Miguel
Enríquez
1972
Compañeras
y compañeros:
Queremos empezar por donde terminó el compañero.
Queremos empezar por agradecer al Sindicato de Trabajadores de "Clarín" la realización del foro, felicitarlos y agradecerles. Es extraño realmente y poco frecuente que nos inviten a nosotros, al Movimiento de Izquierda Revolucionaria, a participar en foros con otras fuerzas políticas. No es extraño, eso sí, que haya sido un sindicato de trabajadores el que haya tomado la iniciativa.
El tema propuesto por los compañeros trabajadores de "Clarín" es el tema probablemente fundamental en la discusión hoy día: el problema de la lucha por el poder, llamado aquí popular, y toda lucha política es en última instancia una lucha por el poder, y la otra parte, la lucha por los Comandos Comunales, que es la forma concreta que está asumiendo acá la lucha por el poder, es una de sus formas. La única limitación que tendremos y por eso tendremos que galopar sobre los temas, será el problema del tiempo.
Pensamos que no es posible hablar de lucha por el poder o del poder popular sin hablar del Estado. Del Estado burgués, del aparato del Estado capitalista. No diremos ni aportaremos ninguna novedad teórica pero ocurre un poco en Chile que la suma de tácticas, la flexibilidad política va rayando en oportunismo, y es poco frecuente recordar cuál es la esencia real de las cosas y cómo realmente se reordenan las fuerzas y los aparatos dentro de una sociedad.
El Estado es en esencia un instrumento de dominación de clase. Busca y ejerce fundamentalmente una coerción, se trata de mantener una mayoría explotada dominada por una minoría explotadora. Lo hace a través de dos formas fundamentales: formas represivas: allí están las masacres -Pisagua para los que lo olvidan-, los desalojos, la represión policial o militar en sus distintas instancias, y tiene también componentes y formas ideológicas, que son la moral, el derecho, la legalidad, etc. Todo está allí construido y justamente para mantener la explotación y la dominación de una clase por otra. Tiene varios componentes, entre ellos está el aparato ejecutivo, está el aparato armado, verdadero esqueleto del aparato del Estado, las FF.AA., está el aparato burocrático, está el parlamento, está la justicia y una serie de otros componentes, cada uno encargado de específicas funciones. La base fundamental de él en la sociedad capitalista es el Estado de derecho que se consagra por escrito en la llamada Constitución, en las leyes. Por escrito se representan los intereses de una minoría para explotar a una mayoría, por escrito se consagra el derecho a la represión y a la explotación de una mayoría por una minoría. La Constitución, y no hay ningún teórico capaz de demostrar lo contrario, no representa los intereses de la nación, de todo el pueblo, representa los intereses de una minoría, y está y existe en función de explotar, reprimir y mantener la dominación de una minoría sobre una mayoría.
El Estado sufrió transformaciones en el caso particular del chileno; tiene por un lado características específicas y por otro sufrió modificaciones con el ascenso del gobierno de la UP. En Chile, el Estado es
también un aparato de coerción de clase. En Chile eso sí, adopta al mismo tiempo una determinada forma, la forma más elevada del Estado Burgués, la forma en el cual la dictadura de la burguesía sobre el proletariado se expresa en la forma de democracia representativa y Chile es uno de los países que ha logrado generar una de las más estables y sólidas.
No sólo eso, el Estado chileno también por muchas razones tuvo un enorme crecimiento en décadas pasadas, crecimiento que se acelero durante el gobierno de Frei y en particular durante el gobierno de Allende. A fines de la década del 60, finalizando el gobierno de Frei, distintas otras causas que sería largo de exponer acá, hicieron que estas formas representativas, estas formas democráticas de expresión de la dictadura de la burguesía sobre el proletariado dejaron de ser tan democráticas, y fue acercándose a democracias representativas un tanto más represivas. Y fueron haciéndose más coercitivos los mecanismos de dominación política al interior de este país y ahí está la "mano dura" de Pérez Zujovic, las masacres de Frei, las torturas, la represión, los decretos de reanudación de faenas, el fenómeno general expresado en múltiples formas en los últimos años del gobierno de Frei. Esto era por muchas razones lo que a finales iba germinando y generando lo que después iba a cristalizarse: un período prerrevolucionario.
Entraba en crisis las clases dominante al mismo tiempo que se producía un marcado, notorio y cualitativo ascenso de las luchas del pueblo, encabezadas por la clase obrera, que fundamentalmente cuestionaban el sistema de dominación mismo; ya no se trataba sólo de la lucha entre fracciones de la burguesía. Este período generó una situación particular en su desarrollo. La formulación y configuración de las características de este período que llamamos prerrevolucionario cristalizó un momento, que fue generado por causas que van mucho más allá de algunos partidoso de algunas conducciones particulares: el gobierno de la Unidad Popular.
