“Con Lenin”, Vladimir Sérov, 1961.
¿Estudió V.I. Lenin a Hegel antes de 1914?
En 1969, el estructuralista francés Louis Althusser escribió:
“Lenin solo leyó a Hegel en 1914 y 1915.” [1]
Un criterio compartido por el exiliado republicano español Adolfo Sánchez Vazquez en su “Filosofía de la praxis”. Aunque no llegó a afirmar que Lenin desconocía del todo a Hegel antes de los “Cuadernos Filosóficos” de 1914, sí insinuó que los conocimientos filosóficos de Lenin se limitaban a las obras de Engels y Plejánov. En el libro referido, leemos:
“... no solo hay enriquecimiento de algunas tesis suyas [en los ‘Cuadernos filosóficos’ de 1914-1915], sino también, en otras, fundamentales, una verdadera rectificación. Asimismo, por lo que toca a la cuestión que nos interesa especialmente —la cuestión de la praxis—, Lenin supera la pobreza y unilateralidad de su pensamiento anterior.” [2]
Para Sánchez Vazquez y su corriente de pensamiento, Lenin, al leer a Hegel, realizó autocrítica de los puntos de vista expuestos en “Materialismo y empiriocriticismo” (1908), dejando atrás el “materialismo tradicional” para asumir, finalmente, las tesis de la filosofía de la praxis.
Décadas después, Néstor Kohan repetirá los argumentos de Althusser y Sánchez Vázquez. Así, en uno de sus escritos tenemos: “Lenin tendrá oportunidad en el exilio [en 1914] de leer la Lógica de Hegel y su filosofía sufrirá un viraje de ciento ochenta grados, en medio del cual realizará una auténtica y sentida autocrítica cuestionando el ‘materialismo’ de la filosofía marxista supuestamente heredero del materialismo empirista de la burguesía francesa del siglo XVIII y enfatizando la centralidad de la problemática de la praxis”. Según el señor Kohan, este “encuentro teórico con Hegel” supondría un “viraje radical”, una “ruptura epistemológica”, una auténtica superación de escritos filosóficos previos, en especial del libro “Materialismo y empiriocriticismo”, elaborado, supuestamente, “cuando [Lenin] aún no había estudiado sistemáticamente a Hegel” [3].
No es de extrañar que el señor Kohan repita los argumentos de Althusser, Sánchez Vázquez y de todos los illak yuyayku [4], la reiteración de los mil y un lamentos emitidos por los “marxistas críticos” con respecto a un Lenin mecanicista, positivista, realista ingenuo de “Materialismo y Empiriocriticismo” que se contrapone al Lenin dialéctico, flexible y profundo de los “Cuadernos Filosóficos”. Es moneda común y no sorprende. Ya en 1979 el filósofo soviético Evald Iliénkov sentenció al respecto:
“... el filósoso revisionista francés Roger Garaudy (no es el único, ni el primero) en su folleto ‘Lenin’, condescendientemente reconoce a ‘Materialismo y empiriocriticismo’ el mérito de exponer el abc del materialismo en general, cosa que no es en lo absoluto lo característico del materialismo marxista ni se relaciona, en modo alguno, con la dialéctica; esto, dice, es ‘materialismo de jardín de niños’ y nada más. Lenin se interesó por primera vez en la dialéctica, solo más tarde, solo en la época de los ‘Cuadernos Filosóficos’. Lo mismo afirma otro representante del revisionismo filosófico, Gajo Petrovic, de ‘Praxis’, agregando que el estudio de las obras de Hegel forzó a Lenin a introducir correctivos substanciales en su caracterización tanto del materialismo, como del idealismo y la dialéctica, limitando seriamente la acción del principio del reflejo... Y esto ya es abiertamente una mentira no solo con respecto a la comprensión por Lenin del materialismo, sino también con respecto a la comprensión leniniana de la dialéctica.” [5]
Tomar en serio tal argumentación parece a primera vista absurdo, pues la propia lectura de “Materialismo y Empiriocriticismo” y “Cuadernos Filosóficos” basta para desechar todos estos razonamientos. No obstante, la idea de un Lenin desconocedor de Hegel previo a 1914 tiene gran difusión y aceptación, y justifica muchas posturas filosóficas y políticas de rechazo al legado de la tradición marxista-leninista y las experiencias revolucionarias del siglo XX. Es necesario, por lo tanto, un breve examen de los testimonios y evidencias respecto de la relación de Lenin con la obra de Hegel.
Exilio en Siberia
En 1898,Vladimir Ilich Lenin fue condenado al destierro en la aldea de Schuschenskoie en Siberia por su actividad en la Unión para la Emancipación de la Clase Obrera. En las memorias de Nadiezhda Krupskáia, su compañera de vida y lucha, encontramos una descripción vivida del gran orden y disciplina volcados por Lenin en la recopilación de materiales para el libro “El desarrollo del capitalismo en Rusia”, y de su gran interés por la literatura y la filosofía:
“Hacia el crepúsculo, por lo general leía libros de filosofía —Hegel, Kant y los naturalistas franceses— o cuando estaba muy cansado, Pushkin, Lermontov o Nekrassov.” [6]
Lenin colocó a los clásicos de la literatura rusa en la cabecera de su cama “al lado de Hegel” [7], una lectura ligada al debate contemporáneo del movimiento socialista internacional, como lo constatamos a partir del testimonio de Anna Uliánova-Elizarova (hermana de Lenin):
“...Ya en Siberia... la corriente del neokantismo en el marxismo lo incitó a emprender el estudio de la filosofía.” [8]
Y Krupskáia, en una carta a María Alejandrovna Uliánova (madre de Lenin), describe la forma en que él se consagró a esta tarea:
“Volodia lee con dedicación todo tipo de filosofías (es ahora su ocupación oficial); Holbach, Helvetius, etc. Me burlo de él diciéndole que pronto será terrible hablar con él, porque estará impregnado de filosofía.” [9]
Durante su exilio siberiano estuvo pendiente de la lucha entre marxismo y revisionismo bernsteiniano, estudió sus aspectos políticos, económicos y sus meandros filosóficos. Una misiva, fechada en noviembre de 1898, patentiza la conexión que en su opinión tenían los problemas políticos y filosóficos:
“¿Se fijó en los artículos de N.G. contra el ‘materialismo y la lógica dialéctica’, publicados por Rússkoie Bogatsvo (en los dos últimos volúmenes)? Son interesantísimos en un sentido negativo. Debo confesar que no soy un experto en la materia, pero me extraña de sobremanera que el autor de Beiträge zur Geschichte des Materialismus [10] no se haya expresado en la literatura rusa, ni se pronunciara contra el neokantismo abiertamente, y permitiera que Struve y Bulgákov polemicen sobre algunos aspectos de dicha teoría filosófica, como si ya formara parte de los conceptos de los discípulos rusos [11]. Estoy seguro que más de una revista nuestra daría cabida a artículos filosóficos, e incluso sería fácil reunirlos en un libro. La polémica de este autor con Bernstein y Konrad Schmidt me interesa mucho y siento muchísimo no poder conseguir Vremia. Le agradecería enormemente que me ayudara en este sentido. Por supuesto, me bastaría tener el periódico en mi poder por poco tiempo. ¿No tiene el número de Nóvoie Vremia donde se publicó (hace algunos años) un artículo del mismo autor sobre Hegel (en el 30 aniversario de su muerte, o algo por el estilo? Ni yo ni otro camarada de aquí recibimos Nóvoie Vremia, aunque nos lo habían prometido de Petersburgo. ¡El diablo se lleve a todos los que hacen promesas y no las cumplen!” [12]
Y en la carta de abril de 1899 expone su juicio sobre el vínculo entre el revisionismo de Bernstein, el neokantismo y la economía y política:
“Las objeciones de Bernstein a la interpretación materialista de la historia, etc. (según Zhisn) son nuevas para mí y me asombran por su debilidad. Si P.B. es un defensor tan acérrimo de Bernstein, que llega casi a ‘pelearse’ por él, es una gran lástima, pues la ‘teoría’ de éste contra la Zusammenbruch [13] —estrecha en demasía para Europa occidental— es ya del todo inservible y peligrosa para Rusia. ¿Sabe usted que ahora la utilizan nuestros ‘jóvenes’ (los ultraeconomistas), quienes en una publicación relataron los debates de Stuttgart en forma tal, que Bernstein, Peus y otros resultan ser defensores ‘de la economía y no de la política’? ¿Qué piensa P.B. de semejantes ‘aliados’?” [14]
La lucha internacional del marxismo con la bernsteiniada y las divergencias de los “discípulos rusos” con los “ultraeconomistas” (que separaban economía de política) transcurrieron con el telón de fondo de las críticas contra la lógica dialéctica por parte de los neokantianos. Tal el criterio de Lenin en 1899:
