sábado, 27 de enero de 2018

La Unión Soviética y el movimiento de resistencia — M. I. Semiryaga

Mijail Ivanovich Semiryaga
(1922-2000)


La Unión Soviética, fiel a los principios del internacionalismo proletario, prestó multifacética y desinteresada ayuda a los pueblos de la Europa ocupada en su lucha por liberarse del yugo de los invasores nazifascistas. Según destacó el CC del PCUS, “en la lucha contra el fascismo desempeñó un importante papel el movimiento de Resistencia que se desplegó ampliamente en los países ocupados” [1]. Los falsificadores burgueses de la historia se empeñan en tergiversar el problema de la ayuda que la Unión Soviética prestó a los pueblos de otros países en la lucha contra el fascismo en los años de la guerra pasada, rebajando por todos los medios el verdadero papel del pueblo soviético y de su Partido Comunista en el triunfo sobre la Alemania hitleriana y sus aliados. Mas los infundios de los historiadores reaccionarios no resisten la confrontación con la verdad de la vida, con los hechos históricos. El artículo que presentamos analiza aspectos fundamentales de la ayuda soviética a la Resistencia.


*   *   *

El movimiento de liberación de los pueblos contra los invasores fascistas, conocido en la historia con el nombre de Resistencia, no fue una casualidad histórica, sino una parte integrante, lógica e importante da la Segunda Guerra Mundial. Fue una convincente corroboración de la tesis leninista acerca del crecimiento del papel de las masas populares en el proceso histórico, en general, así como en el desarrollo y desenlace de las guerras, en particular. La Resistencia, que crecía a medida que se ampliaba la agresión fascista, abarcó los doce países europeos ocupados por los hitlerianos, en ella participaron en total más de 2 millones 2 mil hombres, en su mayoría de Polonia, Yugoslavia y Francia.

La Resistencia, contramedida que los pueblos de Europa tomaron frente a la ocupación nazifascista de sus países, adquirió caracteres de lucha democrática general por el restablecimiento de la independencia nacional y la conquista de la libertad. Es lógico que en tal situación no podía ser un movimiento homogéneo en el sentido clasista, y estaba integrado por dos tendencias principales: la democrático-popular y la burguesa. El ala democrática popular, dirigida por los comunistas, fue la que expresó más plena y consecuentemente el carácter y los verdaderos objetivos de la Resistencia. No sólo se planteó como tarea expulsar al odiado enemigo y restablecer la independencia nacional, sino que amplió el campo de lucha, convirtiendo en su objetivo la liberación social de los trabajadores.

El carácter justo de la guerra contra la Alemania hitleriana determinó las tareas, las formas y los métodos de la lucha liberadora que libraron los pueblos de los países de la coalición antihitleriana. A su vez, la reactivación de la Resistencia influyó seriamente en el proceso de profundización del carácter justo de la guerra contra los Estados fascistas.

El pueblo soviético estuvo desde el comienzo mismo de la guerra junto a las víctimas de la agresión fascista y apoyó resueltamente su lucha de liberación nacional. Pese a las calumnias de los falsificadores de la historia y de los antisoviéticos [2], la URSS jamás persiguió sus objetivos coyunturales contrarios a los de otros pueblos. Al apoyar a la Resistencia de los pueblos de Europa, el Partido Comunista y el Gobierno soviético partían de los intereses vitales de todos los pueblos amantes de la libertad, línea que mantuvieron invariable durante toda la guerra.

A pesar de que la URSS no participaba en la Segunda Guerra Mundial antes del ataque contra ella de la Alemania hitleriana, no permaneció como observador indiferente. En las condiciones creadas luego de suscribirse el Tratado de no agresión entre la URSS y Alemania, el Partido Comunista y el Gobierno soviético buscaron formas y métodos de desenmascaramiento del fascismo y de lucha contra la Alemania hitleriana que no dieran a Hitler motivo para desatar provocaciones contra la Unión Soviética y prestaron al movimiento de liberación nacional de los pueblos de Europa toda la ayuda posible en aquel entonces, por los canales siguientes.

