domingo, 26 de mayo de 2019

El modelo de la epistemología idealista: Husserl - Michel Clouscard



El modelo de la epistemología idealista: Husserl [1]
Michel Clouscard


Precisaremos nuestra andadura crítica, nuestro método, nuestra problemática, a partir de una crítica de la epistemología burguesa, idealista [2]. Es de la polémica que nacerá la andadura científica.

Kant está en el origen de la epistemología de nuestro período cultural. Pero como neokantismo, es decir reanudación y desplazamiento, tendencioso, del corpus kantiano. La andadura científica, legítima en Kant, ya no lo es en Husserl. Y este funda todo el conocimiento antropológico de la cultura burguesa.

Deseamos por lo tanto mostrar, en primer lugar, qué en la andadura crítica de Kant puede considerarse como legítimo y luego cómo el sujeto trascendental se pervierte en un idealismo subjetivo, reaccionario. Dicho de otro modo, el acceso al sujeto del conocimiento siendo revolucionario con respecto del conocimiento empírico, irracional, del yo psicológico, la reificación de ese sujeto trascendental en un saber de clase, empírico y sensible, fundamento de la antropología parcelaria, será reveladora. El por qué y el cómo de esta perversión, la crítica de una metodología, en su tránsito del progresismo a la reacción, mostrará de modo negativo eso que debe ser la antropología revolucionaria. Tenemos así las condiciones primeras de nuestro método. Y si estas no son suficientes todavía para fundar una antropología histórica, ellas son, en un primer momento, necesarias. Kant [3] define el sujeto trascendental como sintético; es un lugar de coordinación de aportes heterogéneos. Ese sujeto del saber no es objeto del saber. Este se define según las condiciones lógicas y el yo concreto se refleja al nivel de lo sensible como objeto. Ese sujeto trascendental define el conjunto de condiciones que regulan el conocimiento de todo objeto posible. Una ciencia es posible por estas condiciones a priori. Y el conocimiento de lo sensible es de orden fenoménico (la cosa en sí no puede ser conocida). Esto es relativo, del orden del entendimiento, puesto que se somete a las categorías del conocimiento humano. La intuición concreta (que será el contenido de las ciencias) sin la cual el concepto no será más que una forma vacía, está entonces sometida a una rejilla doble: de las categorías del conocimiento y de las condiciones a priori de toda consciencia.

Al contrario, para Husserl [4], el sujeto trascendental es objeto del conocimiento. Este no se define según las condiciones lógicas, como legisladoras de las condiciones a priori del saber científico, sino como captación inmediata, cogito (no de la res cogitans): intencionalidad de lo pensado, en lo mundano, lo vivido. El sujeto trascendental es entonces ese saber puro, que, por “la epojé”, ha podido abandonar todo compromiso en lo sensible, y alcanzó la radicalidad que fundamenta el conocimiento.

El sujeto trascendental [5] no se define como la operación, sino como el resultado de la operación que es el tránsito de lo sensible a lo trascendental. Sino es res este se reduce ya a la tautología que es la identidad del objeto y del sujeto del conocimiento. Tampoco puede abandonar esta identidad que es la marca, la prueba, de la pureza epistemológica. El pensar refleja el pensamiento, como el pensamiento refleja el pensar.

Es ese fijismo tautológico del sujeto trascendental el que estará en el origen de toda la sofística husserliana. No puede abandonarse el sujeto trascendental sin caer sea en el formalismo sea en el empírico concreto. Esta aporía acecha toda salida del sujeto trascendental. Aunque Kant pudo definir el lugar de reencuentro de las leyes del conocimiento y de los objetos a conocer como lo relativo, fenómeno y entendimiento, el sujeto trascendental de Husserl se define mediante una radicalización fijista y tautológica del saber puro, que no es saber más que de sí mismo, que no puede más que yuxtaponer el sujeto reflexivo y el antepredicativo.

