miércoles, 8 de noviembre de 2017

La Gran Revolución Socialista de Octubre y su significado para el destino histórico de los pueblos de Rusia — I. I. Mints y G. N. Golikov



La cuestión nacional es una de las más complejas en la historia de los Estados. Y en Rusia, este problema fue particularmente complejo y agudo. Se recordará que en el momento de la Revolución Socialista de Octubre había en Rusia más de 60 naciones, grupos nacionales y pequeños pueblos, los no rusos comprendían 65.000.000 de una población total de 140.000.000. Y las nacionalidades no rusas fueron explotadas despiadadamente tanto por los opresores “propios” como los extranjeros”.

El gobierno soviético también resolvió con éxito este problema. El 25 de noviembre, publicó la histórica Declaración de los derechos de los Pueblos de Rusia que dio cuerpo legislativo a la política nacional del gobierno soviético. La Declaración proclamó la igualdad y la soberanía de los pueblos de Rusia; el derecho de los pueblos de Rusia a la libre autodeterminación, incluido el derecho a separarse y formar estados independientes; abolición de todos los diversos privilegios y las restricciones nacionales y nacionales-religiosas; el libre desarrollo de las minorías nacionales y grupos etnográficos que habitan el territorio de Rusia. [1] Después de esta declaración, el 4 de diciembre, el gobierno soviético emitió un manifiesto al pueblo ucraniano en el que reconocía el derecho de Ucrania a la independencia; y el 18 de diciembre, reconoció la independencia de Finlandia. [2]

La Revolución de Octubre comenzó y triunfó bajo la bandera de la emancipación de los pueblos, bajo la bandera de crear y consolidar una comunidad de naciones voluntariamente fraterna. Estableció un nuevo tipo de Estado multinacional, garantizó la independencia real y el libre desarrollo de todos los pueblos que se unieron voluntariamente en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas —la URSS. [3]

De tremenda importancia para el pueblo soviético fue el desarrollo cultural, que asumió proporciones radicales desde los primeros días del gobierno soviético. Paralelamente a las transformaciones políticas y económicas revolucionarias fundamentales, el gobierno soviético persiguió profundas transformaciones culturales. El desarrollo de la cultura, de forma nacional y de contenido socialista, constituyó un aspecto importante de las transformaciones socialistas en la URSS.

La ley soviética puso a disposición del pueblo las escuelas, universidades, bibliotecas, teatros, clubes y museos. Lanzó un extenso trabajo de abolición del analfabetismo entre la población adulta. La prensa, la radio, la literatura y el arte se pusieron al servicio de la educación del pueblo trabajador.


Reducidos por el zarismo, los terratenientes y la burguesía a la pobreza, privados de la posibilidad de disfrutar de los beneficios más elementales de la cultura, los pueblos de Rusia, bajo el dominio soviético, adquirieron acceso a todos los logros de la cultura moderna. El fundador y jefe del Estado soviético V. I. Lenin, poco después de la revolución, dijo: 
“Todos los milagros de la tecnología, todos los logros de la cultura se convertirán ahora en la posesión de la totalidad del pueblo, y en adelante el intelecto y el genio humanos nunca más serán convertidos en instrumentos de violencia, en medios de explotación.” [4]
El gobierno soviético efectuó una verdadera democratización de la educación pública. Esto fue tremendamente facilitado por el Estatuto de la Escuela Uniforme del Trabajo, adoptado el 16 de octubre de 1918. Los trabajadores de la tierra de los soviets no sólo estudiaron sino que tomaron parte activa en la construcción del nuevo sistema escolar soviético y el desarrollo de la cultura socialista.

En agosto de 1918, el gobierno emitió un decreto sobre la admisión en las instituciones de educación superior, ordenando al Departamento de Educación Pública que tomara todas las medidas para garantizar a todos los que lo deseaban —primordialmente a los trabajadores y campesinos— la oportunidad de estudiar. El gobierno soviético no solo proclamó el derecho a la educación sino que hizo todo lo posible para que la gente lo ejerciera. Las escuelas preparatorias, conocidas como Facultades de Trabajadores, se abrieron para trabajadores y campesinos que no tenían educación secundaria para prepararse para la Universidad. [5]

Los enemigos de la revolución gritaron que todos los monumentos históricos y culturales perecerían en el fuego de la revolución, que las personas sólo podían destruir, no crear cultura. Sin embargo, mientras el gobierno soviético luchaba por preservar el patrimonio cultural del pasado y convertirlo en posesión de todo el pueblo, los miembros de las clases explotadoras inmediatamente después de la revolución trataron de expulsar al extranjero tantos valores culturales como fuera posible. Hicieron todo lo posible para evitar que el pueblo poseyera los tesoros nacionales de la cultura.