En los años de la guerra (hasta junio de 1943), en la Unión Soviética funcionó el Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista (CEIC). Los representantes del Partido Comunista (bolchevique) de la URSS tomaron parte activa en todas las medidas de la Komintern encaminadas a desplegar el movimiento de Resistencia en los países de Europa ocupados por los hitlerianos. Se sabe que la línea estratégica básica del movimiento comunista internacional trazada por la Komintern consistía en desenmascarar, con los esfuerzos mancomunados de todas las fuerzas democráticas, al fascismo como destacamento de choque del imperialismo y no permitirle desencadenar la Segunda Guerra Mundial. Cuando, a pesar de todo, la guerra comenzó, la Komintern ayudó a varios partidos comunistas a elaborar medidas concretas encaminadas a extender la lucha liberadora da los pueblos y crear frentes populares antifascistas. Por ejemplo, las propuestas del Secretariado del CEIC, enviadas al CC del Partido Comunista de Checoslovaquia a finales de 1940, señalaban la necesidad de vincular la lucha por la liberación nacional con la de liberación social [3].

En relación con la introducción en Bulgaria de tropas alemanas, el Secretariado del CEIC resolvió en enero de 1941 que el Partido Obrero Búlgaro se opusiera activamente a ese hecho [4].

Durante los díficiles años previos y durante el primer período de la Segunda Guerra Mundial, el PC(b) de la URSS y el Gobierno soviético continuaron prestando toda clase de ayuda a los partidos comunistas hermanos. Así, en octubre de 1938 luego de la ocupación hitleriana de Checoslovaquia, a Moscú llegó un nutrido grupo de dirigentes del Partido Comunista de Checoslovaquia, encabezado por K. Gottwald y formó aquí su Buró en el exterior. En la Unión Soviética trabajó durante muchos años el dirigente del Partido Comunista Francés Maurice Thorez [5]. En 1940, gracias a la ayuda del Gobierno soviético fueron liberados de las cárceles y llegaron a la URSS muchos dirigentes de los partidos comunistas de Rumania, Hungría, Finlandia y otros países. En la Unión Soviética se encontraban también unos 3 mil comunistas polacos [6].

En la URSS los comunistas emigrados tenían todas las condiciones necesarias para continuar luchando por la liberación de su patria. En particular, los burós de los partidos hermanos en el exterior, recibieron los medios técnicos para la radiodifusión a sus países y para mantener contactos permanentes con las organizaciones clandestinas del partido que actuaban en su Patria. Se les ofreció también la posibilidad de enviar mensajeros especiales a sus países, materiales de propaganda, etc.

Las autoridades soviéticas prestaban toda clase de asistencia a numerosos refugiados, especialmente de Polonia y Checoslovaquia, después de que estos países fueron ocupados por los hitlerianos. Hacia mediados de 1941, en la Unión Soviética se encontraban cientos de miles de ciudadanos polacos. Recibieron trabajo y se les crearon todas las condiciones necesarias para sus actividades culturales. Las mismas condiciones se crearon para los refugiados de Bohemia y Eslovaquia. Una unidad militar de unos mil combatientes bajo el mando del teniente coronel L. Svoboda (futuro Presidente de la República Socialista Checoslovaca) que estaba primero en Polonia, se trasladó en septiembre de 1939 a la Unión Soviética [7].


*   *   *

El ataque alevoso de la Alemania hitleriana contra la Unión Soviética cambió la situación político-militar en el mundo y la correlación mundial de fuerzas, reforzó de una manera radical el carácter liberador y justo de la guerra de los adversarios a la Alemania fascista; la Unión Soviética con su gran poderío económico y militar se convirtió en baluarte del frente único antifascista. J. Stalin, al intervenir por encargo del Comité Central del Partido el 3 de julio de 1941, dijo que el objetivo de la Guerra Patria del pueblo soviético era “no sólo liquidar el peligro que se ha cernido sobre nuestro país, sino también ayudar a todos los pueblos de Europa que gimen bajo el yugo del fascismo alemán” [8].

La Gran Guerra Patria cambió de raíz la vida del pueblo soviético y el carácter de las actividades del Partido. Al reestructurar sus filas, modificar las formas y los métodos de la dirección del país, y encabezar la lucha contra el enemigo, el Partido Comunista pasó a ser un partido en combate. Exigió de todos los afiliados una elevada responsabilidad por el destino de la Patria, envió al frente a sus mejores cuadros y convirtió al país en un campo de batalla único bajo la consigna “¡Todo para el frente, todo para la victoria!”.

Con su trabajo abnegado en la retaguardia y el derroche de heroísmo en el frente, el pueblo soviético hizo un decisivo aporte a la batalla contra el fascismo y de este modo al despliegue sucesivo del movimiento de Resistencia en otros países y a la liberación de todos los pueblos de Europa.