“A propósito del neokantismo. ¿De qué lado se coloca usted? Leí y releí con gran placer Beiträge zur Geschichte das Materialismus y los artículos del mismo autor contra Bernstein y Konrad Schmidt publicados en Neue Zeit (núm. 5, de 1898-1899, no he visto los números posteriores); leía a Stammler (Wirtschaft und Recht), elogiado por nuestros kantianos (P. Struve y Bulgákov), y me puse decididamente del lado del Monista [15]. Quien me indigna de modo especial es Stammler, en el que no puedo advertir ni un ápice de sinceridad ni contenido alguno... ¡Pura erkenntnistheoretische Scholatik [16]! Estas son necias ‘definiciones’ del más adocenado de los juristas, en el peor sentido de la palabra, y las ‘conclusiones’ que de ellas extrae no son menos necias. Después de Stammler, volví a leer los artículos de Struve y Búlgakov en Nóvoie Slovo y deduzco que se hace realmente necesario tomar en serio el neokantismo. Ante semejante situación no pude contenerme y tanto en mi respuesta a Struve (a su artículo publicado en Naúchnoie Obozrenie) como en la que envié a Bulgákov, arremetí contra aquel y formulé mis objeciones. (No comprendo quién o por qué se demora la publicación de dicha respuesta. Me dijeron que aparecería en el núm. 6 de Naúchnoie Obozrenie. Pero no ocurrió así y mientras tanto mi aparente silencio me provoca ya situaciones tan desagradables, como por ejemplo el artículo de Niezhdánov en Zhisn, núm. 4). Digo ‘no pude contenerme’, porque tengo clara consciencia de mi falta de conocimientos filosóficos, y no pienso escribir sobre esos temas hasta no haber estudiado algo. Precisamente a eso me dedico ahora; comencé con Holbach y Helvecio y me propongo pasar a Kant. Conseguí las más importantes obras de los clásicos de la filosofía, pero carezco de libros neokantianos (el de Lange es el único que pedí me enviarán). Le ruego por favor que me comunique si usted o sus camaradas tienen algunas y si pueden suministrármelas.” [17]
¿Qué libros leyó Lenin en esta época? Vladimir Adoratski (viejo bolchevique y eminente investigador del legado de los fundadores de la dialéctica materialista) cita el detallado inventario preservado en el archivo de la policía zarista y que incluye los siguientes títulos: 1) Spinoza, Ética; 2) Spinoza, Tratado teológico-político; 3) Spinoza, Tratado de la reforma del entendimiento; 4) Helvecio, Del Espíritu; 5) Helvecio, Del Hombre; 6) John Locke, Ensayo sobre el entendimiento humano; 7) Kant, Crítica de la razón pura; 8) Fichte, Los hechos de la consciencia; 9) Fichte, Características básicas del sistema de filosofía; 10) Fichte, La vocación del hombre; 11) Schelling, Obras Completas (un tomo); 12) Hegel, Obras (tal vez el tomo que contiene la “Lógica pequeña”); 13) Hegel, Elementos de la filosofía del derecho; 14) Feuerbach, Historia de la filosofía moderna de Bacon a Spinoza; 15) Feuerbach, Críticas filosóficas; 16) Plejánov, Ensayos sobre la historia del materialismo; 17) Lange, Historia del materialismo. [18]
A estos estudios se añadió la fructífera discusión con Friedrichs Lengnik, camarada revolucionario y futuro bolchevique. A continuación citamos el relato de Lengnik al respecto:
“En el exilio siberiano me interesé en las cuestiones de la filosofía y de paso también en la filosofía de Hume y Kant. El escepticismo de Hume en particular, al parecer, armonizaba con ese ambiente de desesperación en el que transcurría entonces el exilio siberiano, cuando de hecho aún no existía un partido y cuando tampoco no se podía ni pensar en una huida... Además, la filosofía de Kant ya se me inoculó en la infancia junto con los clásicos alemanes, de los cuales Schiller en particular, como es conocido, era un ardiente entusiasta del kantismo.
“Vladimir Ilich conoció, probablemente, por los camaradas de mis arrebatos, y entre nosotros se entabló una correspondencia singularmente animada sobre cuestiones filosóficas. Me esforcé por convertirlo a la religión exponiéndole la belleza poética de la 'Crítica de la razón práctica' de Kant, y a menudo caí en el escepticismo extremo apoyándome en Hume y en su discípulo más cercano Schopenhauer, que también atrajó mi atención en el tedioso exilio. En sus cartas de respuesta Vladimir Ilich, por lo que recuerdo, apareció de modo delicado y totalmente determinado como adversario resoluto tanto del escepticismo humeano como del idealismo kantiano, al que contrapuso la lozana filosofía de Marx y Engels. Él demostró con ardor que no podía existir límite alguno al conocimiento humano, que debe progresar y librarse de la cáscara idealista, burguesa, a medida que crece el movimiento obrero revolucionario este definirá no solo la conducta y modo de ver el mundo de la propia clase obrera —diáfana de parte a parte, lozana y que cautiva por su sencilla belleza—, sino que también determinará del modo más preciso la conducta y modo de ver el mundo de sus enemigos de clase y obligándolos a hablar el lenguaje de los hechos y barricadas ardientes en lugar de las teorías nebulosas, quiméricas...” [19]
Otro veterano bolchevique, Panteleimón Lepeschinski, afirmó respecto del intercambio epistolar entre Lenin y Lengnik: “Sus cartas mutuas a menudo eran largos tratados completos de filosofía.” [20] Y otro bolchevique que vivió el exilio cerca de Lenin, Alexander Schapovalov, escribió:
“La correspondencia de Lengnik con Lenin empezó ya en la aldea de Kazachinski. El propio Lenin se interesaba tanto en la filosofía que desde la primera palabra, tan pronto conoció a Lengnik, comenzó con él una conversación sobre cuestiones filosóficas. Siendo que Lengnik era un hombre seguro de sí mismo, orgulloso, con una individualidad muy desarrollada, perseverante, que poseía una gran erudición y temperamento apasionado, con frecuencia la conversación pasó a ser una disputa seria. F.V. Lengnik partió del neokantismo poniendo en duda la posibilidad de conocerlo todo. Aceptando que la cosmovisión idealista ineludiblemente se corona con la fe en dios, él citó la opinión de uno de los filósofos de que dios es ‘la consabida negación de todas las dudas e indecisiones’. Basado en esto creía que a los marxistas, que rechazaban la existencia de dios y van al paso de los conclusiones de la ciencia, les es inherente la duda en la posibilidad de conocer y, más aún, que la duda se considera la materia de todo conocimiento. Ambos, tanto Lenin como Lengnik, estaban en la flor de sus fuerzas y capacidades, y cada uno de ellos, de modo totalmente natural, se esforzaron por triunfar en la discusión con su contradictor...
“En cuanto lo recuerdo, Lenin no negaba el derecho del hombre a cierta duda e indecisión en general, pero sostuvo con toda la habilidad que le era inherente el poderío de la razón humana. Alegó, para refrendar sus palabras, la forma en que se demuestra tanto en la historia de la ciencia como en la historia de todos los grandes descubrimientos que la razón humana penetra en la profundidad de los fenómenos, abre eso que aún ayer se consideraba inasequible para el hombre, y hace diáfano y comprensible hoy, eso que aún ayer estaba arropado por la neblina del misterio.
“En general, los marxistas no deben hablar de la inteligencia humana como limitada, sino, a la inversa, deben sostener que no existe barrera alguna para la razón humana, que en el conocimiento de la naturaleza siempre avanza de victoria en victoria. El marxismo al ir al paso con las conclusiones de la ciencia defiende con éxito el conocimiento científico del mundo, es una cosmovisión optimista que descubre las más amplías perspectivas para el desarrollo de la personalidad humana. En lo que respecta a las dudas e indecisiones propias del ‘hombre que piensa’, Lenin, en cuanto esto se conserva en mi memoria, dijo que estas no deben atentar contra la integridad de la cosmovisión marxista y perturbar la disciplina partidaria.” [21]
En resumen, durante su condena en Siberia, Lenin se mantuvo al corriente de los desarrollos políticos y teóricos del movimiento marxista en Rusia y a nivel internacional; esto es, la lucha con los revisionistas de Europa occidental y con la naciente tendencia del economismo entre los socialdemócratas rusos. Para él, el duelo con el revisionismo era una batalla en defensa de la lógica dialéctica frente al neokantismo, y por esta razón se volcó al estudio de la filosofía. Los testimonios más cercanos evidencian la dedicación y amplitud de este primer acercamiento, su lectura de Holbach, Helvecio, Fichte, Kant y Hegel. Tenemos conocimiento del interesante intercambio de Lenin con Lengnik sobre la posibilidad y límites del conocimiento y aunque estas cartas, que constituían “tratados completos de filosofía”, le fueron confiscadas a Lengnik por la policía zarista en 1901 y no han sido localizadas, pese a los esfuerzos del Instituto Lenin durante la época soviética, esto confirma la seriedad con la que Lenin asumió sus deberes filosóficos.
