V. I. Lenin
1914
Cuanto más se desarrolla el movimiento obrero, más desesperados son los esfuerzos de la burguesía y de los terratenientes feudales por aplastarlo o fragmentarlo. Ambos métodos, el aplastamiento por la fuerza y la fragmentación mediante la influencia burguesa, se emplean constantemente en todo el mundo, en todos los países, y los diferentes partidos de las clases dominantes adoptan alternativamente uno u otro de estos métodos.
En Rusia, sobre todo después de 1905, cuando los representantes más inteligentes de la burguesía comprendieron que la fuerza bruta, por sí sola, era ineficaz, partidos y grupos burgueses “progresistas” de todo género comenzaron a recurrir cada vez más al método de dividir a los obreros mediante la difusión de diversas ideas y doctrinas burguesas destinadas a debilitar la lucha de la dase obrera.
Una de esas ideas es el nacionalismo refinado que busca la división y la desunión del proletariado con los pretextos más loables y plausibles, como, por ejemplo, el de proteger los intereses de la “cultura nacional”, de la “autonomía o independencia nacional”, etc., etc.
Los obreros conscientes se esfuerzan por combatir todo tipo de nacionalismo, tanto el burdo, violento y ultrarreaccionario como el más refinado, que predica la igualdad de las naciones junto... con la fragmentación de la causa obrera, de las organizaciones obreras y del movimiento obrero conforme a la nacionalidad. A diferencia de todas las variedades de la burguesía nacionalista, los obreros conscientes aplican las resoluciones de la última reunión de marxistas (del verano de 1913) [1] y defienden no sólo la igualdad más completa, consecuente y plenamente llevada a la práctica de naciones e idiomas, sino también la fusión de los obreros de las distintas nacionalidades en todo tipo de organizaciones proletarias únicas.
En esto reside la diferencia fundamental entre el programa nacional del marxismo y el de cualquier burguesía, aun la más “avanzada”.
Los marxistas consideran importante reconocer la igualdad de las naciones y los idiomas, no sólo porque son los demócratas más consecuentes. Los intereses de la solidaridad proletaria, de la unidad fraternal en la lucha de clase de los obreros, exigen la más completa igualdad de las naciones, a fin de eliminar todo rastro de desconfianza, de aislamiento, recelo y hostilidad nacionales. Y la completa igualdad significa la negación de todo privilegio en favor de cualquier idioma y el reconocimiento del derecho a la autodeterminación de todas las naciones.
Para la burguesía, sin embargo, la reivindicación de igualdad nacional se reduce muy a menudo, en la práctica, a predicar el exclusivismo nacional y el chovinismo; muy a menudo lo une con la prédica de la división y del aislamiento de las naciones. Esto es absolutamente incompatible con el internacionalismo proletario, que propugna, no sólo la aproximación de las naciones, sino también la fusión de los obreros de todas las nacionalidades de un Estado dado en organizaciones proletarias únicas. Por esta razón los marxistas condenan con energía la llamada “autonomía nacional-cultural”, es decir, la idea de que la instrucción debe ser arrancada de manos del Estado y transferida a las nacionalidades respectivas. Este plan significa que, en cuestiones de “cultura nacional”, la instrucción tendría que estar dividida conforme a las nacionalidades en asociaciones nacionales dentro de la federación estatal dada, cada una con su propia Dieta, con su presupuesto educacional, sus consejos escolares e instituciones educacionales específicas.
Se trata de un plan de nacionalismo refinado que corrompe y divide a la clase obrera. A este plan (de los bundistas, liquidadores y populistas, es decir, de los diversos grupos pequeñoburgueses) los marxistas oponen el principio de completa igualdad en derechos de las naciones e idiomas, y llegan hasta negar la necesidad de un idioma oficial; al mismo tiempo, propugnan las más estrechas relaciones posibles entre las naciones, instituciones estatales uniformes para todas las naciones, consejos escolares uniformes, una política educacional uniforme (¡escuela laica!), y la unidad de los obreros de las diferentes naciones en la lucha contra el nacionalismo de toda burguesía nacional, nacionalismo que presentan en forma de la consigna de “cultura nacional” con el fin de engañar a los ingenuos.
Que los nacionalistas filisteos —bundistas, liquidadores, populistas y colaboradores de Dzvin [2]— defiendan abiertamente sus principios de un refinado nacionalismo burgués; están en su derecho. ¡¡¡Pero que no traten de engañar a los obreros, como, por ejemplo, lo hace la señora V. O. en el núm. 35 de Sévernaya Rabóchaya Gazeta, cuando asegura a los lectores que el periódico “Za Pravdu” se opone a que se imparta instrucción en las escuelas en la lengua materna!!!