Comenzada la Gran Guerra Patria, la Resistencia no sólo se relacionó del modo más estrecho con los acontecimientos en el frente soviético-alemán, sino que dependía de ellos. Caracterizando el movimiento de Resistencia en Francia después del 22 de junio de 1941, Maurice Thorez escribía: “La agresión hitleriana contra la Unión Soviética dio un fuerte impulso a la Resistencia y, en especial, a la organización de la lucha armada... Después del 22 de junio de 1941, los patriotas se dijeron: “Con un aliado como el pueblo soviético no estamos solos, podemos conquistar la libertad, podemos triunfar” [9].

La ayuda más eficaz a la lucha liberadora de los pueblos fue la derrota que el Ejército Soviético infligió a las mejores tropas de la Wehrmacht en las más grandes batallas libradas en el frente soviético-alemán. Como se sabe, de los 13 millones 600 mil hombres que perdió Alemania fascista (muertos, heridos, prisioneros) a este frente corresponden 10 millones de soldados y oficiales [10]. A la reactivación del movimiento de Resistencia europeo contribuyó también el hecho de que el Mando hitleriano se vio obligado a enviar al frente Oriental cada vez nuevas fuerzas, debilitando así su retaguardia europea. De 1941 a 1944 se trasladaron del Oeste al frente Oriental 212 divisiones fascistas [11].

Un gran papel en el reforzamiento de la resistencia al fascismo y en el fortalecimiento de la seguridad de los pueblos en la derrota inevitable del “nuevo orden” nazifascista desempeñaron varias acciones de la Unión Soviética en política exterior, tales como el establecimiento de relaciones con los gobiernos en la emigración de Polonia, Checoslovaquia y de algunos otros países, la lucha tenaz por fortalecer y ampliar la coalición antihitleriana, por que los aliados abrieran el segundo frente en Europa; el reconocimiento del Comité Nacional de Liberación de Yugoslavia y el Comité Nacional de Liberación Polaco; la participación en las conferencias de los jefes de gobierno de las grandes potencias en Teherán y Yalta; la suscripción de importantes tratados políticos y militares con varios países, etc. El mismo objetivo se proponía la URSS con las medidas encaminadas a elaborar el programa de estructuración posbélica. Ante los pueblos de la Europa ocupada, estas medidas abrían una clara perspectiva de lucha y confirmaban una vez más la voluntad inquebrantable del pueblo soviético y del Estado socialista de defender la causa de un arreglo pacifico justo.

Desde los primeros días de la Gran Guerra Patria, el Partido Comunista y el Gobierno soviético prestaron a petición de los líderes de los partidos comunistas en la emigración una activa ayuda a la lucha liberadora antifascista de las fuerzas patrióticas de los países ocupados. Así, por iniciativa del Buró en el exterior del Partido Obrero Búlgaro, en agosto-septiembre de 1941 regresaron a Bulgaria procedentes de la URSS, con la ayuda de órganos militares soviéticos, siete grupos de emigrantes políticos [12]. Varios dirigentes de estos grupos recibieron educación militar superior en academias soviéticas. La Unión Soviética también ayudó a los patriotas checos y eslovacos en la formación de varios grupos especiales para el trabajo en la retaguardia fascista y contribuyó a trasladarlos a la patria [13]. También se prestó la asistencia multilateral a los patriotas polacos. A Alemania —guarida de la fiera fascista— regresaron, con la ayuda de órganos soviéticos, muchos comunistas alemanes que en su tiempo habían emigrado a la Union Soviética [14].


*   *   *

En la Unión Soviética se concedía una gran importancia al trabajo propagandístico entre la población de los países ocupados, así como entre la población y las tropas del enemigo. A comienzos de la Gran Guerra Patria se constituyó el Buró soviético de propaganda político-militar que prestaba, en particular, ayuda directa a los antifascistas extranjeros en sus actividades propagandísticas. Durante la guerra, la Dirección Política Principal del Ejército Rojo editaba dos periódicos en alemán y en rumano para los prisioneros de guerra. Las direcciones políticas de los frentes editaban 10 periódicos en alemán, 2 en finés y 2 en rumano. En total, durante la Gran Guerra Patria, sólo la Dirección Política Principal, sin contar los órganos políticos de los frentes y ejércitos, editó para que circularan entre las tropas enemigas y la población de los países extranjeros más de 3.300 títulos de la producción impresa con una tirada superior a dos mil millones de ejemplares. Los antifascistas extranjeros recibían también una gran ayuda para la organización de propaganda oral entre la población de sus respectivos países. Con este fin se les concedieron medios de radiodifusión. Las emisoras soviéticas emitían sus programas en 28 idiomas extranjeros. Los programas en que participaban dirigentes de los partidos comunistas hermanos, destacadas personalidades de la ciencia y la cultura, constituían un gran apoyo moral a los patriotas de los países de Europa, quienes en la clandestinidad luchaban contra el fascismo.