El pueblo, ahora en el poder, demostró ser un maestro sabio y solícito. Incluso durante el levantamiento, los trabajadores y campesinos tomaron medidas para salvaguardar monumentos históricos y objetos de arte. Es gracias a esta vigilancia y conciencia de los trabajadores que se conservaron monumentos tan notables como el Palacio de Invierno, las Catedrales del Kremlin, los palacios suburbanos de Leningrado o las propiedades suburbanas de Moscú. No solo en los grandes centros, sino en todas partes, en las partes más remotas del país, los trabajadores salvaguardaron los monumentos de la cultura. A pesar de la condición material extremadamente difícil de la República, el gobierno soviético ya en 1917 asignó los fondos necesarios para el mantenimiento de los palacios que ahora se habían convertido en posesión de todo el pueblo. Se instituyó un Collegium especial para los asuntos de museos y protección de monumentos históricos y objetos de arte dependiente del Ministerio de Educación, y científicos eminentes y trabajadores culturales participaron en sus actividades.

Indicativo de la gran preocupación del Gobierno soviético por los valores culturales son decretos tales como: “Sobre la salvaguarda de objetos antiguos y artísticos pertenecientes al pueblo polaco”, “Sobre la salvaguardia de los valores científicos (colecciones de arte de museos, laboratorios científicos, instrumentos, etc.)”, “Sobre salvaguardar bibliotecas y repositorios de libros”, “Sobre el registro y conservación de monumentos antiguos y de arte pertenecientes a personas, sociedades e instituciones privadas”. [6] Con el fin de detener la extracción al extranjero de artículos de particular valor artístico e histórico, amenazando con perder los tesoros culturales que ahora pertenecen al pueblo, el gobierno emitió la “Prohibición de la extracción de objetos artísticos y antigüedades”. [7] El gobierno soviético recopiló y conservó consistentemente todos los valores culturales del país: colecciones notables de pinturas, bibliotecas, repositorios de libros, etc., que habían pertenecido a particulares y que, por lo tanto, hasta ahora eran inaccesibles para las amplias masas populares. Para ello se emitieron decretos sobre la nacionalización de la Galería de Arte Tretyakov; la Galería de Arte Shchukin, que comprende una excepcional colección de pinturas de grandes maestros europeos; las colecciones de arte A. I. Morozov, I. S. Ostroukhov y V. A. Morozov [8]; los Conservatorios de Música de Moscú y Petrogrado, tiendas de música y almacenes y editoriales de música. [9] También las obras de los grandes compositores rusos, Glinka, Chaikovsky, Rimsky-Korsakov, Borodin, Moussorgsky, Balakirev, Rubinstein y otros se convirtieron en posesión de todo el pueblo.

Antes de la Gran Revolución Socialista de Octubre, las grandes masas prácticamente se vieron privadas de las obras de los grandes escritores rusos. En los primeros días de la revolución, se emitió un decreto sobre la creación de publicaciones estatales. El objetivo del Gobierno de los trabajadores y campesinos era poner en marcha un extenso programa editorial, dando prioridad a la publicación masiva de los clásicos literarios rusos y mundiales, así como libros de texto y otra literatura para el pueblo. Las empresas de impresión más grandes, que debían facilitar el cumplimiento de las tareas editoriales más importantes del estado, ahora estaban en manos del pueblo.

Todas estas medidas fueron diseñadas para crear las condiciones necesarias para el avance cultural de manera multifacética, para un amplio alistamiento de las masas en el desarrollo de la cultura socialista.

El nuevo sistema social y estatal creado por la revolución, las primeras transformaciones fundamentales en la vida de la sociedad, el nacimiento de la democracia socialista, genuinamente popular, recibió la encarnación legislativa en la primera ley fundamental del Estado soviético, la primera Constitución soviética. [10]


Así, en un esbozo general, son las primeras transformaciones sociales en Rusia anunciadas por la Gran Revolución Socialista de Octubre.

A medida que las revoluciones burguesas dieron paso a la era del capitalismo, la revolución socialista marcó el comienzo de una nueva era en la historia de la humanidad.