Se produjo a partir de la generación de este gobierno una particular situación en Chile. El aparato del Estado siguió siendo un instrumento de dominación capitalista y burguesa pero sufrió importantes modificaciones. Al interior de su cúspide, en la parte más alta de él, en el poder Ejecutivo, se instaló una fuerza social, un frente político que no representaba los intereses de las clases dominantes y, al contrario, tenía fundamentales contradicciones con ella. El resto del sistema eso sí, siguió establecido, para lo cual había sido construido, y siguió funcionando. Siguió siendo el aparato del Estado capitalista que tenía insertado dentro de sí un componente que estaba ocupado por otros sectores sociales, por otros frentes políticos. Para el resto de los componentes del aparato del Estado, la norma de conducta siguió siendo la norma de conducta del aparato del Estado capitalista.
Allí se fortaleció, en determinados componentes del aparato del Estado, la clase dominante. En el Parlamento, en la Justicia, en la Contraloría, etc.
A partir de eso comenzó una lucha denodada al interior del aparato del Estado, a la vez que se daba en el conjunto de la sociedad, por definir cuál era la clase y cuáles eran los intereses que hegemonizaban el control del aparato del Estado. Pero esta lucha se daba sobre ciertas garantías y sobre ciertos marcos. Los marcos los establecía el respeto a la legalidad, el respeto a la Constitución, el respeto a aquella formulación por escrito de dominio de la burguesía. Podía operar y moverse el pueblo, podían moverse las fuerzas políticas, incluso teniendo en la cúspide del aparato del Estado, el control de ella, fuerzas que no eran de la clase dominante, siempre que lo hicieran dentro de determinados moldes y marcos del sistema de dominación capitalista. Ese fue el carácter de las garantías constitucionales exigidas por la DC en el Parlamento. La lectura de ellas establece claramente cómo puede diferenciarse lo que es el sistema de dominación capitalista de lo que es el ejercicio o el dominio de un sector o una parte del aparato del Estado. Esas mismas garantías son lo que otros han llamado "el Moscú", como Claudio Orrego Vicuña, ideólogo DC que ha levantadola defensa de la legalidad, la defensa de los partidos políticos, la defensa de la educación privada, la defensa y el establecer la permanencia intacta de las FF.AA, de la propiedad privada, son considerados el Moscú, a partir del cual había que dar cualquier batalla por defenderla, desde el punto de vista de la burguesía. Andrés Zaldívar lo llamaba en entrevista de prensa "los pilares de la democracia", eran los pilares de la dictadura de la burguesía.
¿Cuál era en esa peculiar situación la tarea que los revolucionarios debimos y debieron proponerse? Fundamentalmente desarrollar la política concreta que permitiera hacer madurar un período prerrevolucionario a una situación revolucionaria y que luchara teniendo como eje fundamental la conquista del poder. Todo esto entendido en la particular forma que adoptaba la lucha de clases en Chile. No se trataba de ir conquistando el poder por pedazos, como quien corta un salchichón en pedazos, y cada pedazo que se va ganando o conquistando es una supuesta cuota de poder.
El hecho de conquistar el gobierno no permitía hablar de una cuota de poder al interior de la sociedad. Más bien, decimos, son posiciones que son valorables y hay que valorar como positivo, a partir de las cuales puede realmente combatirse, si se colocan en sentido correcto, por la conquista del poder. Pero no puede entenderse que toda posición que se tome en el aparato del Estado es una cuota de poder que se va tomando. Por la vía de la caricatura podríamos llegar incluso a decir que cuando Recabarren era diputado, hace muchas décadas, había ya una cuota de poder en manos del proletariado, o cuando tenemos a un suboficial de izquierda tenemos una cuota de poder al interior del aparato del Estado. Y si exageramos esto, cuando tenemos una oficina pública que controlamos, o tengamos algún funcionario público, tendríamos otra rebanada del salchichón llamado poder.