Un papel positivo en la consolidación de las fuerzas antifascistas del mundo, en el esclarecimiento de los objetivos liberadores de la guerra que sostenía el pueblo soviético y en el desenmascaramiento de la ideología misantrópica del fascismo, desempeñaron los comités antifascistas creados en la Unión Soviética durante la guerras el Comité eslavo antifascista, el Comité antifascista de la juventud soviética, el Comité antifascista da mujeres soviéticas y el Comité antifascista hebreo.

Los órganos soviéticos ofrecieron a los antifascistas extranjeros la posibilidad de trabajar entre los prisioneros de guerra que se encontraban en territorio soviético. Por iniciativa de los comunistas alemanes, a finales de 1941, se celebró la primera Conferencia de soldados alemanes que aprobó el “Llamamiento al pueblo alemán”. Durante 1942 se celebraron varias conferencias de esta índole y en julio de 1943 se constituyó el Comité Nacional “Alemania Libre”. En septiembre del mismo año, un grupo de oficiales y generales de orientación antifascista constituyó la “Unión de oficiales alemanes”. El Gobierno soviético concedió a disposición del Comité Nacional “Alemania Libre” una radioemisora y creó las condiciones necesarias para la edición de un semanario. Como resultado de la labor política del Comité Nacional “Alemania Libre”, hacia finales de 1944 el 75% de los soldados y suboficiales prisioneros se adhirieron al movimiento “Alemania Libre” [15].

En la URSS funcionaban escuelas antifascistas que preparaban cuadros propagandísticos de diferentes nacionalidades. Hacia mediados de octubre de 1944, en las escuelas antifascistas se graduaron 1.446 personas, incluidos 690 alemanes, 169 austríacos, 175 italianos, 203 húngaros y 209 rumanos [16]. Los antifascistas alemanes pudieron participar en el trabajo propagandístico dirigido a desmoralizar a la Wehramcht en el frente, así como en operaciones de los destacamentos guerrilleros. A los antifascistas de entre los prisioneros de guerra rumanos, húngaros y de otras nacionalidades se les ofreció también la posibilidad de participar junto con los soldados soviéticos en la liberación de sus respectivos países.


*   *   *

La Unión Soviética, accediendo al deseo de muchos antifascistas extranjeros y prisioneros de guerra, prestó el más enérgico respaldo en la formación de unidades militares nacionales que, hombro con hombro con el Ejército Soviético, combatían al enemigo común. Con este objetivo en 1943 el Comité Estatal de Defensa dispuso formar el aparato especial del mandatario del Gran Cuartel General, para las formaciones militares extranjeras en el territorio de la URSS. Hacia mediados de 1944, en la Unión Soviética se formaron y pertrecharon del material bélico y el armamento necesarios un ejercito polaco, un cuerpo de ejército checoslovaco, una división rumana, varias unidades yugoslavas y un regimiento de aviación francés, en total 104.290 soldados y oficiales [17].

Las autoridades soviéticas prestaron la más variada asistencia a estas tropas, asi como al Ejército Popular Búlgaro y a las unidades noruegas que cooperaron con las Fuerzas Armadas de nuestro país en la etapa final de la guerra. El total de efectivos de las unidades extranjeras formadas con la ayuda de la URSS pasó de 550 mil hombres hacia finales de la guerra [18]. Hicieron su aporte al triunfo sobre el enemigo común.

Fue muy eficaz y multifacética la ayuda directa que la URSS prestó al movimiento guerrillero de muchos países de Europa, especialmente de los adyacentes. Los soviéticos durante toda la guerra siguieron con admiración la valerosa lucha de los patriotas yugoslavos. La gran distancia que separa a la URSS de Yugoslavia no permitió prestar ayuda directa a este país al comienzo de la guerra. La situación cambió a finales de 1943, y el Gobierno soviético decidió enviar a Yugoslavia una misión militar para encontrar las vías y posibilidades de prestar ayuda directa al pueblo yugoslavo. El 23 de febrero de 1944, la misión encabezada por el general N. Kornéev llegó al punto de destino y permaneció allí hasta finales de la guerra [19].

