, incluidas la metodología, la gnoseología y la lógica.
Es así que desde el comienzo mismo, el compañero de Marx superó la divorcio tradicional existente en el seno de la propia filosofía entre la metodología, la gnoseología y la lógica. Esta separación hacía imprescindible que, además de las citadas secciones, se incorporara la ontología como capítulo particular del pensamiento filosófico que estudia el ser en tanto tal, el ser por sí mismo. Semejante desmembración de la ciencia filosófica en partes e o doctrinas aisladas entre sí es característica, por ejemplo, de Kant y sus seguidores. Pero también en otros sistemas filosóficos se unifica a menudo ecléticamente a tales o cuales partes de la filosofía sin el menor nexo interno entre sí, al tiempo que entran en su campo otras secciones como, por ejemplo, la filosofía de la naturaleza, la filosofía de la historia, etc.
En oposición a todos estos sistemas filosóficos Engels desarrolló la teoría dialéctica como ciencia integrada (en el sentido expuesto más arriba) por la teoría del conocimiento y la lógica y, por ende, se tornaron superfluas doctrinas muy difundidas hasta ese entonces tales como la ontología, la metodología apriorística, la filosofía de la naturaleza, la filosofía de la historia, etc. En el pensamiento engelsiano, la dialéctica aparece como una teoría única que versa sobre el método (metodología)y, al mismo tiempo, sobre la gnoseología (teoría del conocimiento) y sobre las leyes del pensar (lógica dialéctica).
Según el autor del Anti-Dühring es imposible estudiar la dialéctica del mundo exterior fuera de la correlación entre la dialéctica objetiva y la subjetiva —la primera se refleja en la conciencia humana en calidad de dialéctica subjetiva—; no se puede, por tanto, examinar al ser como tal, por sí mismo. Por ello, se excluyó como principio de la filosofía marxista el enfoque ontológico particular en su sentido tradicional, el cual ignoraba en su fundamento mismo el problema de cómo se refleja el ser en la conciencia humana. A nuestro modo de ver tampoco hoy hay ningún motivo fundado para resucitar semejante perspectiva "ontológica". Sólo desde las posiciones señaladas más arriba se puede comprender también por qué Engels considera que el problema fundamental de la filosofía en su totalidad, y no sólo de la teoría del conocimiento, es el problema de la relación entre la conciencia y el ser, entre el espíritu y la naturaleza, entre el pensamiento y la materia, entre el sujeto y el objeto, entre lo psíquico y lo físico. Nos parece que no cabe considerar gnoseologismo o dogmatismo a la idea según la cual, en las condiciones actuales, es también realmente la relación entre el pensar y el ser el problema fundamental de toda filosofía, y que, por consiguiente, es a partir de él que se debe analizar cualquier cuestión y debate filosófico, como lo hizo siempre Lenin.
¿Cuál es la especificidad en el enfoque engelsiano del problema fundamental de toda filosofía? La siguiente: el autor del Anti-Dühring elevó a esa cuestión al problema cardinal de toda dialéctica, sacándola del estrecho marco de la gnoseología "pura", en el que la habían metido tradicionalmente los exponentes de la vieja filosofía (es decir, superando el divorcio entre la teoría del conocimiento, la dialéctica y la lógica). Detengámonos más en las características del problema fundamental de toda filosofía planteado por Engels. La solución materialista del primer aspecto de éste, como se sabe, estriba en el reconocimiento del carácter primario de la materia, el ser, la naturaleza, el objeto y del carácter derivado del pensamiento, la conciencia, el espíritu, el sujeto y los psíquico. ¿En qué sentido emplea el autor de Dialéctica de la naturaleza los conceptos de "primario" y "derivado"? Ante todo, en el sentido de la historicidad del desarrollo de la realidad misma de todo el universo. Y el principio historicista es uno de los más importantes de la dialéctica. Engels halla la respuesta a la cuestión de qué es lo primario y qué lo derivado, lo secundario, en el análisis de qué es lo que ha sido primero en el tiempo en la historia real de todo el universo y qué es lo que apareció históricamente más tarde, en un grado más elevado de la evolución histórica, generado por el desarrollo de la materia, de la naturaleza en tanto que premisa primaria.