Eso es una burda calumnia. Los pravdistas no sólo reconocen este derecho, sino que son más consecuentes que nadie en su reconocimiento. ¡Los pravdistas, que se identifican con la reunión de marxistas que declaró que no era necesario ningún idioma oficial obligatorio, fueron los primeros que reconocieron plenamente en Rusia el derecho al uso del idioma materno!
Confundir la enseñanza en la lengua materna con “dividir los asuntos educacionales dentro de un mismo Estado conforme a la nacionalidad”, con la “autonomía nacional-cultural”, con “arrancar la instrucción de manos del Estado”, es dar muestras de la más crasa ignorancia.
En ningún lugar del mundo existen marxistas (y ni siquiera demócratas) que se opongan a que la instrucción se imparta en la lengua materna. Y en ningún lugar del mundo han aceptado los marxistas el programa de “autonomía nacional-cultural”: únicamente fue propuesto en Austria.
El ejemplo de Finlandia, a que se refiere la señora V. O., es un argumento contra ella misma, pues en dicho país se ha reconocido y se aplica la igualdad de naciones e idiomas (cosa que nosotros reconocemos incondicionalmente y con mayor consecuencia que nadie), pero no se habla para nada de “arrancar la instrucción de manos del Estado”, de asociaciones nacionales específicas encargadas de todo lo que a la instrucción se refiere, de dividir con barreras nacionales el sistema escolar de un país, etc.
En Rusia, sobre todo después de 1905, cuando los representantes más inteligentes de la burguesía comprendieron que la fuerza bruta, por sí sola, era ineficaz, partidos y grupos burgueses “progresistas” de todo género comenzaron a recurrir cada vez más al método de dividir a los obreros mediante la difusión de diversas ideas y doctrinas burguesas destinadas a debilitar la lucha de la dase obrera.
Una de esas ideas es el nacionalismo refinado que busca la división y la desunión del proletariado con los pretextos más loables y plausibles, como, por ejemplo, el de proteger los intereses de la “cultura nacional”, de la “autonomía o independencia nacional”, etc., etc.
Los obreros conscientes se esfuerzan por combatir todo tipo de nacionalismo, tanto el burdo, violento y ultrarreaccionario como el más refinado, que predica la igualdad de las naciones junto... con la fragmentación de la causa obrera, de las organizaciones obreras y del movimiento obrero conforme a la nacionalidad. A diferencia de todas las variedades de la burguesía nacionalista, los obreros conscientes aplican las resoluciones de la última reunión de marxistas (del verano de 1913) [1] y defienden no sólo la igualdad más completa, consecuente y plenamente llevada a la práctica de naciones e idiomas, sino también la fusión de los obreros de las distintas nacionalidades en todo tipo de organizaciones proletarias únicas.
En esto reside la diferencia fundamental entre el programa nacional del marxismo y el de cualquier burguesía, aun la más “avanzada”.
Los marxistas consideran importante reconocer la igualdad de las naciones y los idiomas, no sólo porque son los demócratas más consecuentes. Los intereses de la solidaridad proletaria, de la unidad fraternal en la lucha de clase de los obreros, exigen la más completa igualdad de las naciones, a fin de eliminar todo rastro de desconfianza, de aislamiento, recelo y hostilidad nacionales. Y la completa igualdad significa la negación de todo privilegio en favor de cualquier idioma y el reconocimiento del derecho a la autodeterminación de todas las naciones.
Para la burguesía, sin embargo, la reivindicación de igualdad nacional se reduce muy a menudo, en la práctica, a predicar el exclusivismo nacional y el chovinismo; muy a menudo lo une con la prédica de la división y del aislamiento de las naciones. Esto es absolutamente incompatible con el internacionalismo proletario, que propugna, no sólo la aproximación de las naciones, sino también la fusión de los obreros de todas las nacionalidades de un Estado dado en organizaciones proletarias únicas. Por esta razón los marxistas condenan con energía la llamada “autonomía nacional-cultural”, es decir, la idea de que la instrucción debe ser arrancada de manos del Estado y transferida a las nacionalidades respectivas. Este plan significa que, en cuestiones de “cultura nacional”, la instrucción tendría que estar dividida conforme a las nacionalidades en asociaciones nacionales dentro de la federación estatal dada, cada una con su propia Dieta, con su presupuesto educacional, sus consejos escolares e instituciones educacionales específicas.