Desde bases especiales construidas en Ucrania y posteriormente en Italia, Rumania y Bulgaria, los aviadores soviéticos transportaron varios miles de toneladas de diferentes cargas a los patriotas yugoslavos y sacaron miles de combatientes enfermos o heridos del Ejército Liberador Popular de Yugoslavia (ELPY). En Yugoslavia trabajaba un nutrido grupo de médicos y enfermeras soviéticos encabezado por el profesor A. Kazanski. La ayuda a Yugoslavia aumentó cuando en octubre de 1944 el Ejército Soviético inició una cooperación militar directa con el ELPY. Durante los años de guerra, la Unión Soviética le suministró más de 155 mil fusiles y carabinas, más de 38 mil metralletas, mas de 15 mil ametralladoras, unos 6 mil cañones y morteros, 69 tanques, 491 aviones y muchos otros equipos bélicos, armamentos y municiones [20].

Las misiones militares respectivas cooperaban también, en la asistencia soviética a los guerrilleros de Grecia y Albania. El Ejército Rebelde Popular de liberación de Bulgaria recibió los más diversos tipos de armamentos. Así, tan sólo a finales de agosto y a principios de septiembre de 1944, los aviones soviéticos lanzaron en paracaídas armamentos para 10 mil guerrilleros búlgaros y yugoslavos [21]. Ayuda sistemática recibía el movimiento guerrillero polaco [22].

Un importante papel en la ayuda a los guerrilleros de Polonia, Checoslovaquia, Rumania y Hungría, desempeñó el Estado Mayor Ucraniano del Movimiento Guerrillero (EMUMG) en el cual había representantes permanentes de los partidos comunistas de estos países. La escuela especial adjunta al EMUMG preparaba cuadros guerrilleros de otros países. Hacia el 1º de agosto de 1944 se graduaron en ésta 507 antifascistas (checos, eslovacos, húngaros, rumanos, yugoslavos,etc.) quienes posteriormente fueron trasladados a sus países [23].

La ayuda soviética a los pueblos de Checoslovaquia aumentó particularmente durante la Sublevación Nacional Eslovaca.

Se realizaba por tres vías: reactivación de las operaciones militares de las tropas soviéticas en la zona de los Cárpatos con miras a entrar en Eslovaquia y unirse con los rebeldes; desembarcos aéreos y transporte de armamentos por vía aérea; redislocación de las formaciones guerrilleras soviéticas desde la URSS y Polonia hacia Eslovaquia.

Las insurrecciones armadas que estallaron en la segunda mitad de 1944 bajo la dirección de los partidos comunistas y obreros fueron culminación de la lucha de liberación popular en la mayoría de los países de Europa Central y Suroriental. No cabe duda que las premisas socioeconómicas y políticas que iniciaron las revoluciones populares se hallaban dentro de estos países. Sin embargo, no es menos evidente que en las condiciones concretas de la segunda mitad de 1944, cuando en los países de Europa Central y Suroriental se concentraban grandes fuerzas de la Wehrmacht, el triunfo de las insurrecciones dependía en medida decisiva de la derrota de estas fuerzas por el Ejercito Soviético. Gracias, precisamente, al éxito de la operación de Iassy-Kishiniov en agosto de 1944 en la cual el Ejercito Soviético derrotó al grueso de la agrupación enemiga de los ejércitos “Ucrania del Sur”, integrada también por tropas del reino de Rumania, el pueblo rumano dirigido por el Partido Comunista derrocó el régimen de Antonescu, y el ejército rumano volvió las armas contra los hitlerianos.

En las mismas condiciones favorables, cuando las tropas soviéticas entraron en Bulgaria, triunfó la insurección armada del pueblo búlgaro. El éxito de la operación de las tropas soviéticas a comienzos de mayo de 1945 aseguró el triunfo de la sublevación armada en Bohemia. El hecho de que los rebeldes eslovacos, pese a las condiciones sumamente difíciles, supieron mantenerse durante dos meses en el territorio liberado de Eslovaquia Central, fue mérito no sólo de los propios rebeldes, sino también de la ayuda prestada por la Unión Soviética. “Sin la ayuda multifacetica de la URSS —decía Gustav Husak—, ayuda militar material, política y moral, el pueblo sublevado de Eslovaquia no hubiera podido librar durante dos meses una lucha difícil y abierta contra las fuerzas superiores de las divisiones hitlerianas. Sin el gran papel liberador de la Unión Soviética no existiría una Checoslovaquia libre” [24].