La evidencia señala que, entre 1899-1901, Lenin ya leyó a Hegel (cuyos libros tenía en la cabecera de su cama) y por las memorias de Panteleimón Lepeschinski sabemos que “Vladimir Ilich... estudió minuciosamente en el exilio la ‘Ciencia de la Lógica’ (y puede ser que alguna otra obra) de Hegel y nos requirió... a los camaradas que le rodeabamos, la debida atención a las ideas de este tratado filosófico” [22], información confirmada por el inventario de la policía zarista, citado por Adoratski, que indica la presencia de un tomo de las Obras de Hegel (no se tiene certeza si contenía la “Ciencia de la Lógica” o la “Lógica pequeña) y de “Elementos de la filosofía del derecho”. [23]
Algunos elementos de dialéctica
“Algo más sobre la teoría de la realización” de 1899, al que Lenin se refiere en una de las cartas arriba citadas, contiene las primeras réplicas a los neokantianos y se corresponde a estas primeras lecturas de filosofía.
El artículo en cuestión es la respuesta dada por Lenin a la crítica que Piotr Struve hizo de su escrito “Observación sobre el problema de la teoría de los mercados (a propósito de la polémica de los señores Tugán-Baranovski y Bulgákov)”. En los párrafos iniciales se expone el núcleo de la discusión:
“A mi juicio, la polémica de Struve con los escritores mencionados se ha sucitado más por una concepción errónea de Struve sobre el contenido de la teoría que ellos defienden, que por divergencias fundamentales. En primer lugar Struve confunde la teoría de los mercados sostenida por los economistas burgueses, los cuales arguyen que los productos se intercambian por productos y por lo tanto debe existir una correspondencia entre la producción y el consumo con la teoría de la realización de Marx, quien demostró, con su análisis, cómo se opera la reproducción y la circulación del conjunto del capital social, es decir, la realización del producto en la sociedad capitalista. Pero Marx y los escritores que expusieron sus ideas y con los cuales polemiza Struve, lejos de deducir de ese análisis la armonía entre la producción y el consumo, destacan, por el contrario, con toda energía, las contradicciones inherentes al capitalismo, que no pueden dejar de manifestarse en la realización capitalista. En segundo lugar, Struve confunde la teoría abstracta de la realización (y fue exclusivamente eso lo que trataron sus adversarios) con las condiciones históricas concretas de la realización del producto capitalista en un país y en una época determinados. Es lo mismo que confundir la teoría abstracta de la renta del suelo con las condiciones concretas del desarrollo del capitalismo agrario en determinado país...” [24]
Desde el punto de vista filosófico, Lenin le reprocha a Struve su falta de lógica, su accionar basado en decretos, en resultados anticipados:
“Por otra parte, la incomprensión de Struve se debe a que considera indispensable establecer una diferencia entre las categorías sociológica y económica de la teoría de Marx, y formula algunas observaciones generales contra esta teoría. Debo decir al respecto, en primer lugar, que todo esto no tiene absolutamente ninguna relación con la teoría de la realización. En segundo lugar, que considero poco clara esa diferencia que establece Struve, y que no le encuentro utilidad alguna. En tercer término, creo no sólo discutibles sino sencillamente erróneas las afirmaciones de Struve, cuando declara que ‘el propio Marx, incuestionablemente, no veía con claridad la relación entre las bases sociológicas’ de su teoría y el análisis de los fenómenos del mercado, y que ‘la teoría del valor, tal cual está expuesta en los tomo I y III de El capital, es indiscutiblemente contradictoria’. Todas esas afirmaciones de Struve son completamente gratuitas. No son argumentos, sino decretos. Son el resultado anticipado de la crítica de la teoría marxista que los neokantianos se proponen iniciar...” [25]
El decreto de Struve ordena establecer la diferencia entre lo “sociológico” y lo “económico”, entre las “bases sociológicas” y el “análisis de los fenómenos”, entre “teoría abstracta” y “condiciones históricas”, es decir, requiere que la esencia coincida inmediatamente con la apariencia. Al abordar esta cuestión, y pese a la “falta de conocimientos filosóficos”, que Lenin reconocía y admitía, en la contrarréplica a Struve encontramos una notable defensa de una de las tesis fundamentales de la dialéctica materialista, a saber, la relación contradictoria entre esencia y fenómeno y su importancia para determinar el valor científico de una teoría.
“Detengámonos aún algo más en el problema que ‘desde hace largo tiempo preocupa’ a Struve: ¿cuál es el verdadero valor científico de la teoría de la realización?
“Su valor científico es exactamente el mismo que el de las otras tesis de la teoría abstracta de Marx. Si Struve se siente perturbado por el hecho de que ‘la realización absoluta es el ideal de la producción capitalista, pero nunca la realidad de esta’, le recordaremos que todas las otras leyes del capitalismo descubiertas por Marx describen también únicamente el ideal del capitalismo, pero nunca su realidad. ‘Solo nos proponemos —escribía Marx— presentar aquí la organización interna del modo de producción capitalista en su medida ideal’ (in ihrem idealem Durchsnitt. Das Kapital, III, 2, 367, trad. rusa, pág. 688). La teoría del capital supone que el obrero recibe el valor total de su fuerza de trabajo. Este es el ideal del capitalismo, pero de ningún modo su realidad. La teoría de la renta del suelo supone que la población agrícola se encuentra totalmente dividida en terratenientes, capitalistas y obreros asalariados. La teoría de la realización supone la repartición proporcional de la producción. Este es el ideal del capitalismo, pero de ninguna manera su realidad.
“El valor científico de la teoría de Marx consiste en que muestra el proceso de la reproducción y de la circulación del conjunto del capital social. Además, la teoría de Marx ha demostrado cómo se opera esta contradicción inherente al capitalismo, que el enorme aumento de la producción nunca es acompañado por un aumento correspondiente del consumo popular. De ahí que la teoría de Marx no sólo no restablece la teoría apologética burguesa (como se le ocurre a Struve), sino que, por el contrario, proporciona un arma poderosa contra la apologética.
“De esta teoría se deduce que, aun cuando la reproducción y la circulación del conjunto del capital social fuesen idealmente uniformes y proporcionales, no podrá evitarse la contradicción entre el aumento de la producción y los límites restringidos del consumo. Además, el proceso de la realización no se desenvuelve, en la práctica, según una proporción idealmente uniforme, sino sólo a través de ‘dificultades’, de ‘fluctuaciones’, de ‘crisis’, etc.” [26]
¿Qué quiere decir esto (que las leyes descubiertas por Marx siempre describen únicamente lo ideal, pero nunca la realidad)? En rigor, el razonamiento de Lenin es exacto, “toda ley del capitalismo se cumple por su incumplimiento” o, si lo decimos en lenguaje filosófico, la apariencia nunca coincide directamente con la esencia tal y como lo postularía Lenin en los “Cuadernos Filosóficos”: en “lo inesencial, en la apariencia, hay un momento del no ser”, es decir, “lo inesencial, lo aparente, lo superficial, desaparece frecuentemente, no se mantiene tan ‘estrechamente’, no ‘se asienta con tanta firmeza’ como la ‘esencia’...”, por ello “la apariencia = naturaleza negativa de la esencia” y “es el manifestarse (Scheinen) de la esencia en sí misma” [27]. La ley nunca se realiza de forma pura en la realidad, la ley siempre nos presenta la organización interna en su medida ideal (esencia), y a despecho de que la apariencia es la esencia en su naturaleza negativa, la apariencia siempre es manifestación de la esencia. Mientras para Struve la teoría de Marx solo expresa “lo ideal, pero nunca lo real” y en esto ve un defecto, Lenin capta en ello el mérito de la teoría de Marx, su valía científica que está justamente en que lo ideal se expresa en lo real no como identidad, sino a través de “dificultades”, “fluctuaciones” y “crisis”. Las contradicciones inmanentes del capitalismo no se suavizan, no desaparecen, no son producto de distorsiones externas que se pueden eliminar para ir al “capitalismo ideal”, sino que toda remoción de alguna “distorsión” lleva a un más amplío desenvolvimiento de la organización interna de la sociedad burguesa, de sus conflictos y antagonismos.
Así, mientras para Struve la tesis de que el consumo no es el objetivo de la producción capitalista ostenta ese “carácter polémico” típico de todo el sistema de Marx, que lo hace “tendencioso”. En opinión de Lenin:
“Que el consumo no es el objetivo de la sociedad capitalista, es un hecho. La contradicción entre este hecho y el de que, en última instancia, la producción está ligada al consumo, que depende de él aun en la sociedad capitalista, no es una contradicción de la doctrina, sino de la vida real. La teoría de la realización de Marx posee un enorme valor científico, precisamente, porque tiene, entre otros, el mérito de demostrar cómo se opera esa contradicción, y porque ubica esa contradicción en un primer plano. ‘El sistema de Marx’ presenta ‘carácter polémico’, no porque sea ‘tendencioso’; sino porque ofrece, en teoría, una imagen fiel de todas las contradicciones que existen en la realidad. Esa es una de las razones por las cuales todas las tentativas de asimilar ‘el sistema de Marx’ están y estarán condenadas al fracaso si no se asimila su ‘carácter polémico’, ya que dicho ‘carácter polémico’ no es más que la imagen fiel del ‘carácter polémico’ del propio capitalismo.” [28]
Para Struve, la teoría de Marx al poner de manifiesto las contradicciones de la realidad capitalista delata su naturaleza polémica, “tendenciosa”, ya que toda expresión teórica de una contradicción es evidencia de un inaceptable sesgo subjetivo. En tanto para Lenin el mérito científico de la teoría de Marx reside en que ella demuestra como opera la contradicción, en que pone a la contradicción en primer lugar, pero no la contradicción subjetiva, arbitraria, no la “contradicción de la doctrina, sino de la vida real”, ya que es la realidad en sí la que posee un carácter dialéctico (contradictorio, “polémico”).