Se trata de un plan de nacionalismo refinado que corrompe y divide a la clase obrera. A este plan (de los bundistas, liquidadores y populistas, es decir, de los diversos grupos pequeñoburgueses) los marxistas oponen el principio de completa igualdad en derechos de las naciones e idiomas, y llegan hasta negar la necesidad de un idioma oficial; al mismo tiempo, propugnan las más estrechas relaciones posibles entre las naciones, instituciones estatales uniformes para todas las naciones, consejos escolares uniformes, una política educacional uniforme (¡escuela laica!), y la unidad de los obreros de las diferentes naciones en la lucha contra el nacionalismo de toda burguesía nacional, nacionalismo que presentan en forma de la consigna de “cultura nacional” con el fin de engañar a los ingenuos.
Que los nacionalistas filisteos —bundistas, liquidadores, populistas y colaboradores de Dzvin [2]— defiendan abiertamente sus principios de un refinado nacionalismo burgués; están en su derecho. ¡¡¡Pero que no traten de engañar a los obreros, como, por ejemplo, lo hace la señora V. O. en el núm. 35 de Sévernaya Rabóchaya Gazeta, cuando asegura a los lectores que el periódico “Za Pravdu” se opone a que se imparta instrucción en las escuelas en la lengua materna!!!
Eso es una burda calumnia. Los pravdistas no sólo reconocen este derecho, sino que son más consecuentes que nadie en su reconocimiento. ¡Los pravdistas, que se identifican con la reunión de marxistas que declaró que no era necesario ningún idioma oficial obligatorio, fueron los primeros que reconocieron plenamente en Rusia el derecho al uso del idioma materno!
Confundir la enseñanza en la lengua materna con “dividir los asuntos educacionales dentro de un mismo Estado conforme a la nacionalidad”, con la “autonomía nacional-cultural”, con “arrancar la instrucción de manos del Estado”, es dar muestras de la más crasa ignorancia.
En ningún lugar del mundo existen marxistas (y ni siquiera demócratas) que se opongan a que la instrucción se imparta en la lengua materna. Y en ningún lugar del mundo han aceptado los marxistas el programa de “autonomía nacional-cultural”: únicamente fue propuesto en Austria.
El ejemplo de Finlandia, a que se refiere la señora V. O., es un argumento contra ella misma, pues en dicho país se ha reconocido y se aplica la igualdad de naciones e idiomas (cosa que nosotros reconocemos incondicionalmente y con mayor consecuencia que nadie), pero no se habla para nada de “arrancar la instrucción de manos del Estado”, de asociaciones nacionales específicas encargadas de todo lo que a la instrucción se refiere, de dividir con barreras nacionales el sistema escolar de un país, etc.
“Put Pravdi”, núm. 82,
10 de mayo de 1914
Se publica según el texto del periódico
Firmado: V. I.
Notas
[1] Lenin se refiere a la Reunión del CC del POSDR con funcionarios del Partido (llamada “de Verano” por razones de clandestinidad). La Reunión se celebró del 23 de septiembre al 1 de octubre (6-14 de octubre) de 1913, en la aldea Poronin (cerca de Cracovia), donde por aquel tiempo vivía Lenin.
En el orden del día de la Reunión figuraban los siguientes puntos:
1) Informes de las organizaciones locales, informe sobre la labor de la Socialdemocracia de Polonia y de Lituania, informe sobre la labor del CC elegido en la Conferencia de Praga; 2) Tareas de la agitación en el momento presente; 3) El problema de organización y el congreso del Partido; 4) El movimiento huelguístico; 5) La prensa del Partido; 6) La labor de los socialdemócratas en la Duma; 7) El Grupo Socialdemócrata de la Duma; 8) Trabajo en las organizaciones legales; 9) El problema nacional; 10) Los populistas; 11) El próximo Congreso Socialista Internacional (de Viena).
La Reunión la dirigió Lenin. La abrió con un discurso inaugural, presentó el informe de la labor del Comité Central, el informe sobre el problema nacional y sobre la proyectada convocación del Congreso Socialista Internacional en Viena. Además, Lenin intervino en los debates casi en todos los puntos del orden del día, anotó las intervenciones de los delegados de las organizaciones locales del Partido, presentó sus propuestas, compuso y redactó los proyectos de resoluciones.
Acerca del informe del CC y de los informes de las organizaciones locales la Reunión aprobó las dos resoluciones escritas por Lenin: Las tareas de agitación en el momento presente y Sobre el problema de organización y el congreso del Partido, en las que se determinaron las tareas del Partido y las formas fundamentales de su trabajo en la nueva situación histórica. La Reunión subrayó que sólo mediante el fortalecimiento de las organizaciones clandestinas del Partido y sus vínculos legales y semilegales con las masas, sólo en lucha contra los liquidadores y los conciliadores podía realizarse la auténtica unidad de la clase obrera.