La sublevación de Varsovia ocupa un lugar especial entre las rebeliones armadas durante la guerra. El gobierno en el exilio, con sede en Londres, y el grupo dirigente de su organización militar —Armia Krajowa—, escudándose tras laв consignas de la lucha antifascista, provocaron prematuramente la insurección para utilizarla en provecho de sus estrechos intereses de clase, como un acto político dirigido, en definitiva, contra la Unión Soviética y el Comité Nacional de Liberación Polaco formado al comienzo de la sublevación. La política aventurera de la cumbre nacionalista de la emigración polaca causo la muerte de varios miles de heroicos rebeldes. La historiografía reaccionaria burguesa no cesa de calumniar la posición del Gobierno soviético respecto a la sublevación de Varsovia. Los hechos testimonian, entre tanto, que a pesar de los intentos da los lideres reaccionarios del Armia Krajowa de aprovecharse de esta sublevación con fines antisoviéticos, el Alto Mando soviético consideraba que los rebeldes de Varsovia, quienes con las armas combatían a los invasores fascistas, eran compañeros de armas del Ejército Soviético y les prestaba toda clase de asistencia.

El mariscal de la Union Soviética K. Rokossovski recordaba: “La tragedia desatada en Varsovia no nos dejaba tranquilos. La conciencia de la imposibilidad de emprender una gran operación para salvar a loe rebeldes parecía una tortura. En aquellos momentos por alta frecuencia llamó Stalin.

Le informé acerca de la situación en el frente y todo lo relacionado con Varsovia. Stalin preguntó si las tropas del frente estaban en condiciones de emprender la operación de liberación de Varsovia. Al recibir respuesta negativa, pidió que prestáramos toda la ayuda posible a los sublevados y facilitáramos su situación. Mis propuestas sobre cómo y con qué íbamos a ayudar él aprobó” [25].

En sólo dos semanas de septiembre, la aviación soviética realizó 2.243 incursiones para arrojar a los rebeldes 2.667 metralletas y fusiles, 156 morteros, 505 fusiles antitanque y otras armas, municiones, equipos, alimentos y medicinas [26]. Por su heroísmo en los combates por la liberación de Polonia el Ejercito Soviético mereció la sincera gratitud del pueblo polaco.


*   *   *

Al analizar la ayuda prestada por la Unión Soviética a la lucha de liberación nacional de los pueblos de los países de Europa ocupados por los hitlerianos, no puede menos que mencionarse el aporte que hicieron los soviéticos que por diversas circunstancias se encontraban en distintos países de Europa Occidental. Durante las operaciones militares, especialmente en el primer período de la Gran Guerra Patria, no pocos combatientes soviéticos cayeron prisioneros. Además, los hitlerianos llevaron a Alemania y a otros países ocupados a millones de ciudadanos soviéticos [27].

Lejos de la Patria, bajo el terror y la violencia más brutales, los soviéticos encontraban la manera de participar en la lucha armada contra el enemigo. Muchos de ellos escapaban de los campos de prisioneros de guerra y de trabajos forzados y se incorporaban a loe destacamentos guerrilleros de los patriotas locales y en no pocos casos organizaban tales destacamentos y grupos.

En Francia, a iniciativa de los comunistas, se formó el Comité Central de prisioneros de guerra soviéticos. Los comunistas y komsomoles soviéticos encabezaron numerosos destacamentos guerrilleros en los cuales sólo combatían ciudadanos soviéticos o ciudadanos de varios países que operaban en territorio francés. Uno de ellos, V. Porik, obtuvo por sus hazañas combativas el título de Heroe de la Union Soviética. Miles de comunistas soviéticos —entre más de 40 mil ciudadanos soviéticos participantes activos en el movimiento de Resistencia europeo— combatieron en destacamentos guerrilleros en Italia, Bélgica, Yugoslavia, Checoslovaquia, Bulgaria, Grecia y otros países. Eran dignos representantes de su Patria.

Los pueblos de Europa y los partidos hermanos aprecian altamente la lucha de los soviéticos en la Resistencia. “Es imposible escribir la historia de la liberación de Francia de las hordas hitlerianas —destaca Gastan Larosh, participante activo en la Resistencia francesa— sin mencionar a les soviéticos que hombro a hombro con los franceses participaron en la lucha” [28]. Uno de los dirigentes de la Resistencia italiana, ex presidente del Consejo de Ministros de Italia, Ferruccio Parri escribía: “Quiero recordar hoy con buenas palabras a los soviéticos que participaron en la Resistencia italiana... Su valentía, heroísmo y abnegación desempeñaron un importante papel tanto en lo militar como en lo moral” [29].

