martes, 30 de enero de 2018

Stalin sobre los peligros de las desviaciones derechista e izquierdista en la cuestión nacional


¿Existen “izquierdas” y derechas en las organizaciones comunistas de las regiones y repúblicas? Naturalmente que sí. Esto es innegable.

¿En qué consisten los pecados de las derechas? Consisten en que las derechas no representan ni pueden representar un antídoto, un baluarte seguro contra las corrientes nacionalistas que se desarrollan y acentúan a causa de la NEP. El hecho de que el sultán-galievismo haya podido surgir y el que se haya creado cierto núcleo de partidarios en las repúblicas orientales, particularmente en Bashkiria y en Tartaria, es un testimonio indudable de que los elementos de derecha, que constituyen en esas repúblicas una mayoría predominante, no son un baluarte suficiente contra el nacionalismo.

Conviene tener presente que nuestras organizaciones comunistas de la periferia, de las repúblicas y de las regiones, sólo pueden desarrollarse, fortalecerse y convertirse en verdaderos cuadros marxistas internacionalistas en el caso de que consigan vencer el nacionalismo. El nacionalismo es el principal obstáculo ideológico para la formación de cuadros marxistas, para la formación de una vanguardia marxista en las regiones periféricas y en las repúblicas. La historia  de nuestro Partido nos dice: que el Partido Bolchevique, en su parte rusa, creció y se fortaleció luchando contra el menchevismo, pues el menchevismo es una ideología burguesa, el menchevismo es el vehículo que lleva la ideología burguesa al seno de nuestro Partido; y, sin vencer al menchevismo, nuestro Partido no hubiera podido fortalecerse. Ilich lo ha dicho en sus escritos repetidas veces. El bolchevismo únicamente ha ido creciendo y fortaleciéndose como un auténtico partido dirigente, conforme fue venciendo al menchevismo en sus formas orgánicas e ideológicas. Lo mismo cabe decir del nacionalismo con respecto a nuestras organizaciones comunistas de las regiones de la periferia y de las repúblicas. El nacionalismo desempeña con respecto a estas organizaciones el mismo papel que ha desempeñado el menchevismo en el pasado con respecto al Partido Bolchevique. Sólo encubiertas bajo el nacionalismo pueden infiltrarse en nuestras organizaciones de la periferia toda clase de influencias burguesas, entre ellas los mencheviques. Nuestras organizaciones de las repúblicas sólo pueden llegar a ser marxistas en el caso de que sepan resistir a la corriente nacionalista que pugna por penetrar en nuestro Partido en las regiones de la periferia, y esto obedece a que la burguesía renace, a que crece la NEP, a que crece el nacionalismo, a que existen supervivencias del chovinismo gran ruso que también impulsan al nacionalismo local, a que existe la influencia de los Estados extranjeros, que apoyan por todos los medios al nacionalismo. La lucha contra este enemigo en las repúblicas y en las regiones es una fase por la que deben pasar nuestras organizaciones comunistas de las repúblicas nacionales, si es que quieren fortalecerse como organizaciones auténticamente marxistas. No existe otro camino. Y en esta lucha, las derechas son débiles. Y lo son porque se hallan contagiadas de escepticismo en lo que al Partido respecta y se dejan influenciar fácilmente por el nacionalismo. Este es el pecado del ala derecha de las organizaciones comunistas de las repúblicas y de las regiones.