La contradicción es una característica concreta, objetiva, y por tanto la dialéctica es un reflejo en extremo abstracto y general de esa ley universal de la naturaleza, la sociedad y el pensamiento. Todo movimiento del pensamiento que nos aleja de la contradicción nos arrastra fuera de la realidad, hacia la apología del capitalismo. De tal modo, Struve al declarar que la teoría de Marx es tendenciosa por que en esta se muestra la contradicción rechaza el núcleo de la dialéctica y tal es justamente la esencia de la revisión neokantiana del marxismo. De allí, la valoración negativa que Lenin hizo de la crítica neokantiana del marxismo:
“Vale la pena decir dos palabras sobre esta (futura) ‘crítica’ que tanto atractivo ejerce sobre Struve. Por supuesto, ninguna persona de buen sentido protestará contra la crítica en general; pero Struve, en apariencia, repite su opinión favorita sobre la forma en que la ‘filosofía crítica’ fecundará al marxismo. Se sobreentiende que no tengo el deseo ni la posibilidad de tratar aquí la cuestión del contenido filosófico del marxismo, y me limitaré, en consecuencia, a las siguientes observaciones. Esos discípulos de Marx que invocan ‘el retorno a Kant’ no han ofrecido hasta el presente nada que demuestre la necesidad de semejante viraje, nada que demuestre que la teoría de Marx haya ganado algo al ser fecundada por el neokantismo. Ni siquiera dieron cumplimiento a la obligación que le corresponde, la primera entre todas: analizar en detalle y refutar la apreciación negativa que Engels hizo del neokantismo. Por el contrario, aquellos discípulos que retornaron no a Kant, sino al materialismo filosófico premarxista o al idealismo dialéctico, ofrecieron una exposición valiosa y notablemente bien construida del materialismo dialéctico, demostraron que éste es el producto legítimo e inevitable del desarrollo posterior de la filosofía y la ciencia social.” [29]
Lenin es categórico en su apreciación: con el neokantismo no se gana nada, lo único que sale de todo esto es que la concepción revolucionaria del mundo es desplazada, suplantada, por el árido evolucionismo. La “filosofía crítica” cierra los ojos ante las contradicciones en la vida real, rechaza la dialéctica y pide el retorno a Kant, y niega las conquistas del materialismo dialéctico como “producto legítimo e inevitable del desarrollo posterior de la filosofía y la ciencia social”.
Resulta interesante que esta idea esencial (el demostrar cómo opera la contradicción, poner a la contradicción en primer lugar, esa contradicción de la vida real, ese carácter polémico que refleja el carácter polémico del propio capitalismo), sin la cual es imposible asimilar el “sistema de Marx”, se expone en los “Cuadernos Filosóficos” de 1914-1915, de la siguiente forma:
“En particular, la dialéctica es el estudio de la oposición de la cosa en sí (Ansich), de la esencia, el sustrato, la sustancia — con el fenómeno, con el ‘ser-para-otros’. (También aquí vemos una transición, un fluir de uno a otro: aparece la esencia. El fenómeno es esencial.) El pensamiento humano se hace indefinidamente más profundo, del fenómeno a la esencia, de la esencia de primer orden, por así decirlo, a la esencia de segundo orden, y así hasta el infinito.
“La dialéctica, en el sentido correcto, es el estudio de la contradicción en la esencia misma de los objetos: no sólo los fenómenos son transitorios, móviles, fluidos, demarcados sólo por límites convencionales, sino que también es así la esencia de las cosas.” [30]
Tal la riqueza del pensamiento de Lenin en el período en que apenas iniciaba sus estudios filosóficos. Por supuesto, Lenin no culminaba la resolución de varios problemas de la dialéctica materialista, no obstante, la gran coherencia de su pensamiento esta muy lejana de los esquemas de los illak yuyayku que hablan de “giros de 180 grados” y “rupturas epistemológicas” entre el Lenin previo a 1914 y el Lenin posterior a 1914.
Es notable que el señor Kohan no mencione la posición de Lenin en la lucha contra la bernsteiniada y el economismo. Para el señor Kohan lo único digno de mención en la polémica contra Bernstein es el “fatalismo histórico” de Kautsky (“La historia devenía así un sujeto autónomo con leyes, fases y períodos sucedidos al margen de la praxis, en forma necesaria, ineluctable y, en última instancia, fatal” [31]) y el “determinismo histórico lindante con el fatalismo” de Plejánov. Para él esto es muy importante, pues en su muy particular versión histórica el pensamiento de Lenin anterior a 1914 seguía filosóficamente amarrado a la problemática de la II Internacional y por eso en “Materialismo y Empiriocriticismo” es “un vulgar mecanicista” que “introduce un pronunciado sesgo gnoseológico en la formulación ontológica de la prexistencia del mundo objetivo [sic], pues para él el mundo cognoscible existe independientemente de cualquier espíritu, finito o infinito, pero no a la inversa [?]”, por lo que la “práctica tiene la función de corroborador post festum de los resultados del proceso de conocimiento pero parecería que está ausente en el comienzo de este.” [32] Lenin, en sus formulaciones filosóficas, ignora o disminuye el rol de la práctica, no así en sus escritos políticos: “la lucha ideológica, la batalla cultural por ganar la conciencia y el corazón de millones de trabajadores (as) — la construcción hegemónica de una nueva ‘subjetividad’ era para él una tarea nodal [sic]. La voluminosa cantidad de escritos, folletos, discursos y libros suyos está encaminada en su totalidad hacia esa meta.” [33] “Aun sin haber roto filosóficamente con Kautsky y Plejánov, escribe el señor Kohan, Lenin ya preanunciaba de este modo los rasgos centrales de su viraje posterior otorgándole a la batalla política y cultural un lugar destacado en la agenda revolucionaria. Pero todavía en ese momento, una fuerte tensión —la misma que sufriría su compañero León Trotsky—, desgarraba su reflexión [?]. Lo que había construido en el espacio de la ciencia política y de la sociedad aún no lo había podido conceptualizar en el terreno filosófico [?].” [34]
En otras palabras, en el esquema del señor Kohan existían dos Lenin distintos, un pensador político que realiza los principios de la filosofía de la praxis de modo inconsciente, y un pensador filosófico limitado por el marxismo dogmático de la II Internacional, una dicotomía solo superada por el “viraje posterior de 180 grados” producto de “su encuentro con Hegel”.