Los ciudadanos soviéticos y, ante todo, los comunistas que se encontraban en los campos de muerte fascista, se distinguieron como inquebrantables luchadores contra el fascismo. Bajo la vigilancia de la Gestapo y arriesgando a cada paso la vida, los comunistas soviéticos se cohesionaban, creaban sus organizaciones clandestinas, hacían todo la posible para luchar contra el fascismo. Una de las mayores organizaciones de este tipo fue la Cooperación Fraternal de Prisioneros de Guerra, dirigida por comunistas soviéticos, que actuaba en el Sur de Alemania.

En Alemania, prácticamente no hubo un gran campo de prisioneros de guerra, campo para “obreros de Oriente” o campo de concentración, en que los comunistas soviéticos no hubieran organizado varios grupos clandestinos, incluidos grupos del Partido. Por ejemplo, en el campo de concentración Zeithain, cerca de Dresde, en la primavera de 1943 los comunistas soviéticos y alemanes formaron un grupo clandestino y en su reunión general decidieron considerarlo célula del PC(b) de la URSS y trabajar en estricto acuerdo con el Programa y los Estatutos del Partido, teniendo en cuenta, naturalmente, las condiciones específicas de la prisión [30].

En Leipzig, donde trabajaban varios miles de obreros extranjeros, los comunistas soviéticos y alemanes organizaron en el verano de 1943 el Comité Internacional Antifascista.

Uno de los organizadores de la clandestinidad en Sachsanhausen fue el general A. Zótov, comunista. En el campo de concentración de Buchenwald, los comunistas soviéticos organizaron el Centro político ruso que cooperó intensamente con los comunistas de otros países. Mujeres soviéticas comunistas, prisioneras en el campo de concentración Ravensbruck también crearon su organización clandestina. En Mauthausen, uno de los más monstruosos campos de la muerte, los comunistas soviéticos encabezaron el trabajo clandestino. El general D. Kárbishev, hecho prisionero, demostró ser un combatiente indoblegable. En todos los campos de concentración a donde lo arrojaron los hitlerianos, alzaba a los patriotas soviéticos a la lucha, infundía fe en el triunfo sobre el fascismo.

Los prisioneros extranjeros de los campos de concentración hitlerianos recuerdan con profundo reconocimiento a los camaradas soviéticos. Los austríacos, ex prisioneros del Dachau, Franz Freihaut, Joseph y Fritz Lauscher escribieron que el comportamiento de los soviéticos en el campo de concentración fue ejemplo para ellos y que los camaradas soviéticos, a pesar de sufrir grandes pérdidas, crearon allí una eficaz organización política y posteriormente militar [31].

El profesor S. Eftimiades, antifascista yugoslavo, quien estaba en el campo de concentración junto con prisioneros de guerra soviéticos, escribió en su diario el 10 de noviembre de 1942: “En los soviéticos pude ver la disposición a hacer todo lo posible para salvar su Patria. Hecho que me permitió sacar una conclusión concreta: el Partido de la Unión Soviética supo dar vida al pueblo e infundirle fe en el futuro, en aras de lo cual estaba dispuesto a sacrificar todo para salvar las conquistas de la Gran Revolución Socialista de Octubre” [32].

No es sorprendente que las autoridades hitlerianas vieran en los patriotas soviéticos a sus principales enemigos.

La Patria apreció altamente las hazañas heroicas de sus hijos, que, lejos de ella, lucharon con abnegación contra el fascismo. Los más audaces combatientes de la clandestinidad en el extranjero merecieron el honroso título de Héroes de la Unión Soviética.


*   *   *

En los años de la guerra pasada, el Partido Comunista de la Unión Soviética y el Estado soviético cumplieron dignamente con su deber internacionalista ante los trabajadores de todos los países. Los soviéticos, en todas las condiciones, prestaron ayuda activa a la lucha de liberación nacional de los pueblos de Europa, participaron con energía en la Resistencia. Importancia decisiva para el destino de los países y pueblos de Europa Central y Suroriental tuvo el hecho de que las Fuerzas Armadas Soviéticas los liberaron de la ocupación nazifascista y crearon condiciones exteriores favorables para el triunfo de las revoluciones populares.

La experiencia de la solidaridad de los pueblos, las formas y métodos de ayuda mutua en la lucha contra el fascismo en los años de la Segunda Guerra Mundial conservan su importancía también para nuestro tiempo. Las fuerzas revolucionarias de liberación de muchos países, especialmente en Africa, Asia y América Latina perciben en forma creadora esta experiencia y la aplican con éxito en la lucha por la libertad, la paz, la democracia y el progreso social.