Pero no son menores, si no es que son mayores, los pecados de las
izquierdas” en las regiones de la periferia. Si las organizaciones comunistas de la periferia no pueden fortalecerse y desarrollarse para llegar a ser cuadros auténticamente marxistas sin vencer el nacionalismo, estos cuadros, a su vez, sólo podrán convertirse en organizaciones de masas, sólo podrán agrupar en torno suyo a la mayoría de las masas trabajadoras, si aprenden a ser lo suficientemente flexibles para incorporar a nuestras instituciones del Estado, mediante concesiones, a todos los elementos nacionales, leales en alguna medida si aprenden a maniobrar entre la lucha resuelta contra el nacionalismo en el seno del Partido y la lucha no menos resuelta por atraer al trabajo soviético a todos los elementos más o menos leales de la población, a los intelectuales, etc. Las “izquierdas” de la periferia están exentas, en mayor o menor grado, de escepticismo ante el Partido, de la tendencia a dejarse influenciar por el nacionalismo. Pero los pecados de las “izquierdas” consisten en que no saben ser flexibles con respecto a los elementos democrático-burgueses o simplemente leales de la población; no saben y no quieren maniobrar para atraer a estos elementos; desfiguran la línea del Partido, encaminada a conquistar a la mayoría de la población trabajadora del país. Y, sin embargo, es preciso lograr y desarrollar a toda costa esta flexibilidad [1] y esta capacidad de maniobrar entre la lucha contra el nacionalismo y la incorporación de los elementos leales en alguna medida a las filas de nuestras instituciones del Estado. Y esta flexibilidad sólo puede lograrse y desarrollarse si tenemos en cuenta toda la complejidad y todas las particularidades específicas con las que nos encontramos en nuestras regiones y repúblicas; si no nos dedicamos a una simple trasplantación de los modelos que se están creando en las regiones industriales del centro y que no pueden ser trasplantados mecánicamente a la periferia; si no despreciamos a los elementos de la población con inclinaciones nacionalistas, a los elementos pequeñoburgueses con inclinaciones nacionalistas; si aprendemos a atraer a estos elementos al trabajo general del Estado. El pecado de las “izquierdas” consiste en que están contaminadas de sectarismo y no comprenden la importancia primordial de estas complejas tareas del Partido en las repúblicas y en las regiones nacionales.

Si las derechas son una amenaza porque con su tendencia al nacionalismo pueden obstaculizar el crecimiento de nuestros cuadros comunistas en las regiones de la periferia, las “izquierdas”, a su vez, son una amenaza para el Partido porque con su tendencia a dejarse llevar hacia un
comunismo” simplista y precipitado pueden apartar a nuestro Partido del campesinado y de extensas capas de la población local.

¿Cuál es el mayor de estos peligros? Si los camaradas que se desvían “hacia la izquierda” piensan seguir practicando en la periferia su política de disociación artificial de la población, y esta política no sólo se ha practicado en Chechenia y en la región de Yakutia, no sólo en el Turkestán... (Ibraguímov: “Es la táctica de la diferenciación”) —ahora al camarada Ibraguímov se lo ocurre sustituir la táctica de la disociación por la táctica de la diferenciación, pero eso no cambia nada— si, como iba diciendo, piensan seguir practicando la política de disociación por arriba; si piensan que es posible trasplantar mecánicamente los modelos rusos a una situación específicamente nacional, sin tomar en consideración el modo de vida y las condiciones concretas; si consideran que, al luchar contra el nacionalismo, es preciso arrojar por la borda al mismo tiempo todo lo nacional; en una palabra, si los comunistas de “izquierda
de las regiones de la periferia piensan seguir siendo incorregibles, debo decir que, de los dos peligros, el peligro de “izquierda” puede resultar el mayor.

Esto es lo que quería decir sobre el problema de las “izquierdas” y derechas. Me he adelantado un poco, pero ha sido porque toda la conferencia se ha adelantado, anticipando la discusión del segundo punto.

Hay que espolear a las derechas para obligarles, para enseñarles a luchar contra el nacionalismo, con vistas a forjar verdaderos cuadros comunistas con los hombres del país. Pero es preciso, asimismo, espolear a las “izquierdas”, para enseñarles a ser flexibles, para enseñarles a maniobrar acertadamente, con vistas a conquistar las vastas masas de la población. Es preciso realizar todo esto, porque la verdad se halla “en el medio”, entre las derechas y las “izquierdas”, como ha señalado acertadamente Jodzhánov.




Notas

[1]  Anotación de Partiynost: flexibilidad” no significa “oportunismo” o falta de principios”. En 1925, Stalin dijo a un miembro del PC de Alemania:
Es necesario que el Partido sepa conjugar en su labor la máxima fidelidad a los principios (¡no confundir eso con el sectarismo!) con la máxima ligazón y el máximo contacto con las masas (¡no confundir eso con el seguidismo!), sin lo cual al Partido le será imposible, no sólo instruir a las masas, sino también aprender de ellas, no sólo guiar a las masas y elevarlas hasta el nivel del Partido, sino también prestar oído a la voz de las masas y adivinar sus necesidades apremiantes.Sobre las perspectivas del PC de Alemania y sobre la bolchevización


Fuente: Stalin, I. V., Obras, Lenguas extranjeras, Moscú, t. V, 1953, pp. 109-111.

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