Es que el cogito para Husserl [6] (al contrario de Descartes que asimila ese cogito a un axioma del saber) es el fundamento de los propios axiomas. La reducción fenomenológica en su andadura hacia el saber puro reduce los axiomas, de orden geométrico, por ejemplo, al sujeto trascendental. Es aquí que está la justificación última de la epistemología husserliana. El sujeto trascendental es así la transparencia pura del saber y de su objeto, la identidad radical del objeto del conocimiento y del sujeto del conocimiento. Esta andadura tautológica (A es A puesto que él conoce A) identifica lo existente del saber y el saber de ese existente. En este nivel la tautología no es más que la operación formal que no recobra más que lo mismo. Ella basa una realidad del saber que ya no tiene que buscar su predicado de existencia (que eso sea fundamentando su necesidad en un realismo de las ideas o en un realismo sensible). Se alcanza lo apodíctico. ¡Pero a qué precio! ¡Lo apodíctico del sujeto tiene como corolario la tautología del saber! Y si ese saber es así un absoluto lo es como ausencia de todo contenido concreto, y como prohibición, por definición, de todo otro objeto del saber más que el sujeto trascendental. Porque incluso la lógica formal está en el lado del objeto. La mathesis universalis “es la ontología formal. Ella es la forma vacía de región en general” [7]. Eso que tiene valor de conocimiento es la reducción máxima de lo sensible. Además incluso el formalismo de lo real sensible debe reducirse mediante el formalismo del sujeto trascendental, mediante la transparencia pura del sujeto cognoscente.

Además, cuando el sujeto trascendental conoce otra cosa más que a sí mismo, eso no es según las condiciones mediatas del saber, sino como intuición, participación directa al mundo práctico y sensible. La ciencia es en primer lugar captación intuitiva del objeto particular “de una esencia” del conocimiento. Y es esta intuición la que da la definición de la ciencia, y es solamente después de esta definición que la metodología se constituye según esta intuición para constituir investigación empírica. Mientras que Kant sometió la intuición a una rejilla doble a priori (categorías del conocimiento, condiciones a priori de una ciencia), Husserl captó inmediatamente tanto el objeto de la ciencia como su contenido. Así, el estatuto del saber no es más que el chantaje del sujeto trascendental que por su autoridad trascendental habilita lo empírico. Una construcción ideal y artificial de la ciencia se propone como “esencia”. Pero la realidad alcanzada no es entonces ni lo trascendental ni la realidad ingenua del objeto. Es únicamente una mixtura que ya no tiene el valor epistemológico de lo trascendental y que ya no es la significación agnóstica de la cosa en sí.

Pero lo que es inadmisible, es que ese saber empírico se propondrá como conocimiento de la cosa en sí. La pretensión del sujeto trascendental de alcanzar la cosa en sí por la captación intuitiva de una empeiría es entonces inadmisible. “La conciencia de sí lo da lo vivido en sí mismo, es decir tomado como un absoluto.” En efecto, si el sujeto psicológico y el sujeto trascendental pueden considerarse justamente como participantes en lo mundano, esto no asegura más que la realidad del mundo exterior (cuya intencionalidad testimonia) y no el valor cognitivo de las realidades conocidas. Elevar una empeiría a la dignidad epistemológica del saber trascendental ya es un escándalo en el plano epistemológico. Pero proclamar a continuación como cosa en sí ese saber aunque sea reconocido como “retención” en el flujo de lo vivido, es una decisión subjetivista y voluntarista que encuentra su apoyo en un poder exterior a la pura andadura epistemológica (es decir en el poder de una clase social dirigente).

El sujeto trascendental de Husserl yuxtapone la existencia formal del saber y la empeiría del saber práctico. En este primer momento se repite la dicotomía tradicional: formalismo-empírismo, lógica-intuición. Es la definición del idealismo subjetivo. Puesto que es imposible establecer el lugar entre la subjetividad y el mundo exterior.

Tal es la pretensión, en un primer momento, del idealismo subjetivo: alcanzar la cosa en sí mediante una andadura intuitiva, que, sin embargo, de su propia confesión no lleva más que lo empírico. Contradictoriamente en su primer enunciado, y sin aparato formal y mediato, el sujeto trascendental conoció la cosa en sí, es decir la realidad íntima y particular de la cosa exterior.

El segundo momento de esta andadura epistemológica hace aparecer el irracionalismo como corolario del nominalismo y del intelectualismo.

Es que la definición de la radicalidad del saber por el sujeto trascendental (en la transparencia tautológica) tiene como corolario la definición del sustrato sensible, inmediato, práctico como privación total de intelección, de racionalidad.