La victoria de la Revolución de Octubre marcó un giro radical en el destino de la humanidad, un cambio del viejo mundo capitalista, basado en la propiedad privada y la explotación del hombre por el hombre, a un nuevo mundo socialista, fundado en la propiedad socialista de los instrumentos y medios de producción, con relaciones entre personas basadas en la colaboración y relación de camaradería, la amistad y la asistencia mutua socialista. Las ideas de octubre personificaron la nueva época histórica.

El sistema soviético despertó la actividad creativa de las masas. Y Rusia, que en la primera guerra mundial había sufrido derrota tras derrota, ahora, transformada por la gran revolución, resistió sola contra una coalición de fuerzas contrarrevolucionarias compuestas por las principales potencias imperialistas del mundo y todas las hordas de guardias blancos rusos. Y esto en el momento en que la joven República soviética estaba empezando a construir su Ejército Rojo, a organizar la labor creativa del pueblo soviético y lanzar la construcción socialista.

Para muchos parecía que la República soviética no podría resistir la embestida de los poderosos intervencionistas alemanes y británicos, franceses, japoneses y estadounidenses. Muchos predijeron la inevitable caída del poder soviético. Incluso los profetas más “optimistas” al principio le dieron no más de tres meses de existencia. El “New York Times”, por ejemplo, en los tres años de 1917-1920, noventa y una veces anunció el fin de los soviéticos, seis veces la rendición de Petrogrado a los generales rusos blancos, tres veces más que la capital de la jóven República soviética estaba al borde de ser capturada; dos veces que se quemó, otras dos veces que estaba en estado de pánico; y seis veces la misma fuente “confiable” informó que hubo revueltas contra los bolcheviques.

Pero la República Soviética vivió y venció a sus numerosos enemigos. Tuvo éxito en organizar y despertar al pueblo para la defensa de su patria, expulsando a los invasores extranjeros de la tierra soviética.

Habiendo defendido en lucha heroica y con trabajo titánico las conquistas de la Gran Revolución Socialista de Octubre, el pueblo soviético demostró al mundo entero que es imposible vencer al pueblo el cual, por su propia experiencia, está convencido de que está defendiendo su propio poder soviético, el poder del pueblo trabajador, que defienden la causa cuyo triunfo les garantizará a ellos y las futuras generaciones el disfrute de todos los beneficios, de la cultura, de todas las creaciones del trabajo humano.

Cualquiera que pueda leer el libro de la vida sin llenarse la cabeza con fórmulas preconcebidas podría ya, por el hecho mismo de la victoria de la República soviética en la Guerra Civil, reconocer indudablemente en qué fuerza se convierten las masas cuando saben que están luchando por sus propios intereses, cuando están encabezadas por un partido político militante probado y un gobierno sabio que sabe en qué dirección llevar al pueblo a la victoria.



Notas

[1] Promulgaciones y órdenes del Gobierno obrero y campesino, nº 2, artículo 18, 1917.

[2] Ibíd., nº 6, artículo 90, y nº 11, artículo 113, 1917.

[3] “La formación de la URSS, 1917-1924”, Colección de documentos, Moscú, 1949.

[4] V. I. Lenin, Obras, Vol. 26, 4ª edición rusa, p. 436.

[5] “Promulgaciones y órdenes del Gobierno obrero y campesino”, nº 45, p. 443, 1919.

[6] Ibíd., nº 17, artículo 244; nº 90, artículo 916; nº 52, artículo 592; nº 73, artículo 794, 1918.

[7] Ibíd., nº 69, artículo 751, 1918.

[8] Ibíd., nº 39, artículo 511; nº 81, artículo 851; nº 99, artículo 1011, 1918.

[9] Ibíd., nº 99, artículo 1020, 1918.

[10] Ver “La primera Constitución soviética” (la Constitución de la RSFSR, 1918), Moscú, 1938.



Fuente: Минц, И. И. и Голиков, Г. Н., Великая Октябрьская Социалистическая Революция и ее значение в исторических судьбах народов России, АН СССР, Москва, 1955, 77-84 с. [Mints, I. I. y Golikov, G. N., La Gran Revolución Socialista de Octubre y su significado para el destino histórico de los pueblos de Rusia, AN SSSR, Moscú, 1955, pp. 77-84.]


Traducido por M. I. Anufrikov para Partiynost 

No hay comentarios:

Publicar un comentario