Nosotros no estamos con esto subvalorando lo que puede entenderse como el uso del instrumento que pudiera haberse hecho del gobierno en manos de fuerzas de izquierda ni mucho menos. Pensamos que era de verdad un poderoso instrumento que, orientado en un sentido correcto, pudo haber permitido avanzar mucho, o por lo menos más de lo que realmente se avanzó ¿Qué entendíamos que había que hacer? Entendíamos que había que acumular fuerzas y la fuerza no se podía encontrar al interior del aparato del Estado. Esa fuerza no estaba en los pasillos del Congreso, en los pasillos del ministerio; esos eran instrumentos, posiciones que, colocadas al servicio de la búsqueda de la fuerza en la fuente fundamental, el movimiento de masas, podían permitir acumular realmente la fuerza a favor del pueblo. Esa era la tarea fundamental, es la tarea fundamental, y la relación entre el movimiento de masas y el gobierno debió haber sido y debe ser el uso del instrumento gobierno al servicio de las luchas del pueblo. Para acumular fuerza al interior del pueblo. No en su freno, no al contrario, el movimiento de masas detrás y teniendo al gobierno de la UP como meta única, incluso última en oportunidad. ¿Cómo entendíamos que esopodía hacerse? Había que levantar un programa y hacer las adecuaciones al programa de la UP que fueran necesarias. Después habrían de emerger programas adecuados. Había al mismo tiempo que readecuar las tareas políticas, las alianzas, las movilizaciones del pueblo, que identificar a los enemigos políticos y no confundirlos, y para andar rápido, no ahondo sobre eso, había a la vez, y aquí llegamos a los Comandos Comunales, que ir estructurando al interior de esta particular situación, órganos autónomos del pueblo, órganos autónomos de clase, que fueran independientes de las clases dominantes. Esos órganos autónomos son los que empiezan hoy a germinar en los Comandos Comunales.
Esta no es una tarea que esté permanentemente planteada en cualquier país, en cualquier momento; pero en un período prerrevolucionario es justamente una de las tareas fundamentales y la herramienta fundamental, y no el gobierno, que permitía acumular fuerza y realmente caminar hacia la conquista del poder. Se trataba de organizaciones que fueran independientes de las clases dominantes, de la burguesía. Se trataba de organizaciones de masas que fueran independiente del aparato del Estado y no que estuvieran sujetas a él. Sin temores y pacateces de ningún tipo, dicho claramente, caminar germinalmente hacia la dualidad de poder, que es el único camino que realmente podría ir construyendo un poder alternativo. Decirlo por decreto, arbitraria y artificialmente, y no entendiendo que es un problema que tiene que germinar progresivamente y de acuerdo a las correlaciones de fuerza y al tenor de las fuerzas que se acumule, es evidente una sinrazón. Pero puesto en la realidad concreta, como octubre lo demostró, era un camino posible y al que las masas estaban más que dispuestas y están hoy más que dispuestas. Esto era, más o menos, lo que entendíamos por las tareas que había que levantar alrededor de los Comandos Comunales. No se podía tratar de plantear como tarea inmediata el asalto al poder, eso era caer en ultraizquierdismo, nadie lo ha planteado así.
Tampoco, y en eso estamos todos de acuerdo, esos órganos no tenían que tener como eje una política contra el gobierno, ni mucho menos. Pero tampoco podía, a partir de que se había conquistado el gobierno confundir en el hecho y en la práctica y trabajar sobre la base de que se había conquistado el poder o cuotas de aquel salchichón de poder. En particular, pensamos que la generación de los Comandos Comunales no tiene que estar regida por una orientación de este tipo.
Establecer, como algunos quieren establecer, los Comandos Comunales no como embriones de poder, sino como organismos dependiente del aparato del Estado y subordinados a él, es justamente anular su desarrollo. La polémica no está puesta en si tienen que desarrollarse contra el gobierno o a favor del gobierno; la política tiene que ser otra, como se articula la utilización del instrumento del gobierno independizado de la generación de órganos de poder progresivo al interior del movimiento de masas y la resultante de ambos factores o instrumentos puede permitirnos realmente avanzar.
Habría que hacerlo entendiendo realmente cuál era la situación particular que teníamos. Santiago no era Petrogrado, ni el año 72 tenía mucho que ver con 1917, pero algo tenía que ver. No había acá una crisis general del sistema en la cual las tareas que los bolcheviques entonces se plantearon estuvieron a la orden del día; pero sí las líneas esenciales del desarrollo de la lucha de clases, en los períodos fundamentales definidos, sí que tenían un hilo conductor similar. Había que hacerlo en Chile entendiendo la permanecía del sistema de dominación capitalista y que el Estado burgués existía como tal. Entendiendo a la vez que dentro de aquel aparato del Estado había posiciones ganadas por fuerzas políticas que no eran de la clase dominante, que el gobierno estaba en manos de la izquierda; y había que entender también que se daba un movimiento de masas, con la clase obrera como vanguardia, en ascenso y a la ofensiva en términos globales, organismos autónomos. Entendiendo que esto iba a establecer contradicciones con el aparato del Estado y con el sistema de dominación. Pero allí no cabía vacilación. Si de revolución estábamos hablando, y ese es el objetivo así entendíamos la generación de los Consejos Comunales de Trabajadores.
