miércoles, 8 de noviembre de 2017

Lugar y rol de la práctica en la teoría del reflejo — B. M. Kedrov


Pregunta: ¿Qué significa la expresión leniniana: la conciencia de la persona sólo refleja el mundo objetivo? ¿Acaso esta es pasiva y no participa del modo más dinámico en la actividad transformadora, práctica de la persona? ¿Acaso la práctica misma no irrumpe en la teoría del conocimiento?

Respuesta: La tesis de que la conciencia solo es capaz de reflejar el mundo externo y sus regularidades, incluye en su seno dos cuestiones que están íntimamente vinculadas: 1) la conciencia refleja el mundo de forma pasiva o solo en el proceso de su activa modificación, jugando un rol directivo en toda la actividad que corresponde a fines del ser humano, y 2) es ella capaz de crear las cosas materiales, la naturaleza, el mundo, tal y como lo afirman los idealistas, o no lo es.

Empecemos a responder a la primera cuestión […] La respuesta a la primera cuestión tiene un significado particularmente importante puesto que los enemigos de la filosofía marxista-leninista intentan atribuir a Lenin el criterio del proceso del reflejo como una simple fijación de la realidad externa e incluso de adaptación a esta. Es justamente en este sentido que ellos interpretan la tesis leniniana arriba citada. ¿Qué significa en realidad tal tesis? De acuerdo a la teoría marxista-leninista del reflejo la conciencia de la persona se corresponde por su contenido al mundo exterior, creando una imagen mental más o menos precisa, aunque no completa. Pero ese hecho, que el contenido de nuestra conciencia, del conocimiento, del pensamiento lo hace el mundo objetivo, no significa en lo absoluto que la conciencia alcanza la convergencia, correspondencia con el mundo exterior por la senda de su contemplación pasiva, llevada a cabo fuera de nosotros e independientemente de nosotros. Si acaso la actividad reflexiva de nuestra conciencia se limitara del todo a una simple observación, la contemplación de los eventos que se realizan fuera de nosotros, sin la intervención activa en su transcurrir, sin la actividad práctica, transformadora de la propia persona, la ciencia jamás podría desnudar (reflejar) las leyes de la naturaleza, no se diga ya el dominarlas. La capacidad de la ciencia de reflejar el mundo objetivo presupone la participación de toda la práctica socio-histórica humana en el curso mismo del proceso del conocimiento. Esto concierne también a la teoría materialista dialéctica del conocimiento, la cual incluye dentro de sí justamente a la teoría del reflejo. Fuera de la práctica, fuera de la actividad racional del ser humano, la teoría del conocimiento no solo que no puede resolver, sino que tampoco puede plantear ninguna de sus cuestiones fundamentales.

Según la expresión de V. I. Lenin, la práctica humana literalmente se hunde en la teoría del conocimiento, interviene en ella tanto como criterio de verdad y como estímulo, como manantial de todo el conocimiento humano. “El punto de vista de la práctica, debe ser el punto de vista primero y fundamental de la teoría del conocimiento, escribió Lenin. Y este conduce inevitablemente al materialismo, apartando del dintel los interminables infundios de la escolástica profesoral”. [1]

En esta ilación Lenin subraya de forma particular el significado teórico de la segunda tesis de Marx sobre Feuerbach. Esta tesis es citada en el libro: “El problema de si al pensamiento humano se le puede atribuir una verdad objetiva, no es una problema teórico, sino un problema práctico. Es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la verdad, es decir, la realidad y el poderío, la terrenalidad de su pensamiento. El litigio sobre la realidad o irrealidad de un pensamiento que se aísla de la práctica, es un problema puramente escolástico”. [2]

Lenin, al decir que la conciencia del ser humano está “en condición solo de reflejar” las regularidades del mundo objetivo, que ella “solo es el reflejo del ser”, de ningún modo concibe a este reflejo como el resultado de la observación o contemplación pasiva por parte del ser humano de los eventos del mundo exterior, sino, al contrario, como resultado de la relación incesantemente activa y real del ser humano con este mundo, como transformación práctica del mundo, en sus propias palabras finales como resultado de la actividad creadora de la humanidad. Fuera de su actividad, fuera de la práctica, todas las interrogantes sobre el pensamiento y sus resultados, su contenido, son interrogantes puramente escolásticos, como dijo Marx (y con él, Lenin concuerda del todo).

Al meditar sobre este problema, ¿podría la ciencia haber surgido y desarrollarse si estuviera aislada de la práctica humana? Por supuesto que no. Tomemos el fenómeno de la radioactividad. La cuestión es tal que si el ser humano se hubiese limitado a la simple contemplación de este fenómeno, no habría adelantado un paso en la compresión de su esencia, no se diga sobre la posibilidad de llevar su investigación hasta la utilización técnica de la energía atómica. El desarrollo de la física nuclear se ha fundamentado en el afán del ser humano (científicos) de intervenir en el transcurso de las reacciones nucleares, aprendiendo a dirigirlas.

Por mucho tiempo no se logró hacer esto. Parecía que la desintegración radioactiva de los átomos era un proceso absolutamente espontáneo y ningún medio físico era capaz de influir en este, ni incitarlo de modo artificial, ni de acelerar o frenar su paso. Solo en 1919 E. Rutherford logró incitar la conversión artificial de los elementos, al bombardear el núcleo de átomos de nitrógeno de partículas alfa (es decir, núcleos de helio).

Implica que se requirieron por lo menos 20 años de búsquedas, cuando los éxitos continuamente se alternaban con los fracasos, para en el resultado hallar el método de incitar la primera reacción nuclear por la vía de la influencia experimental práctica del núcleo de un elemento en el núcleo de otro elemento. Solo esta búsqueda práctica y esta investigación práctica (y el experimento es parte de la práctica humana) pudo conducir a formarse una idea determinada sobre el mundo de los procesos atómicos nucleares.

Cualesquier área del conocimiento científico que tomemos exteriorizará, por doquier, uno y el mismo cuadro: todo lo que la conciencia humana en verdad refleja, todo es resultado de la actividad práctica vivaz del ser humano bajo el rol dirigente de su conciencia, pero de forma alguna es el resultado de la simple contemplación pasiva del objeto, es decir, su estudio sin intervenir en su naturaleza interna, en el correr de los procesos que le son propios.

Esto es particularmente verídico en cuando por reflejo se concibe no a la fijación de las propiedades externas y las manifestaciones del objeto del conocimiento, sino la apertura de lo latente, ir de la vista inmediata a la observación de su lados internos, su esencia, sus leyes, a los vínculos y relaciones del objeto en cuestión con otros objetos, como partícula de las sujeción universal de los fenómenos del mundo, eso que es imperceptible a la simple vista del investigador.


Notas

[1] Lenin, Materialismo y Empiriocriticismo.

[2] Marx, Tesis sobre Feuerbach.



Fuente: Кедров, Б. М., Как изучать кннгу В. И. Ле
нина «Материализм и эмпириокритицизм».— 4-е изд., доп.— М.: Политиздат, 1983, 318 с. [Kedrov, B. M., Cómo estudiar el libro de V. I. Lenin Materialismo y Empiriocritismo, 4ª ed., Politizdat, Moscú, 1983, pp. 246-250.]



Traducido por C. Amaru para Partiynost

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