Un pasaje del libro “Un paso adelante, dos paso atrás” (1904) sirve de regla de medición para saber si esta idea de la dicotomía entre un Lenin político y un Lenin filósofo es o no verdad. Al resumir el proceso de lucha interna que condujo a la división del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso (POSDR) entre bolcheviques y mencheviques, Lenin realizó la siguiente generalización:
“En cada una de las fases señaladas las circunstancias de la lucha y el objetivo inmediato del ataque son esencialmente diferentes; cada una de las fases representa, por así decirlo, una batalla aparte dentro de la campaña general. Y si no se analizan todos los detalles concretos de cada batalla, es imposible comprender nuestra lucha. Pero si lo hacemos, veremos con claridad que el desarrollo se sucede realmente en forma dialéctica, en forma de contradicciones: la minoría se convierte en mayoría y ésta pasa a ser minoría; cada una de las partes contendientes pasa de la defensiva a la ofensiva, y viceversa; el punto de partida de la lucha ideológica (el artículo 1) es ‘negado’ y cede su puesto a mezquinas disputas que todo lo invaden; comienza entonces la ‘negación de la negación’ y, haciendo mal que bien ‘las paces’, en los distintos organismos centrales, con la esposa que el cielo nos ha destinado, volvemos al punto de partida, a la lucha puramente ideológica; pero ahora esta ‘tesis’ aparece ya enriquecida por todos los resultados de la ‘antítesis’ y se convierte en una síntesis más elevada, en la cual el error aislado y accidental a propósito del artículo 1 se ha transformado en un casi sistema de concepciones oportunistas en materia de organización, y en la cual se revela de un modo cada vez más palpable, a los ojos de todos, la relación existente entre este hecho y la división fundamental de nuestro partido en un ala revolucionaria y una oportunista. En una palabra, no sólo crece la cebada conforme a lo que sostenía Hegel, sino que también guerrean entre sí, conforme a Hegel, los socialdemócratas rusos.“Pero no debe confundirse la gran dialéctica de Hegel, que el marxismo hizo suya después de ponerla de pie, con el vulgar ardid de justificar los zigzagueos de los políticos que saltan del ala revolucionaria al ala oportunista del partido, con la práctica vulgar de meter en un mismo saco determinadas declaraciones, y determinados elementos de desarrollo, que pertenecen a diferentes fases de un mismo proceso. La verdadera dialéctica no justifica los errores personales, sino que estudia los cambios inevitables, demostrando, mediante el estudio detallado del proceso de desarrollo en todos sus aspectos concretos que fueron inevitables. Uno de los principios básicos de la dialéctica, es que no existen verdades abstractas, la verdad es siempre concreta... Y tampoco puede confundirse la gran dialéctica hegeliana con la vulgar sabiduría cotidiana, que tan bien se expresa en el refrán italiano mettere la coda dove non va il capo (meter la cola donde no entra la cabeza).” [35]
El análisis de la crisis interna del POSDR permite la conceptualización filosófica precisa del proceso por el que lo contingente en virtud de su contenido llega a ser lo necesario, “el error aislado y accidental a propósito del artículo 1 se ha transformado en un casi sistema de concepciones oportunistas en materia de organización, y en la cual se revela de un modo cada vez más palpable, a los ojos de todos, la relación existente entre este hecho y la división fundamental de nuestro partido en un ala revolucionaria y una oportunista”, una divergencia puntual que degenera en disputas mezquinas engendra el sistema de concepciones del ala oportunista del partido. Lenin veía en ello un “desarrollo [que] se sucede realmente en forma dialéctica”, no el cambio arbitrario de quienes se mueven de una posición a otra (aunque esta sea la manifestación externa del oportunismo), sino un movimiento sujeto a leyes. ¿Cómo fue posible esto? Aquí son pertinentes las palabras de Hegel citadas por Lenin en “Cuadernos Filosóficos”:
“El que una cosa sea posible o imposible depende del contenido, es decir, del total de los momentos de realidad, que en su despliegue resultan ser la necesidad.” [36]
El hecho aparentemente accidental de las disputas partidarias mezquinas fijó la división fundamental entre el ala revolucionaria y la oportunista, el paso dialéctico de lo contingente a lo necesario, un desarrollo que se sucede en forma dialéctica y que, aunque suene redundante, se debe estudiar dialécticamente, es decir el estudio de “los cambios inevitables, demostrando, mediante el estudio detallado del proceso de desarrollo en todos sus aspectos concretos que fueron inevitables.” Un pensamiento que Lenin también resaltó en sus anotaciones del texto de Hegel: “EL TOTAL, LA INTEGRIDAD DE LOS MOMENTOS DE REALIDAD, que en su DESPLIEGUE resultan ser la necesidad”. Para Lenin “el despliegue del total de los momentos de realidad” es “la esencia de la cognición dialéctica”, de la dialéctica como “propiedad de todo conocimiento humano en general.” [37]
Y aquí nuevamente, al comparar la breve cita de “Un paso adelante, dos pasos atrás” con las reflexiones desarrolladas en “Cuadernos Filosóficos”, no encontramos el “giro de 180 grados” prometido por el señor Kohan. Esa rígida separación entre un Lenin político y un Lenin filósofo cuya reflexión se desgarraba por la incapacidad de conceptualizar en lo filosófico lo que había construido en la política, no existe en ninguna parte. De hecho, las palabras de Krupskáia nos dan una semblanza muy diferente de la actitud de Lenin hacia la filosofía, que niega de plano esta separación arbitraria entre política y filosofía:
“... La filosofía para Vladimir Ilich también era un arma de lucha, y ya en Siberia se ocupó muy singularmente de las cuestiones de la filosofía, claro está, en tanto y en cuanto estuvieron en nuestras manos los libros correspondientes... que nos lograron hacer llegar. Vladimir Ilich trabajó sobre estos libros. Entonces ya le otorgó a los estudios por filosofía una importancia excepcionalmente grande. Esto le llevó a discutir con el cam. Lengnik acerca de ciertas cuestiones filosóficas, y en ese momento recalcó que la filosofía es necesaria cuando se tiene que encontrar el enfoque para valorar todos los fenómenos.” [38]
Teoría y práctica
La derrota de la revolución de 1905 acarreó tras de sí la renuncia por parte de la inteliguentsia y la pequeña burguesía a todas las tradiciones de la lucha revolucionaria, el quebranto de la solidaridad de la fracción bolchevique. En la correspondencia de Lenin con Máximo Gorki leemos:
“Estoy enteramente de acuerdo con usted en que es preciso librar una lucha sistemática contra la decadencia política, la apostasía, las lamentaciones, etc. En lo que se refiere a la ‘sociedad’ y a la ‘Juventud’, no creo que puedan existir divergencias entre nosotros. Los intelectuales están perdiendo su importancia en nuestro partido; de todos lados nos llegan noticias de que los intelectuales desertan del partido. ¡Al diablo con esa canalla! El partido se depura de la resaca pequeñoburguesa; los obreros tomaron el asunto en sus manos; el papel de los obreros artesanos aumenta.” [39]
En medio de esta crisis organizacional, política e ideológica del partido revolucionario apareció el volumen “Ensayos de filosofía del marxismo” con escritos de los bolcheviques Bogdánov, Lunacharsky y Bazárov. Este tenía como objeto “revisar la filosofía materialista de Marx sobre el desarrollo de la humanidad y la concepción de la lucha de clase” [40], y de este modo constituía una manifestación más de la derrota del movimiento revolucionario y el ascenso de la reacción caracterizados por el ánimo pesimista de la inteliguentsia que abonaba el terreno para apostasía y la pérdida de los principios. En los “Ensayos...” se encontraba una “nueva filosofía que abría las puertas a todo tipo de misticismo” [41], a Lenin le era claro que esta nueva disputa filosófica se vinculaba al viejo debate con bernsteinianos y economicistas:
“Con respecto al materialismo como concepción del mundo, me parece que en el fondo discrepo con usted. No precisamente en lo que se refiere a la ‘interpretación materialista de la historia’ (que ni siquiera niegan nuestros ‘empirio’), sino en cuanto al materialismo filosófico, pero rechazo enérgicamente la tesis de que los anglosajones y los alemanes deban al ‘materialismo’ su espíritu pequeñoburgués y los romanos su anarquismo. Entre ellos el materialismo, tomado como filosofía, está siempre en segundo plano. Neue Zeit, el periódico más consecuente y erudito, es indiferente a la filosofía, jamás fue un ardiente defensor del materialismo filosófico, y en los últimos tiempos ha venido publicando los trabajos de los empiriocriticistas sin ninguna reserva. ¡Es a todas luces erróneo pensar que de ese materialismo que enseñaron Marx y Engels se pueda sacar como conclusión una ideología pequeñoburguesa sin vida alguna! Todas las corrientes pequeñoburguesas de la socialdemocracia combaten, en primer término, el materialismo filosófico, empujan hacia el lado de Kant, al neokantismo y a la filosofía crítica. No, la filosofía que Engels fundamentó en su Anti-Dühring, no tolera que la ideología pequeñoburguesa se le acerque siquiera. Al llevar la lucha fraccionista a este terreno, Plejánov perjudica enormemente a la filosofía, y ningún socialdemócrata debe confundir al Plejánov de ahora con el de antes.” [42]
Máximo Gorki, que por entonces compartía algunas tesis de los empiriocriticistas, pensaba que la deriva pequeño burguesa de la socialdemocracia alemana tenía su origen en el materialismo “burgués”. Sin embargo, para Lenin el fundamento filosófico de esta desviación no era el materialismo, sino su contrario, la negación del materialismo filosófico, el predominio del neokantismo, etc. En realidad, la aparición de los “Ensayos...” no causó la disputa entre los bolcheviques, solo fue el detonante de una disputa mucho más antigua:
“El libro Ensayos sobre la filosofía del marxismo ha venido a agudizar extraordinariamente las viejas discrepancias existentes entre los bolcheviques por cuestiones filosóficas. No me considero lo bastante competente en estas cuestiones para apresurarme a intervenir en la prensa. Pero siempre he seguido con atención nuestras discusiones filosóficas de partido, empezando por la lucha de Plejánov contra Mijaílovski y compañía desde fines de la década del 80 y hasta 1895, luego la lucha del mismo Plejánov contra los kantianos en el año 1898 y siguientes (en este caso no sólo seguí la discusión, sino que, en parte, intervine en ella, como miembro de la redacción de Zariá desde 1900) y, finalmente, su lucha con los empiriocriticos y compañía.“He seguido los trabajos de Bogdánov sobre filosofía a partir de su libro energético Enfoque histórico de la naturaleza, que estudié a fondo durante mi permanencia en Siberia. Para Bogdánov, esa posición no fue más que la transición a otras concepciones filosóficas. Le conocí personalmente en 1904, con la particularidad de que acto seguido hicimos nuestra mutua presentación, ofreciéndole yo los Pasos [43] y ofreciéndome él uno de sus trabajos filosóficos de entonces. Inmediatamente (en la primavera o a comienzos del verano de 1904) le escribí desde Ginebra a París diciéndole que sus escritos me habían convencido profundamente de lo equivocado de sus concepciones y del acierto de las de Plejánov.“En la época en que trabajamos juntos, Plejánov y yo hablamos varias veces acerca de Bogdánov. Plejánov me explicó el error de las concepciones de éste, pero creía que sus desviaciones no era muy graves ni mucho menos. Recuerdo muy bien que en el verano de 1903, en Ginebra, Plejánov y yo hablamos en nombre de la Redacción de Zariá con un delegado de la Redacción de Ensayos de una concepción realista del mundo y aceptamos prestarles nuestra colaboración, yo para la cuestión agraria y Plejánov para la filosofía contra Mach. La publicación de sus artículos contra Mach fue la condición que puso Plejánov para prestar su colaboración cosa que el delegado de la Redacción de los Ensayos aceptó. Plejánov consideraba entonces a Bogdánov como a un aliado en la lucha contra el revisionismo, pero a un aliado que estaba equivocado por cuanto había seguido a Ostwald y posteriormente a Mach.“En el verano y el otoño de 1904 coincidimos definitivamente con Bogdánov como bolcheviques y concertamos un bloque tácito, en el que la filosofía, como esfera neutral quedaba tácitamente excluida. El bloque subsistió durante todo el período de la revolución y nos permitió aplicar juntos en ésta la táctica de la socialdemocracia revolucionaria (= del bolchevismo) que, según mi profundo convencimiento, era la única acertada.“En el ardor de la revolución hubo pocas ocasiones de dedicarse a la filosofía. A comienzos de 1906, hallándose en la cárcel, Bogdánov escribió otro trabajo, creo que el tercer fascículo del Empiriomonismo, me lo ofreció en verano del mismo año, y con toda atención me puse a estudiarlo. Después de leerlo me enfurecí terriblemente; para mí resultaba aún más evidente que Bogdánov seguía un camino archiequivocado, un camino no marxista. Le escribí entonces una ‘declaración de amor’ expresada en una cartita filosófica de tres cuadernos. En ella le explicaba que yo era, naturalmente, un marxista de filas en materia de filosofía, pero que sus trabajos, admirablemente escritos, en forma clara y popular, me habían convencido definitivamente de que en el fondo no tenía razón y que quien la tenía era Plejánov. Mostré los cuadernos en cuestión a varios amigos (Lunacharsky entre ellos) y tuve la intención de publicarlos con el título de Observaciones de un marxista de filas en materia de filosofía, pero no llegué a ponerlo en práctica. Ahora lamento no haberlos publicado en aquel entonces. Hace unos días escribí a Petersburgo, pidiendo que busquen y me envíen esos cuadernos.“Ahora han aparecido los Ensayos sobre la filosofía del marxismo. He leído todos los artículos a excepción del de Suvórov (lo estoy leyendo ahora) y cada uno de ellos me ha hecho temblar de indignación. ¡No, eso no es marxismo! Nuestros empiriocríticos, empiriomonistas y empiriosimbolistas se están metiendo de cabeza en el pantano. Asegurar al lector que la ‘creencia’ en la realidad del mundo exterior es ‘misticismo’ (Bazárov), confundir del modo más vergonzoso el materialismo con el kantismo (Bazárov y Bogdánov), defender una variedad del agnosticismo (del empiriocriticismo) y del idealismo (el empiriomonismo), predicar a los obreros un ‘ateísmo religioso’ y enseñarles a ‘adorar’ las potencias supremas del hombre (Lunacharsky), calificar de misticismo la teoría de Engels sobre la dialéctica (Berman), beber en la fuente pestilente de unos ‘positivistas’ agnósticos o metafísicos franceses (¡al diablo con ellos!), con una ‘teoría simbolista del conocimiento’ (Yuschkévich), ¡eso es demasiado! Naturalmente, nosotros somos marxistas de filas y gente poco leída en materia filosófica, pero ¿por qué se nos ofende de ese modo, presentándonos todo eso como la filosofía del marxismo? Antes dejaré que me descuarticen que colaborar en un órgano o en un consejo de Redacción que predica semejantes cosas.“De nuevo me siento atraído por las Observaciones de un marxista de filas en materia de filosofía, y ya he empezado a escribirlas. Naturalmente, a medida que iba leyendo los Ensayos exponía mis impresiones a A.A. con toda franqueza y brusquedad.” [44]
De modo tal que la discusión entre bolcheviques por cuestiones filosóficas de 1908 no era la manifestación de una discrepancia súbita, estas diferencias ya databan de 1903, pero en cuanto los empiriocriticistas encabezados por Bogdánov actuaron de modo tal que rompían el acuerdo tácito de aplicar la táctica bolchevique dejando de lado las posiciones filosóficas en un empeño por lograr que el bolchevismo, como tendencia y línea táctica, se identificase plenamente con el empiriocriticismo o empiriomonismo, y Plejánov al rebatir a los empiriocriticistas intentara presentar esto como parte de las discrepancias fraccionales entre bolcheviques y mencheviques, Lenin se vio obligado a intervenir.
En tanto para el señor Kohan: " “Materialismo y empiriocriticismo” constituye, según nuestra opinión, un escrito principalmente de polémica política y no de filosofía, aunque esta aparente ser el contenido primordial del debate. Desgajado del pensamiento vivo del líder bolchevique en permanente transformación, convierte a este último en un vulgar mecanicista. " [45] La valoración que el propio Lenin realizó pocos años después es totalmente diferente:
“La dialéctica del desarrollo histórico ha sido tal, que en el primer período [1905-1907] estaba a la orden del día la realización de reformas inmediatas en todos los aspectos de la vida del país, y en el segundo [1907-1909], el estudio de la experiencia adquirida, su asimilación por capas más amplias, su penetración, si se puede expresar así, en el subsuelo, en las filas atrasadas de las diferentes clases.
“Precisamente porque el marxismo no es un dogma muerto, no es una doctrina acabada, lista, inmutable, sino una guía viva para la acción, no podía dejar de reflejar en sí el cambio asombrosamente brusco de las condiciones de la vida social. Este cambió se reflejó en una profunda dispersión, separación, en vacilaciones de todo género, en una palabra, en una crisis interna sumamente seria del marxismo. La resistencia decidida a esa disgregación, la lucha resuelta y tenaz en pro de los fundamentos del marxismo se ha puesto de nuevo a la orden del día. En la época anterior capas extraordinariamente amplias de las clases que no pueden prescindir del marxismo al formular sus tareas, lo habían asimilado de un modo unilateral y mutilado, aprendiéndose de memoria ciertas ‘consignas’, ciertas soluciones a los problemas tácticos, y sin comprender los criterios marxistas para esas soluciones. La ‘revaluación de todos los valores’ en las diversas esferas de la vida social condujo a la ‘revisión’ de los fundamentos filosóficos más abstractos y generales del marxismo. La influencia de la filosofía burguesa en su más diversos matices idealistas, encontró expresión en la epidemia majista que estalló entre los marxistas.” [46]
¿Una mera polémica política y no filosófica como afirma el señor Kohan o una crisis interna sumamente seria del marxismo que se manifestó en la revisión de los fundamentos filosóficos “más abstractos y generales del marxismo”, en la influencia de la filosofía burguesa expresada en la epidemia de discípulos de Ernst Mach (majistas) que ponía a la orden del día la lucha tenaz en pro de estos fundamentos, tal y como lo planteó Lenin?
El señor Kohan minimiza la importancia de “Materialismo y Empiriocriticismo” con el fin de sustentar su muy particular sistema filosófico, su “marxismo en el Tercer Mundo”. Estos vagabundeos teóricos poco interesan por el momento. Lo importante aquí es que al revisar la obra de Lenin del período 1907-1910 nos encontramos con una lucha tenaz por reorganizar al partido y resistir la ofensiva reaccionaria, no solo las “simples” polémicas políticas (como las llama el señor Kohan), sino la resistencia ante un mal profundo, que dio origen a los discípulos de Ernst Mach entre los marxistas, a los otzovistas y a los liquidadores:
“Este mal es la descomposición y las discrepancias ideológicas, que invadió totalmente al liberalismo y que por todas partes se abre camino en nuestro partido.” [47]
La descomposición del liberalismo, la apostasía liberal, la ruptura de la intelectualidad burguesa “con el movimiento de liberación ruso, con todos sus objetivos fundamentales y todas sus auténticas tradiciones”, una ruptura que contemplaba “la lucha contra los fundamentos ideológicos de toda la concepción del mundo de la democracia rusa (e internacional).” [48] El liberalismo en descomposición repudió el materialismo “del que afirman que no es más que dogmatismo, metafísica”, una forma inferior de filosofar [49], y este argumento tenía eco entre los marxistas que encontraban en la filosofía de Ernst Mach la justificación para sumarse al coro de rechazo al materialismo al que consideraban tosco y metafísico.
Agotados los intentos de mantener aisladas las cuestiones partidarias de las filosóficas, puesta en evidencia la actividad fraccional de Bogdánov, Lunacharsky, Bazárov en la escuela partidaria de Capri, Lenin se vio obligado a decir las cosas a su modo. De esta manera, al elaborar su libro de filosofía, Lenin no lo hizo en un espíritu de estrecha lucha fraccional, sino para contrarrestar “la descomposición y las discrepancias ideológicas, que invadió totalmente al liberalismo” y que se abrían paso en el seno del partido.