Notas

[1] “Acerca del 30° aniversario de la Victoria del pueblo soviético en la Gran Guerra Patria de 1941-1945. Resolución del CC del PCUS”, Pravda, 9. II. 1975.

[2] Véase Churchill, The Second World War, London, 1951, vol. 4, p. 400; G. Hollan, Die Internationale Wurzein und Erscheinungsformen des proletarischen Internationalismus, Köln, 1959, S. 10-11.

[3] Véase Internacional Comunista, Breve ensayo histórico, Moscú, 1969, pág. 495 (en ruso).

[4] Ibid., pág. 499.

[5] Véase Maurice Thorez, Obras escogidas, t. 1 (1930-1944), Moscú, 1959, pág. 689 (en ruso).

[6] M. Malinowski, Geneza PPR, Warszawa, 1972, Str. 95.

[7] Véase Ludvic Svoboda, De Buzuluk a Praga, Moscú, 1969, pág. 23 (en ruso).

[8] J. Stalin, Sobre la Gran Guerra Patria de la Union Soviética, Moscú, 1953, pág. 16 (en ruso).

[9] Maurice Thorez, Hijo del pueblo, Moscú, 1960, pág. 168 (en ruso).

[10] La Gran Guerra Patria de la Union Soviética. 1941-1945, Historia breve, Moscú, 1970, pág. 567 (en ruso).

[11] Historia del Partido Comunista de la Unión Soviética, Moscú, 1970, t. 5, libro 1, pág. 568 (en ruso).

[12] Actividad del Partido Comunista Búlgaro dentro del ejército, Documentos y materiales, Sofía, 1959, pág. 563 (en búlgaro).

[13] Amort Č., Na pomoc ceskoslovenskému lidu, Dokumenty, Praha, 1960, Str. 58.

[14] Geschichte der deutschen Arbeiterbewengung, Bd. 5, Berlin, 1966, S. 303-304.

[15] La Segunda Guerra Mundial, Libro 3, La Resistencia en Europa, Moscú, 1966, pág. 189 (en ruso).

[16] Véase Historia del Partido Comunista de la Union Soviética, ed. cit., t. 5, libro I, pág. 590.

[17] La Segunda Guerra Mundial y la contemporaneidad, Moscú, 1972, pág. 227 (en ruso).

[18] Historia del Partido Comunista de la Unión Soviética, ed. cit., t. 5, libro 1, pág. 573.

[19] Operación de Belgrado, Moscú, 1963, pág. 53 (en ruso).

[20] Misión liberadora de las Fuerzas Armadas Soviéticas en la Segunda Guerra Mundial, Moscú, 1971, pág. 236 (en ruso).

[21] Véase Historia de la Gran Guerra Patria de la Unión Soviética. 1941-1945, Moscú, 1964, t. 4, pág. 491 (en ruso).

[22] Para más detalles véase la publicación presentada en esta recopilación: el artículo de P. Kochegura Liberación de Polonia.

[23] Véase Solidaridad internacional y la lucha contra el fascismo. 1935-1945, Kíev, 1970, págs. 394-398 (en ucraniano).

[24] Pravda, 30. VIII. 1974.

[25] K. Rokossovski, Deber del soldado, Moscú, 1972, págs. 287-288 (en ruso).

[26] Historia de la Gran Guerra Patria de la Unión Soviética. 1941-1945, ed. cit., t. 4, pág. 246.

[27] Véase Proceso de Nuremberg, t. 1, Moscú, 1957, pág. 173 (en ruso).

[28] Cahiers du communisme, 1960, N. 3, pág. 400.

[29] Pravda, 5. V. 1965.

[30] Materiales del Comité Soviético de Veteranos de Guerra (CSVG). Acta taquigráfica del encuentro de los ex prisioneros de guerra en los campos de concentración de la comarca de Dresde del 25 de abril de 1959 (en ruso).

[31] Véase Materiales del CSVG. Documento “Sobre la lucha en el campo de concentración de Dachau”, h. 1 (en ruso).

[32] Materiales del CSVG. Acta taquigráfica del encuentro de los combatientes de la Resistencia de los campos de concentración de Hammelburg, Flossenburg y Nuremberg del 20 de junio de 1955 (en ruso).



Fuente: Misión liberadora de la Unión Soviética en la Segunda Guerra Mundial, Academia de Ciencias de la URSS, Moscú, 1985, pp. 99-116.



Digitalizado por M. I. Anufrikov para Partiynost

No hay comentarios:

Publicar un comentario