Es el antepredicativo en el que el idealismo subjetivo no reconoce sus a priori implícitos. Este idealismo constituye en sí mismo lo negativo de lo nominal: una realidad privada de la lógica trascendental, un sensible como sustancia, una realidad objetiva privada de inteligibilidad.

Y a partir de este antepredicativo aparecerá el lugar con el sujeto del conocimiento; el hiato entre la necesidad del ego trascendental y la contingencia de la cosa se subsanará. Si en el primer momento del idealismo trascendental la lógica y la intuición se yuxtaponen, sin poder dar fundamento al conocimiento, en un segundo momento, es el antepredicativo el que propone la justificación del sujeto trascendental, que es la realidad misma del constituyente y que propone el sentido tanto del ser como de su conocimiento.

Entonces están justificadas la intuición y el empirismo como acceso a la cosa en sí. La intuición dice mucho del antepredicativo y el empirismo de la ausencia de lógica formal. La intuición accedió al saber ya que este echa raíces en el antepredicativo.

Tales son los dos momentos de la epistemología husserliana: la primacía del sujeto trascendental (justificada por el formalismo lógico) y el empirismo trascendental (justificado por la intuición) que revela el sentido de las cosas. El sujeto trascendental, mediante la intuición, recobra el antepredicativo como lo mismo recobra a lo mismo. El sujeto concreto es lo mismo que el sujeto trascendental. La donación de sentido y de forma viene del presaber (así está justificado el empirismo metodológico).

Del mismo modo que el saber formal del sujeto trascendental era tautológico, la relación del yo concreto y del sujeto trascendental desemboca sobre una identidad tautológica. Además los dos momentos del idealismo subjetivo se “sintetizan”. Se encuentra el lazo entre el formalismo y la realidad sensible. Es el continuum del antepredicativo al sujeto trascendental. Es el sentido. El sentido (o la explicación) no es lógica a lo irracional sino, al contrario, el empuje vital viene del mundo de la vida.

La epistemología ha realizado una operación doble: habilitar la autoridad de la clase que dispone del lenguaje (por la lógica formal) y en la práctica social habilitar la situación de hecho, política e histórica, reificándola en el prerreflexivo revelado por la epistemología. Tal es el modelo epistemológico de la burguesía. La estrategia del idealismo subjetivo es la de establecer un hiato entre lo existencial y el saber, entre la práctica y la teoría, entre la clase cultivada y la clase productiva, entre la vida íntima y el discurso científico para luchar por partida doble jugando sobre los dos cuadros: mediante la autoridad del saber (estatuto de clase) y mediante el poder de la naturaleza (que da incluso el sentido al saber). La dualidad entre la práctica y la teoría debe mantenerse (al precio de la aporía nominalismo-realismo) para mantener la segregación de clase. Hay que obstaculizar a la no intelectualidad el acceder a la transparencia y al saber de ella misma, que sería su desalienación, reduciéndola a un residuo para saberlo todo.

Las técnicas operacionales de ese modelo epistemológico son: el formalismo, la intuición, la tautología, la metodología empírica, la donación de sentido a través del antepredicativo. El ego trascendental se arroga el poder de decisión epistemológico. Ese privilegio no sería más que el mérito del ascetismo que es el tránsito del yo concreto al sujeto del conocimiento. Entonces sería válida la intuición, poder del saber, que puede conocer la naturaleza de las cosas, su sentido.



Notas

[1]  Parte del libro “L'Etre et Le Code”.

[2]  La andadura polémica permite: 1° localizar la problemática mas actual; 2° definir el método en función de esta actualidad cultural; 3° retomar una andadura ejemplar (la de Marx).

[3]  Cf. Crítica de la razón pura. Resumimos algunas de las proposiciones que serán recogidas por Husserl.

[4]  A partir de la filosofía de Husserl proponemos el modelo del neokantismo. Nuestra andadura no cae por lo tanto de historia sola de la filosofía. Ella es la construcción de un modelo. Ella es la “estructura” no sabida y no dicha de la obra de Husserl.

[5]  Cf. Ideas directrices para una fenomenología, t. I; Meditaciones cartesianas.

[6]  Cf. Meditaciones cartesianas.

[7]  Cf. Investigaciones lógicas

Traducido por V. C. para Partiynost⁠

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