Llamábamos y llamamos a los Consejos Comunales de Trabajadores, aquellos organismos en los que ya cristalizan tareas de poder. No es situación de hoy día, hoy hablamos de Comités Coordinadores o Comandos Comunales en los cuales van germinando recién coordinaciones, incluso muchas de ellas todavía están en una fase burocrática y no logran ser democráticas y convocar al conjunto del pueblo. ¿Por qué entendíamos esto de esta manera? Entendíamos que en el caso particular de Chile, el decir alianza obrero-campesina era insuficiente, y había que establecer también la alianza con los que llamábamos los "pobres de la ciudad", y la única forma que teníamos de incorporarlos, o la forma más factible que teníamos presente, era la posibilidad de incorporarlos a través de lo que llamábamos los Consejos Comunales.
En segundo lugar, entendíamos que el pueblo estaba fragmentado, que la clase obrera dividida por unidad de producción y que estaba el pueblo fragmentado por sector social, que los pobladores no estaban unidos a los obreros, que la clase obrera no podía ser vanguardia de las clases en forma global y plena en la medida en que estaban fragmentados campesinos de obreros, pobladores de obreros, estudiantes de obreros, que había que buscar un mecanismo unificador de todo el pueblo, un mecanismo que, al mismo tiempo que unificara, incorporara a capas que estaban más retrasadas o que estaban pasivas, esto es lo que planteábamos alrededor de los Consejos Comunales. A partir de eso entendíamos que se podían plantear las tareas de control del aparato burocrático del Estado en las cuales se levantara y reconociera la contradicción fundamental que había y hay entre el movimiento de masas y el aparato del Estado, entendido como el aparato burocrático del Estado, las tareas y la lucha antiburocrática que el pueblo vive minuto a minuto en la salud, en la vivienda, en la educación, y del cual se defiende y tiene el derecho y el deber de combatir, y es la única forma también de incorporar fuerza y capas del pueblo. Esto entendíamos que eran las tareas que tenían que plantearse alrededor de la generación de este tipo de organismo.
Allí se encontraría la fuerza y la conciencia para enfrentar a la burguesía, por un lado, y para ir generando órganos de poder; y esto manejando la contradicción de que en la realidad el aparato del Estado capitalista estaba aún allí, que había un gobierno de izquierda; eso era real, y que al mismo tiempo teníamos que generar esos organismos. La crisis de octubre, y galopo un tanto pues ya se termino mi tiempo, hizo evidente todo esto. Ante la ofensiva patronal, la clase obrera y el pueblo dieron un enorme salto adelante, un gigantesco paso adelante. Antes habían germinado algunos factores de éstos en las crisis de agosto y septiembre. En la crisis de octubre tomaron en sus manos el aparato productivo casi en su totalidad, demostraron que los patrones estaban de más, como formulaban nuestras consignas; establecieron control obrero sobre una enorme parte del aparato productivo y distributivo, rompieron la polaridad gobierno-oposición y lograron establecer una polaridad de clase, aislando a la DC de la base obrera que había logrado ganar en el período anterior. Se levantaron programas y adecuaciones programáticas conocidas como el Pliego del Pueblo y el Manifiesto del Pueblo; embrionariamente surgían síntomas de una contraofensiva popular que debió haber sido la senda fundamental a partir de la cual debió ser orientado el movimiento de la izquierda y el pueblo después de la crisis de octubre. Pero la crisis de conducción y las vacilaciones reformistas hicieron que esto no se estableciera.
Habiendo germinado en órganos, germinalmente de poder local en un ascenso que era característico del período, pero que acá tomaba connotaciones importantes, habiéndose generado más de medio centenar de Comando Comunales que abrían embrionariamente la generación de un poder popular, la conducción reformista que predominó, y no fuimos capaces de revertirla, estableció lo contrario, buscó una salida distinta; el gabinete, el llamado por ellos gabinete, por nosotros "gabinete UP-generales".