En la resolución sobre la labor de agitación, la Reunión que la tarea fundamental del Partido era la amplia agitación en las masas por el derrocamiento del zarismo, por la república democrática y que las principales consignas revolucionarias continuaban siendo las reivindicaciones revolucionarias fundamentales del programa mínimo bolchevique: república democrática, jomada laboral de 8 horas y confiscación de las tierras de los terratenientes. La Reunión acordó desplegar inmediatamente y en todas partes la agitación por la preparación de la huelga política de toda Rusia, que se decidió fijar para el 9 de enero de 1914.
Una de las cuestiones principales de la Reunión fue el problema nacional, promovido en aquel tiempo a un lugar destacado entre otros problemas de la vida social de Rusia.
En el informe sobre el problema nacional, Lenin recalcó que la lucha contra la opresión nacional estaba unida inseparablemente a la lucha contra el zarismo, por la libertad y la democracia. Esta lucha poda tener éxito a condición de que los obreros de todas las nacionalidades de Rusia se agruparan en organizaciones proletarias únicas. La Reunión, apoyándose en el Programa del Partido, rechazó terminantemente la exigencia oportunista de los mencheviques y los bundistas de “autonomía nacional-cultural” y aprobó las tesis programáticas elaboradas por Lenin en el problema nacional. La Reunión confirmó que el lema fundamental del Partido en el problema nacional era el del derecho de las naciones a la autodeterminación, es decir, a la separación y formación de un Estado independiente (la segunda parte del lema se formulaba por primera vez en un documento del Partido), habida cuenta que la conveniencia de separarse una u otra nación debía resolverse independientemente en cada caso, desde el punto de vista de los intereses de todo el desarrollo social y de los intereses de la lucha de clase del proletariado por el socialismo. Lenin consideraba la resolución sobre el problema nacional aprobada por la Reunión como una declaración programática del Partido. La Reunión acordó incluir en el orden del día del próximo congreso del Partido un punto sobre el programa nacional.
En la resolución acerca del grupo socialdemócrata en la Duma, la Reunión reclamó la igualdad de derechos de las partes bolchevique y menchevique del grupo y condenó resueltamente las acciones de la parte menchevique del grupo que, aprovechando la mayoría casual de un voto, vulneraba los derechos elementales de los diputados bolcheviques que representaban a la inmensa mayoría de los obreros de Rusia. Por indicación de Lenin y del CC del Partido Bolchevique, en octubre de 1913 los diputados bolcheviques abandonaron el grupo socialdemócrata conjunto y formaron un grupo bolchevique autónomo en Estado (Grupo Obrero Socialdemócrata de Rusia).
En el orden del día de la Reunión figuraban los siguientes puntos:
1) Informes de las organizaciones locales, informe sobre la labor de la Socialdemocracia de Polonia y de Lituania, informe sobre la labor del CC elegido en la Conferencia de Praga; 2) Tareas de la agitación en el momento presente; 3) El problema de organización y el congreso del Partido; 4) El movimiento huelguístico; 5) La prensa del Partido; 6) La labor de los socialdemócratas en la Duma; 7) El Grupo Socialdemócrata de la Duma; 8) Trabajo en las organizaciones legales; 9) El problema nacional; 10) Los populistas; 11) El próximo Congreso Socialista Internacional (de Viena).
La Reunión la dirigió Lenin. La abrió con un discurso inaugural, presentó el informe de la labor del Comité Central, el informe sobre el problema nacional y sobre la proyectada convocación del Congreso Socialista Internacional en Viena. Además, Lenin intervino en los debates casi en todos los puntos del orden del día, anotó las intervenciones de los delegados de las organizaciones locales del Partido, presentó sus propuestas, compuso y redactó los proyectos de resoluciones.
Acerca del informe del CC y de los informes de las organizaciones locales la Reunión aprobó las dos resoluciones escritas por Lenin: Las tareas de agitación en el momento presente y Sobre el problema de organización y el congreso del Partido, en las que se determinaron las tareas del Partido y las formas fundamentales de su trabajo en la nueva situación histórica. La Reunión subrayó que sólo mediante el fortalecimiento de las organizaciones clandestinas del Partido y sus vínculos legales y semilegales con las masas, sólo en lucha contra los liquidadores y los conciliadores podía realizarse la auténtica unidad de la clase obrera.
