jueves, 9 de noviembre de 2017

Actividad, conciencia y personalidad — A. N. Leontev



Al introducir el concepto de actividad en la teoría de la cognición, Marx le dio un sentido estrictamente materialista: para Marx, la actividad en su forma primaria y básica era la actividad sensorial y práctica en la que las personas entran en contacto práctico con los objetos del mundo circundante, prueban su resistencia y actúan sobre ellos, reconociendo sus propiedades objetivas. Esta es la diferencia radical de la enseñanza marxista sobre la actividad, que se distingue de la enseñanza idealista que reconoce la actividad sólo en su forma abstracta y especulativa.

Una revolución profunda provocada por Marx en la teoría de la cognición es la idea de que la práctica humana es la base de la cognición humana; la práctica es ese proceso en cuyo desarrollo surgen problemas cognitivos, las percepciones y pensamientos humanos se originan y se desarrollan, y que al mismo tiempo contienen en sí criterios de adecuación y verdad del conocimiento: Marx dice que el hombre debe probar la verdad, la actividad y el poder y la universalidad de su pensamiento en la práctica.

A la luz de estas conocidas tesis de Marx, debe enfatizarse particularmente que ninguna de ellas puede tomarse en forma aislada, aparte de la enseñanza marxista en su conjunto. Esto refiere especialmente a la posición sobre el papel de la práctica, una posición que ciertos pervertidores contemporáneos del marxismo intentan tratar como si expresara y proporcionara una base para el punto de vista pragmático.

En realidad, el descubrimiento filosófico de Marx no consiste en identificar la práctica con la cognición sino en reconocer que la cognición no existe fuera del proceso de la vida, que en su propia naturaleza es un proceso material y práctico. El reflejo de la realidad surge y se desarrolla en el proceso del desarrollo de lazos reales de personas cognoscentes con el mundo humano que los rodea; se define por estos vínculos y, a su vez, tiene un efecto en su desarrollo.

“Los prerrequisitos con los que comenzamos”, leemos en La ideología alemana, “no son arbitrarios, no son dogmas; son prerrequisitos genuinos de los que sólo podemos escapar en la imaginación. Ellos son los individuos reales, su actividad y las condiciones materiales de sus vidas. ...” Estos prerrequisitos también constituyen tres características indispensables, tres enlaces, vínculos dialécticos que forman un sistema único y autodesarrollado.

Incluso la organización corporal de las personas incorpora la necesidad de que participen en una relación activa con el mundo externo; para existir deben actuar, producir los medios de vida necesarios. Actuando en el mundo externo, lo cambian; al mismo tiempo, también cambian ellos mismos. Esto se debe a que lo que ellos mismos representan está determinado por su actividad, condicionada por el nivel de desarrollo ya alcanzado, por sus medios y la forma de su organización.

Sólo en el curso del desarrollo de estas relaciones también se desarrolla el reflejo psicológico de la realidad por parte de las personas. “Las personas, desarrollando su producción material y sus propios contactos materiales, cambian su propia actividad y su propio pensamiento y los productos de sus propios pensamientos al mismo tiempo”. En otras palabras, el pensamiento y la conciencia son determinados por la vida real, la vida de las personas, y sólo existen, como también su conciencia, como producto del desarrollo del sistema objetivo de relaciones señalado. En su propio desarrollo, este sistema forma varias infraestructuras, relaciones y procesos que pueden convertirse en objetos de estudio de las ciencias separadas. El enfoque marxista, sin embargo, requiere que estos se observen dentro de un sistema general y no aislados de él. Este requisito, se entiende, se refiere también al estudio psicológico de las personas y a la ciencia psicológica.



Fuente: Leontev, A. N., Activity, Consciousness and Personality, 1978.



Traducido por M. I. Anufrikov para Partiynost

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