El reformismo fundamentalmente planteó y logró predominar en las fuerzas de izquierda y sabemos que en esto tuvo que "predominar" porque el conjunto de las fuerzas de izquierda no participaba de esto, y levantó la fórmula de lo que llamábamos gabinete UP-generales. ¿Qué estaba realmente haciendo? Aceptando imposiciones de la clase dominante o de fracciones de ella; no caía el gobierno, pero al mismo tiempo, eso sí, se consolidaba el sistema de dominación burgués.Las Fuerzas Armadas son un componente del aparato del Estado burgués y en este momento, a partir de particulares situaciones que se han dado en Chile, se han ido independizando o autonomizando, como algunos llaman, de la representación del jarpismo o el freísmo, y se levantan como sacerdotes defensores del estado de derecho, de la legalidad, del sistema de dominación capitalista, y esa es la realidad, y esto es lo que se ha estado consagrando de hecho, a partir de la generación del Gabinete UP-Generales. Esto para nosotros no significa tener que decir que "el gobierno es burgués", ni "abajo el gobierno", ni tampoco "abajo los ministros militares". Decimos que ese es el problema que la táctica tiene que resolver. Pero debe reconocerse que lo que se estaba consolidando eran el Moscú de Orrego, los pilares de Zaldívar, o el Estado de derecho, como la ha llamado el mismo Ministro del Interior; y al interior de él había que devolver determinadas fábricas, había que "nohacer antiimperialismo" contra el gobierno norteamericano sino que contra algunas empresas, había que levantar no la lucha por un poder popular, sino algunas transformaciones económicas; se estaba consolidando el sistema de dominación capitalista, se estaba sentando las reglas del juego en las que el pueblo tenía que dar su lucha.
Nosotros no dejamos de valorar posiciones, especialmente del PS y la IC, que favorecieron y apoyaron la generación de Comandos Comunales desde su partida, también entendemos lo hizo después el MAPU, incluso el PC. Todas ellas las consideramos positivas aún cuando con algunos de ellos tenemos todavía diferencias en la forma y en la adecuación que deben tomar en su desarrollo.
Las consecuencias, de lo que llamamos nosotros el cambio de carácter del gobierno, para nosotros consiste fundamentalmente en que el eje del gobierno se ha desplazado, se ha resoldado o intenta resoldar el aparato del Estado, se intenta por tanto, impedir el desarrollo de un poder popular. Se intenta resoldar el aparato del Estado y su sistema de dominación. Esto dificultará el desarrollo de un poder popular y debe ser entendido así; no significa que lo resolde en definitiva. Esto también es independiente de que valoremos declaraciones de determinadas altas jerarquías militares que podamos considerar positivas, pero la ubicación que las Fuerzas Armadas históricamente están tomando y que objetivamente tienen es estos instantes es la que describimos; y llamarse a engaño a partir de una u otra declaración es no entender la esencia de las cosas y de lo que ha ocurrido.
Terminemos diciendo una cosa. La generación de este gabinete y la formulación de las vertientes que tomará el desarrollo de la lucha de clases en Chile en los próximos meses pasarán importantemente por el fenómeno electoral y esto guarda relación con la generación de un poder popular. En concreto, para nosotros, el problema de la importancia de las elecciones no pueden llamar a confundir a nadie y no puede llamarse a engaño a nadie. Por la vía electoral nadie puede conquistar el poder, pero sí es un hecho que en determinadas oportunidades es posible hacer uso de las elecciones como instrumento táctico que fortalezca las luchas del pueblo por la conquista del poder. En la particular situación de Chile, las elecciones de marzo tendrán importancia y serán fundamentales por la convocatoria que generarán y también por las consecuencias que puedan tener. Desde ese punto de vista planteamos la necesidad de que tanto los revolucionarios como el pueblo participen dentro de ellas, pero sobre la base de dos cuestiones: la primera, es que lo hagan a partir y levantando un programa que quiebre las polaridades de oposición-gobierno y que levante polaridades y enfrentamientos de clase, y le quite el apoyo popular a la burguesía. Y por el otro, que declare no la consolidación del sistema de dominación burgués, no el apoyo o el aplauso al parlamento, sino la lucha por la Asamblea del Pueblo, coronación final del desarrollo progresivo de los Comandos Comunales. Eso es todo.
Notas:
[1] Foro
organizado por el sindicato de trabajadores del diario "Clarín"
en la Casa de la Cultura " Gabriela Mistral".
Participaron: Luis Maira, de la Izquierda Cristiana; Víctor
Barberis, del Partido Socialista; Pablo Richard, del Movimiento
Cristianos por el Socialismo; Oscar Garretón del MAPU; y Miguel
Enríquez, el Partido Comunista no asistió.
Transcrito por C. Amaru para Partiynost
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