En la resolución sobre la labor de agitación, la Reunión que la tarea fundamental del Partido era la amplia agitación en las masas por el derrocamiento del zarismo, por la república democrática y que las principales consignas revolucionarias continuaban siendo las reivindicaciones revolucionarias fundamentales del programa mínimo bolchevique: república democrática, jomada laboral de 8 horas y confiscación de las tierras de los terratenientes. La Reunión acordó desplegar inmediatamente y en todas partes la agitación por la preparación de la huelga política de toda Rusia, que se decidió fijar para el 9 de enero de 1914.
Una de las cuestiones principales de la Reunión fue el problema nacional, promovido en aquel tiempo a un lugar destacado entre otros problemas de la vida social de Rusia.
En el informe sobre el problema nacional, Lenin recalcó que la lucha contra la opresión nacional estaba unida inseparablemente a la lucha contra el zarismo, por la libertad y la democracia. Esta lucha poda tener éxito a condición de que los obreros de todas las nacionalidades de Rusia se agruparan en organizaciones proletarias únicas. La Reunión, apoyándose en el Programa del Partido, rechazó terminantemente la exigencia oportunista de los mencheviques y los bundistas de “autonomía nacional-cultural” y aprobó las tesis programáticas elaboradas por Lenin en el problema nacional. La Reunión confirmó que el lema fundamental del Partido en el problema nacional era el del derecho de las naciones a la autodeterminación, es decir, a la separación y formación de un Estado independiente (la segunda parte del lema se formulaba por primera vez en un documento del Partido), habida cuenta que la conveniencia de separarse una u otra nación debía resolverse independientemente en cada caso, desde el punto de vista de los intereses de todo el desarrollo social y de los intereses de la lucha de clase del proletariado por el socialismo. Lenin consideraba la resolución sobre el problema nacional aprobada por la Reunión como una declaración programática del Partido. La Reunión acordó incluir en el orden del día del próximo congreso del Partido un punto sobre el programa nacional.
En la resolución acerca del grupo socialdemócrata en la Duma, la Reunión reclamó la igualdad de derechos de las partes bolchevique y menchevique del grupo y condenó resueltamente las acciones de la parte menchevique del grupo que, aprovechando la mayoría casual de un voto, vulneraba los derechos elementales de los diputados bolcheviques que representaban a la inmensa mayoría de los obreros de Rusia. Por indicación de Lenin y del CC del Partido Bolchevique, en octubre de 1913 los diputados bolcheviques abandonaron el grupo socialdemócrata conjunto y formaron un grupo bolchevique autónomo en Estado (Grupo Obrero Socialdemócrata de Rusia).
En el informe sobre el Congreso Socialista Internacional proyectado para 1914 en Viena, Lenin propuso enviar al Congreso el mayor número posible de delegados de las organizaciones clandestinas y legales con vistas a celebrar el Congreso del Partido al mismo tiempo que el Congreso Socialista Internacional.
Por la importancia de los asuntos debatidos y las decisiones adoptadas, la Reunión de Poronin tuvo el significado de una Conferencia del Partido. Las actas de la Reunión no han sido halladas. El comunicado de la Reunión y las resoluciones aprobadas se publicaron en un folleto (Comunicado y resoluciones de la Reunión de Verano de 1913 del Comité Central del POSDR con funcionarios del Partido), editado en el extranjero por el Comité Central. Por razones de seguridad algunas resoluciones no fueron publicadas enteras: se omitieron el punto 6 de la resolución sobre el movimiento huelguístico y los puntos 1-5 de la resolución sobre la prensa del Partido.
Por la importancia de los asuntos debatidos y las decisiones adoptadas, la Reunión de Poronin tuvo el significado de una Conferencia del Partido. Las actas de la Reunión no han sido halladas. El comunicado de la Reunión y las resoluciones aprobadas se publicaron en un folleto (Comunicado y resoluciones de la Reunión de Verano de 1913 del Comité Central del POSDR con funcionarios del Partido), editado en el extranjero por el Comité Central. Por razones de seguridad algunas resoluciones no fueron publicadas enteras: se omitieron el punto 6 de la resolución sobre el movimiento huelguístico y los puntos 1-5 de la resolución sobre la prensa del Partido.
[2] Dzvin (La Campana): revista nacionalista burguesa, legal, mensual; se editó en lengua ucrania en Kíev, desde enero de 1913 hasta mediados de 1914. Aparecieron 18 números.
Fuente: Lenin, Obras Completas, Editorial Progreso, Moscú, 1984, t. XXV, pp. 149-152.
Digitalizado por M. I. Anufrikov para Partiynost
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