En preparación de “Materialismo y Empiriocriticismo”
Para 1907, Lenin poseía una sólida cultura filosófica como lo comenta Krupskáia en sus memorias:
“Ilich se interesó siempre por la filosofía. Estudió los problemas de la filosofía íntimamente en el exilio y conocía muy bien las opiniones de Marx, Engels y Plejánov. Había estudiado a Hegel, Feuerbach y Kant. Mientras permanerció exiliado en Siberia tuvo acaloradas discusiones con camaradas que se inclinaban hacia Kant; seguía lo que se escribía sobre el tema de filosofía en Neue Zeit y hablando en general poseía buenos fundamentos filosóficos.” [50]
A partir de febrero de 1908, Lenin se consagró nuevamente al estudio de la filosofía. Ingresó en la Sociedad de Lectura de Ginebra lo que facilitó una sala de lectura y acceso a las más novedosas publicaciones de literatura filosófica. Solicitó a sus familiares en San Petersburgo el manuscrito “Observaciones de un marxista de filas en materia de filosofía” (escrito en 1906). Y en mayo viajó a Londres para trabajar en la Biblioteca del Museo Británico.
El primer producto de esta labor es “Marxismo y revisionismo”, escrito entre marzo y abril y parte de la compilación titulada “Karl Marx (1818-1883)”. Allí leemos:
“En el campo de la filosofía, el revisionismo iba a remolque de la ‘ciencia’ académica burguesa. Los profesores ‘retornaban a Kant’, y el revisionismo se arrastraba tras los neokantianos; los profesores repetían las vulgaridades que los curas habían pronunciado mil veces contra el materialismo filosófico, y los revisionistas, sonriendo complacidos, murmuraban (repitiendo palabra por palabra el último manual) que el materialismo había sido ‘refutado’ desde hacía mucho tiempo. Los profesores trataban a Hegel como a ‘perro muerto’, y mientras ellos mismos predicaban el idealismo, solo que mil veces más mezquino y superficial que el hegeliano, encogiéndose desdeñosamente de hombros ante la dialéctica, los revisionistas se hundían tras ellos en el pantano del envilecimiento filosófico de la ciencia, sustituyendo la ‘sutil’ (y revolucionaria) dialéctica por la ‘simple’ (y pacífica) ‘evolución’.” [51]
Lenin nos señala la ligazón existente entre la negación de la dialéctica (el desprecio por Hegel) y la refutación del materialismo, fundamentada por los profesores liberales y repetida por revisionistas y empiriocriticistas. Pues él notó muy rápidamente el hilo que víncula neokantismo y revisionismo bernsteiniano con la crisis del marxismo y la epidemia majista en el POSDR.
¿Qué textos leyó Lenin mientras trabajó en “Materialismo y Empiriocriticismo” de febrero a octubre de 1908? En total utilizó más de 200 libros y artículos de diferentes autores, entre los que destacan las siguientes obras filosóficas: 1) Joseph Dietzgen, Pequeños escritos filosóficos; 2) Bogdánov, Lunacharsky, Bazárov y otros, Ensayos de la filosofía del marxismo; 3) Engels, Sobre el materialismo histórico; 4) Plejánov, Cuestiones fundamentales del marxismo; 5) Lafargue, El materialismo de Marx y el idealismo de Kant; 5) Chelpánov, Avenarius y su escuela; 6) Chelpánov, Filosofía inmanente; 7) Gottlob Ernst Schulze, Enesidemo o sobre los fundamentos de la filosofía elemental; 8) Fichte, Exposición clara como la luz del sol, al alcance del gran público, de la verdadera esencia de la filosofía más moderna; 9) Fichte, Crítica de “Enesidemus”; 10) Hegel, Enciclopedia de ciencias filosóficas brevemente resumidas; 11) Feuerbach, Obras Completas (tomo II, tomo X); 12) Schulyátikov, La justificación del capitalismo en la filosofía europea occidental; 12) Abel Rey, La filosofía moderna; 13) Chernichevski, no se determinó la obra exacta; 14) Berkeley, Tratado de los principios del conocimiento humano; 15) Hume, Investigaciones sobre el entendimiento humano; 16) Diderot, Obras Completas (tomo I); 17) Mach, Historia y raíz de la ley de la conservación del trabajo; 18) Mach, Mecánica; 19) Mach, Conocimiento y Error; 20) Pearson, Gramática de la ciencia; 21) Petzoldt, Introducción a la filosofía de la experiencia pura. [52]
Conclusiones
Nuestro breve examen permite afirmar que Lenin estudió a Hegel durante su exilio en Siberia, lo más probable es que ya antes de 1905 había leído “Elementos de la filosofía del Derecho”, “Fenomenología del Espíritu” y la “Ciencia de la Lógica” o la “Lógica pequeña”. Y entre febrero y octubre de 1908 estudió la “Enciclopedia de ciencias filosóficas”.
Siendo así, ¿cómo es posible que los Althusser, Garaudy, Sánchez Vázquez, Kohan afirmen de modo tan desvergonzado que Lenin no leyó a Hegel, no se interesó por la dialéctica y que filosóficamente se adscribía a un “materialismo dieciochesco”? ¿Y las evidencias de las lecturas previas de Hegel? ¡Una minucia irrelevante! Cuando lo que se busca es construir un castillo en el aire que no necesita de cimientos y que puede erigirse en base de la especulación pura, la evidencias o la rigurosidad poco importan. Por supuesto, el señor Kohan y otros que han convertido en dogma de fe y piedra básica de su mana suti [53] la contraposición entre el “Lenin mecanicista” y el “Lenin dialéctico” pueden argumentar que todo esto no demuestra nada, que no existió tal estudio sistemático.
Por eso el señor Kohan puede decir muy suelto de huesos que:
“Lo que Lenin está discutiendo de fondo con esta corriente [en ‘Materialismo y empiriocriticismo’] atañe centralmente a la esfera política, no a la filosofía, aunque se valga de ella en la polémica. En todo caso la discusión traduce en términos filosóficos un problema político. Tanto es así que al comenzar 1909 le envía un ejemplar de su libro a Rosa Luxemburg para que esta lo presente en una nota a la revista del partido alemán, y de esa manera se conozca la lucha política entre los otzovistas y los partidarios de Lenin en Rusia.“Aunque la obra de 1908 se vertebre sobre un eje materialista precrítico y prehegeliano, existen poderosas razones para sospechar que, por detrás de la débil y rudimentaria armazón categorial filosófica que Lenin maneja en esos años, otras razones no siempre visibles lo impulsaban a rechazar con semejante ímpetu el intento bogdanoviano. Idéntica vehemencia empleará años más tarde contra el mismo Bogdanov en ocasión del debate sobre las vanguardias estéticas, la ‘cultura proletaria’ y la herencia cultural. En ambos casos, la desesperada defensa leniniana de la continuidad filosófica entre el marxismo y el viejo materialismo por un lado, y de la continuidad cultural entre la herencia clásica y la nueva cultura revolucionaria por el otro, respondía a una misma preocupación esencialmente política.”
Así, “Materialismo y empiriocriticismo”, al haberse escrito previo al “giro de 180 grados” de 1914 debe leerse, según el señor Kohan, no como un texto filosófico, sino político, como la expresión de “una preocupación esencialmente política” vertebrada en un “eje materialista precrítico y prehegeliano”, en una armazón “débil y rudimentaria”. Ya que Lenin nunca se preocupó por la dialéctica, o específicamente por la obra de Hegel, antes de 1914. ¿Es que acaso se olvida que la dialéctica no solo está en los escritos de Hegel, sino que puede hallarse en lo mejor de la tradición del pensamiento filosófico universal y en cada línea de lo escrito por los fundadores de la dialéctica materialista, Marx y Engels? Memorias, investigaciones y testimonios directos nos indican que Lenin leyó a los materialistas franceses, a Kant, Fichte, Hegel, a grandes pensadores rusos como Chernichevski y Herzen. ¿Cómo puede el señor Kohan afirmar tales cosas sin sonrojarse? Muy sencillo, a la hora de armar esquemas que sirven a propósitos inconfesables, las evidencias salen sobrando, los hechos nos indican que Lenin se preocupó desde muy joven por la dialéctica, no solo en Hegel, sino en todos los clásicos del pensamiento universal.