Ello significa que el autor del Anti-Dühring responde al problema al parecer puramente gnoseológico de la relación entre el pensar y el ser, entre el espíritu y la naturaleza, a partir de los principios dialécticos generales y deduce la respuesta, ante todo, del principio del historicismo. Significa que la dialéctica, en este caso como en todos, en la concepción engelsiana opera como teoría del conocimiento, poniendo de manifiesto su función gnoseológica.
Lo mismo en lo que respecta al segundo aspecto del problema fundamental de toda filosofía. Engels funda el reconocimiento de la cognoscibilidad de las cosas y de su esencia material, es decir, de las posibilidades de reflejarlas en la conciencia del sujeto, en la historia de la ciencia, en la historia de todo conocimiento humano, la cual pone de manifiesto que el hombre llega a descubrir la verdad absoluta a través de una serie infinita de verdades relativas (cada vez más completas). Por ende, la verdad absoluta la forma, en última instancia, la suma de las verdades relativas. En este marco, el criterio de la verdad (de la corrección de nuestro conocimiento) sirve a la práctica humana. No hay nada más ajeno a la idea engelsiana que la visión rutinaria y gris que imagina una coincidencia directa, mecánica, a la manera de la imagen en el espejo que se da una vez para siempre, entre el sujeto (el modo) y el objeto (el objeto reflejado). La teoría materialista del conocimiento, en la concepción de Engels, es la dialéctica del proceso cognoscitivo y, por ende, en este caso también se manifiesta la coincidencia de la gnoseología con la dialéctica. La pretensión de los enemigos de la filosofía marxista de atribuir a la teoría del reflejo rasgos inmovilistas, es decir, un carácter metafísico y mecanicista, resulta ser por ello una lastimosa parodia de sus auténticos puntos de vista sobre el problema. Esos críticos se empeñan particularmente en privar a las concepciones engelsianas sobre el reflejo de su énfasis en el carácter activo del sujeto, en el factor subjetivo, reduciendo la teoría del reflejo a una idea estrecha, pasiva y contemplativa. Pero ¿quién sino el autor del Anti-Dühring ha desarrollado con una excepcional profundidad las tesis marxistas sobre Feuerbach, en las cuales se remarca con toda fuerza las tesis del papel activo de la conciencia humana (el sujeto), la tesis del papel desempeñado por la práctica en el proceso cognoscitivo?
La unidad de la dialéctica y la teoría materialista del conocimiento con la lógica (la doctrina sobre las leyes discursivas) se manifiesta con mayor relieve en la lógica dialéctica marxista, cuyos principios más importantes también fueron elaborados en los trabajos engelsianos. Uno de estos principios fue el del historicismo en su aplicación de las categorías lógicas (categorías discursivas). Según Engels, éstas representan los estadios sucesivos alcanzados por la conciencia humana en el curso de su evolución, en especial, en el proceso de su elevación de lo singular a lo particular y de éste a lo universal. Por ello, las leyes del pensar, en última instancia, deben corresponder en realidad a las leyes del universo si es que se las conoce correctamente.
El principio historicista permitió al autor de Dialéctica de la naturaleza definir el propio objeto de la filosofía marxista, considerándola en su evolución histórica, y no como dada de una vez para siempre. Según él, en definitiva, de la vieja filosofía sólo quedó en pie la teoría sobre el pensamiento —la dialéctica y la lógica—, al mismo tiempo que concibe a éste como el reflejo del objeto en la coincidencia del sujeto, por lo cual, en su contenido, coincide, en última instancia, con el objeto y sólo se diferencia de éste por la forma. Quisiéramos remarcar únicamente que la dialéctica y su principio historicista posibilita un planteo y una solución correctos de los problemas cardinales de la teoría materialista del conocimiento. Es igualmente erróneo excluir la gnoseología (la dialéctica subjetiva) del objeto del materialismo dialéctico como lo es reducir toda la dialéctica (y el objeto de la filosofía ne su conjunto) a la teoría del conocimiento.
Al considerar la cuestión del objeto de la filosofía marxista, del objeto de la dialéctica materialista, son posibles dos interpretaciones unilaterales que pueden llevar a tal o cual extremo. Un extremo consistiría en considerar la dialéctica tan sólo como la ciencia de las leyes más generales de todo movimiento del mundo objetivo. En tal caso, se reduce de hecho toda dialéctica a la dialéctica objetiva y no se toma en cuenta la especificidad de la dialéctica subjetiva como reflejo (proceso de reflejo) de la dialéctica del mundo objetivo. La resultante de ésto sería; dado que la dialéctica subjetiva refleja lo objetivo, dado que ambos niveles coinciden por entero, no es necesario enfatizar el momento subjetivo del proceso cognoscitivo, su especificidad y particularidad. Esta posición llevaría irremediablemente a reducir la dialéctica a la dialéctica del ser, en la que se disolvería por entero la dialéctica de la conciencia. Este puede ser el primer punto de vista unilateral sobre el tratamiento de la dialéctica y su objeto. El otro criterio unilateral, por el contrario, llevaría al otro extremo opuesto: en esencia reduciría toda dialéctica a la dialéctica de lo subjetivo. A la postre conduciría a una gnoseologización unilateral de la dialéctica, se divorciaría a ésta de la dialéctica de la propia realidad objetiva, se la encerraría en los marcos estrechos de la lógica del conocimiento.
Se pueden escoger tales o cuales citas de Engels e interpretarlas a favor de una u otra posición. A la postre, un enfoque de este tipo de algunas fórmulas engelsianas entraría en abierta contradicción con otras, como si se tratasen de ideas incompatibles, que se excluyen mutuamente. En tanto, hay un nexo orgánico entre ellas y coinciden plenamente entre sí. Lo mismo advertimos en Lenin, quien también en esta cuestión compartía por entero los puntos de vista del autor del Ludwig Feuerbach. Existen dos definiciones engelsianas sobre la dialéctica y, en correspondencia con ello, hay dos interpretaciones de ésta: tanto una —la ciencia de las leyes más generales de todo movimiento— como la otra —la ciencia del pensar— expresan en esencia lo mismo y no pueden contraponerse entre sí. Ambas en su conjunto y cada una de ellas por separado expresan la misma correlación entre la dialéctica objetiva y su reflejo en la dialéctica subjetiva, aunque lo hacen con formulaciones y énfasis distintos.
Recordemos que en los últimos trabajos y cartas de Engels se remarca particularmente el hecho de que la conciencia humana (factor subjetivo) reactúa sobre su ser (factor objetivo). Por consiguiente, se subraya el papel activo desempeñado por aquél. Él desarrolló la tesis fundamental del materialismo —el ser determina la conciencia— y la complementó con la afirmación según la cuál la conciencia —determinada, en última instancia, por el ser— reactúa, a su vez, sobre la existencia que la genera y por intermedio de la práctica material del hombre provoca en ella los cambios más profundos.
Queda clara, pues, la forma en que el autor del Anti-Dühring planteó y resolvió el problema de la dialéctica, de su carácter dual, contradictorio, el cual refleja la contradicción universal y fundamental que existe entre el objeto y el sujeto que lo conoce (refleja).
NOTAS
[1] El término "dialéctica subjetiva" fue empleado por Hegel en el sentido de dialéctica subjetivista, imaginada artificialmente, impuesta desde fuera y exenta de significación objetiva. El consideraba objetiva a la dialéctica del proceso del conocimiento, independiente de un sujeto determinado y de sus aspiraciones. Semejante planteo del problema estaba conectado con el idealismo objetivo (absoluto) hegeliano. También en este punto Engels puso a Hegel con los pies en la tierra: él entendía por subjetiva a la dialéctica del conocimiento humano, la cual refleja la dialéctica del mundo exterior y, por ello, consideraba que ella tenía una significación objetiva. En este sentido vamos a utilizar en este trabajo el término "dialéctica subjetiva".
Fuente: B.M. Kedrov, "Engels: Enciclopedista de la ciencia marxista" en Engels y la ciencia marxista, S.T. Meliujin, I.F. Askin y otros. Buenos Aires, Paidos, 1975. pp 174-220.
Digitalizado por Fernando Valko para Partynost
Hay un planteamiento que dice o habla de la existencia de proceso de conocimientos independientes de sujetos determinados (esto es kantiano) y de sus aspiraciones pero como procesos puramente fisiológicos independiente de procesos psíquicos
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