Gente como el señor Kohan, Garaudy o Sánchez Vázquez solo dan cuerda a una vieja letanía. El soviético Evald Iliénkov desnuda la médula de esta letanía en su libro consagrado al “Materialismo y empiriocriticismo” de Lenin. Según Iliénkov existe un procedimiento utilizado con frecuencia por todo tipo de fariseo que consiste en declarar la unilateralidad o la pobreza de las definiciones leninistas, de siempre declarar la necesidad de “completarlas”, “corregirlas”, “contextualizarlas”, y siendo así:
“Resulta que en ningún punto que se refiera a la dialéctica materialista es posible comprender a Lenin ‘literalmente’, sino que debe ser comprendido ‘figurativamente’, solo con las reservas que le imprimen a su tesis un significado opuesto.” [54]
Así, Iliénkov denuncia que este procedimiento se utiliza para introducir en los textos de Lenin un sentido que les es totalmente ajeno, con el fin de suplantar la dialéctica materialista por alguna otra idea de moda. Así, hoy tenemos que el señor Kohan puede decir que las tesis de “Materialismo y empiriocriticismo” deben ser comprendidas con la reserva de que no son “filosóficas”, sino “políticas”. Y todo esto produce un único resultado:
“... la solución monolítica al problema, que se mantuvo en realidad el mismo tanto en 1908, como en 1914 y en 1922 (año de publicación del artículo ‘Sobre el significado del materialismo militante’); se desintegra ante nuestros ojos en una multitud de oraciones no solo desvinculadas entre sí, sino que se contradicen directamente unas a otras. Y la tarea de reconstruir los criterios genuinos de Lenin sobre la dialéctica materialista se metamorfosea en la tarea puramente formal de coordinar (armonizar) sus distintas declaraciones respecto a la cuestión.
“Tal cosa sucede cuando no se percibe ni en ‘Materialismo y empiriocriticismo’ ni en ‘Cuadernos Filosóficos’ la genuina concepción de Lenin del materialismo y de la dialéctica.” [55]
Por eso, el señor Kohan no ve vínculo alguno entre el “Lenin político” y el “Lenin filósofo”, entre el Lenin de 1908 y el de 1914, e incapaz de coordinar las determinaciones de la dialéctica materialista dadas por el líder bolchevique lo único que atina a hacer es declarar un “giro de 180 grados”, una “sentida autocrítica”, “una ruptura epistemológica” que le permite armonizar las ideas de Lenin con su esquema particular de la filosofía de la praxis, y tal cosa, como bien anota Iliénkov, nos aleja totalmente de la genuina concepción leninista del materialismo y la dialéctica.
Lo único que falta por añadir es que solo la verdad beneficia a la humanidad, a este principio básico del materialismo dialéctico esperamos haber rendido honor con este breve escrito.
Agosto 2018
Notas
[1] Louis Althusser. Lenin before Hegel, en Lenin and Philosophy and Other Essays. Monthly Review Press. 1971. <https://www.marxists.org/reference/archive/althusser/1969/lenin-before-hegel.htm>.
[2] Adolfo Sánchez Vázquez. Filosofia de la praxis. 3”. Grijalbo. CDMX. 1980.
[3] Néstor Kohan. Marx en su (Tercer) Mundo. 2”. Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello. La Habana. 2003.
[4] Sin fundamento.
[5] Evald Iliénkov. La dialéctica leninista y la metafísica de positivismo. 1”. EDITHOR. Quito. 2014.
[6] N. Krupskáia, Mi vida con Lenin, cit.
[7] Vladimir Ilich Lenin. Sobre arte y literatura. 1”. Ediciones Jucar. Madrid. 1975.
[8] A.I. Ivanskij, op. cit.
[9] N. Krupskáia, A LA MADRE DE LENIN, M. A. ULIÁNOVA, (1929) [https://www.marxists.org/espanol/krupskaya/1899/1899_20vi.htm].
[10] Ensayos sobre la historia del materialismo de G.V. Plejánov.
[11] Se refiere a los marxistas rusos.
[12] Vladimir Ilich Lenin, Carta a A.N. Potresov, 2 de noviembre de 1898.
[13] La bancarrota del capitalismo.
[14] Vladimir Ilich Lenin, Carta a A.N. Potresov, 27 de abril de 1899.
[15] Se refiere a G.V. Plejánov.
[16] Teoría del conocimiento escolástica.
[17] Vladimir Ilich Lenin, Carta a A.N. Potresov, 27 de julio de 1899.
[18] Adoratski et al. Dialektichesky Materializm. Marks, Engels, Lenin, Stalin. Editorial Partidaria. Moscú. 1933. <http://istmat.info/node/39521>.
[19] F. Lengniks, Pisma V.I. Lenina po voprosam filosofii, pisannye mnie v 1898-1899 godaj, en L. V. Kamenev (ed.), Leninski Sbornik I, Instituto Lenin adjunto al CC del PCR (b), Moscú - Leningrado 1924, pp. 194–195.
[20] A.I. Ivanskij, op. cit.
[21] A.I. Ivanskij. Lenin. Sibirskaya ssylka. 1”. Editorial de Literatura Política. Moscú. 1975.
[22] A.I. Ivanskij, op. cit.
[23] “Durante los largos meses de invierno de Schuschenskoie, donde, de acuerdo a los recuerdos de N.K. Krupskáia, estudió los clásicos de la filosofía universal, incluyendo a Hegel y su ‘Fenomenología del Espíritu’; las prolongadas charlas con Plejánov, la correspondencia con Lengnik y Bogdánov, en el curso de la cual las cartas de Lenin (¡lástima!, se han perdido) crecieron hasta convertirse en ‘largos y completos tratados de filosofía’, que medían hasta ‘tres cuadernos’...” (Evald Iliénkov, op. cit.).
[24] Vladimir Ilich Lenin. Algo más sobre la teoría de la realización, op. cit.
[25] Vladimir Ilich Lenin. Algo más sobre la teoría de la realización, op. cit.
[26] Vladimir Ilich Lenin. Algo más sobre la teoría de la realización, op. cit.
[27] Vladimir Ilich Lenin. Cuadernos filosóficos, op. cit.
[28] Vladimir Ilich Lenin. Algo más sobre la teoría de la realización, en Obras Completas #04, 1”. Akal Editor. Madrid. 1974: 76–95. <https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/oc/akal/lenin-oc-tomo-04.pdf>.
[29] Vladimir Ilich Lenin. Algo más sobre la teoría de la realización, op. cit.
[30] Vladimir Ilich Lenin. Cuadernos filosóficos, op. cit.
[31] Id.
[32] Néstor Kohan, op. cit.
[33] Néstor Kohan, op. cit.
[34] Néstor Kohan, op. cit.
[35] Vladimir Ilich Lenin. Un paso adelante, dos pasos atrás, en Obras Completas #07, 1”. Akal Editor. Madrid. 1974: 229–452.
[36] Vladimir Ilich Lenin. Cuadernos filosóficos, en Obras Completas #42, 1”. Akal Editor. Madrid. 1974.
[37] Vladimir Ilich Lenin. Cuadernos filosóficos, op. cit.
[38] A.I. Ivanskij, op. cit.
[39] Vladimir Ilich Lenin, Carta a A.M. Gorki, 7 de febrero de 1908.
[40] N. Krupskáia, Mi vida con Lenin, cit.
[41] N. Krupskáia, Mi vida con Lenin, cit.
[42] Vladimir Ilich Lenin, Carta a A.M. Gorki, 13 de febrero de 1908.
[43] Se refiere a “Un paso adelante, dos pasos atrás”.
[44] Vladimir Ilich Lenin, Carta a A.M. Gorki, 25 de febrero de 1908.
[45] Néstor Kohan, op. cit.
[46] Vladimir Ilich Lenin. Algunas particularidades del desarrollo histórico del marxismo, en Obras Completas #17. Akal Editor. Madrid. 1974: 30–35.
[47] Vladimir Ilich Lenin. Descomposición y discrepancia ideológica en la socialdemocracia rusa, en Obras Completas #16, 1”. Akal Editor. Madrid. 1974: 106–108.
[48] Vladimir Ilich Lenin. Acerca de Veji, op. cit.
[49] Vladimir Ilich Lenin. Acerca de Veji, en Obras Completas #16, 1”. Akal Editor. Madrid. 1974: 119–128.
[50] N. Krupskáia, Mi vida con Lenin, Editorial Rescate, Buenos Aires 1984.
[51] Vladimir Ilich Lenin. Marxismo y revisionismo. 1908. <https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/1900s/3-iii-08.htm>.
[52] Runivers. Lenin zakonchil rabotu nad knigoi “Materializm i empiriokrititzizm”. <https://www.runivers.ru/philosophy/chronograph/154819/>.; Vladimir Ilich Lenin. Materializm i empiriokrititzizm, en Polnoie Sobranie Sochinenij #18, Instituto de Marxismo-Leninismo adjunto al CC del PCUS (ed.), 5”. Editorial de Literatura Política. Moscú. 1968: 1–552. ; Vladimir Ilich Lenin. Filosofskie Tetradi, en Polnoie Sobranie Sochinenij #29, Instituto de Marxismo-Leninismo adjunto al CC del PCUS (ed.), 5”. Editorial de Literatura Política. Moscú. 1969: 1–817.; Vladimir Ilich Lenin. Materialismo y Empiriocriticismo, en Obras Completas #14, 1”. Akal Editor. Madrid. 1974: 1–364.
[53] Aserción infundada.
[54] Evald Iliénkov, op. cit.
[55] Id.
Escrito por V. C. para Partiynost
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