lunes, 16 de abril de 2018

Dos concepciones económicas sobre la construcción del socialismo en la Unión Soviética



En 1923, el XII Congreso del Partido Comunista Ruso (bolchevique) definió los métodos de planificación socialista bajo la NEP, a estos se les atribuía un carácter directivo general y preparatorio, la adaptación del aparato de dirección económica, en sus métodos y prácticas, a “los fenómenos y relaciones mercantiles” bajo la perspectiva de que la dirección económica planificada solo en su desarrollo final “podía y debía someter al mercado y, es más, abolirlo” [1]. En 1934, el XVII Congreso del Partido Comunista Pansoviético (bolchevique) estableció como primera tarea política para el II Plan Quinquenal la liquidación final de los elementos capitalistas, las clases en general y la explotación, es decir, las formas económicas socialistas ocuparían una posición de monopolio y todos los medios de producción se encontrarían en manos del Estado y de los koljozes, no de “personas privadas” [2].

Malenkov, en su intervención durante el XIX Congreso de 1952, señaló: 1) la producción mercantil se preserva en el socialismo debido a la coexistencia de la propiedad estatal y koljoziana, aunque la ley del valor ya no jugaba el “rol de regulador de la producción”; 2) con la transición al comunismo el sector estatal y koljoziano se unificarían en un sector productivo integral con lo que desaparecería la forma valor, las relaciones mercantiles. Malenkov señala con claridad: “Los criterios de esas personas que consideran que la circulación mercantil se mantendrá bajo el comunismo no tienen nada en común con el marxismo. La circulación mercantil es incompatible con la perspectiva de transición del socialismo al comunismo” [3].

El programa de construcción del comunismo, adoptado en el XXII Congreso del PCUS, ratificó que con el paso a la propiedad comunista las relaciones mercantiles-dinerarias se extinguirían, aunque determinaba, al mismo tiempo, que la construcción del comunismo “utilizará plenamente las relaciones mercantiles-dinerarias”, aplicando “instrumentos del desarrollo económico” como el dinero precio, precio de coste, ganancia, crédito, etc. [4]

El giro en la concepción sobre la transición al comunismo que tuvo lugar en el XXII Congreso del PCUS en 1961 era expresión de una aguda lucha de ideas en el seno de la sociedad soviética y una división en el pensamiento económico en torno a la comprensión teórica de la propia experiencia de construcción socialista en la URSS.

Tanto en el período de la NEP como en la época de los primeros planes quinquenales, hasta el XIX Congreso, la concepción del partido bolchevique concebía la transición al comunismo como el proceso de subordinación y abolición de las relaciones mercantiles. En el programa partidario de 1961 esta concepción se diluyó en ambiguedades que reflejaban las divergencias ideológicas en el interior del partido [5].

Para finales de los años 50, los economistas soviéticos se confrontaron en dos tendencias cuya discrepancias se profundizaron en las siguientes décadas: rinochniki y netovarniki.

Para los rinochniki o mercantilistas, como Jakob Kronrod, en el socialismo “el intercambio de mercancías es, en todos los casos, la forma de movimiento de la propiedad social socialista”, “bajo el socialismo, todo el producto social... se produce y realiza su ciclo económico como producto mercantil”, de modo que “la producción socialista en su conjunto es en sí producción mercantil” [6].

Para el bolchevique y veterano de la revolución, Konstantín Ostrovitianov, el socialismo modificó las relaciones mercantiles de un modo tan radical que estas “expresan las relaciones de producción socialistas”. En Ostrovitianov, la producción mercantil no se relaciona con el capitalismo, esta surge de la propiedad socialista, refleja las relaciones socialistas y son un “instrumento de cálculo del trabajo social vivo y coagulado y de estímulo material de la producción.” [7] De tal modo, la ley del valor, que es la base de la producción mercantil, y todas las formas que de ella surgen se presentan como la herramienta e índice más preciso para la planificación socialista.

En opinión de Ostrovitianov, la ganancia era “un medio de estimular el crecimiento de la producción y elevar su efectividad para una plena satisfacción de las crecientes necesidades de toda la sociedad”. El destacado rinochniki Alexander Birman pensaba que la experiencia demostró que bajo el socialismo la forma valor es la medida óptima del gasto de trabajo vivo (trabajo socialmente necesario), y de su utilidad social. De tal manera: “...la ganancia —y esto nadie lo niega— es la expresión dineraria del valor del plusproducto creado por el plustrabajo, es decir, el trabajo dado en beneficio de la sociedad.” [8]

En la concepción de los mercantilistas, la experiencia de la construcción del socialismo en la URSS evidenciaba que esta era una forma nueva y superior de producción de mercancías. De tal manera, el desarrollo hacia el comunismo conduciría no a la desaparición, “sino a un desarrollo ulterior de las relaciones mercantiles” [9]. Según Ostrovitianov, la construcción de la base técnico-material del comunismo requería “no de la desaparición de las relaciones mercantiles, sino por el contrario, de su desarrollo íntegral” [10], y para Birman la utilización de las categorías ligadas al valor no llevan al “debilitamiento del principio de planificación, sino, por el contrario, eleva la dirección central planificada a un nivel superior” [11].

Los “netovarniki” o antimercantilistas sometieron a una dura crítica las ideas de los mercantilistas soviéticos.

Según Nikolái Tzagolov, el acto revolucionario que liquida la apropiación privada da inicio a una nueva forma de asociación, la asociación de los trabajadores basada en la propiedad común de los medios de producción con una forma de administración a escala social, la planificación. En palabras de Tzagolov: “la forma de esta administración es la planificación de la economía nacional”, cuya premisa es el proceso de “transformación de la planificación privada en planificación a escala de la sociedad”, esto es, “el proceso de formación del socialismo” [12]. La producción socialista tiene como condición “el predominio de formas de producción directamente sociales” y “la producción socialista como producción planificada directamente social es por su génesis directamente opuesta a la forma mercantil, la relación mercantil” [13].

En opinión del filósofo Evald Iliénkov, las relaciones mercantiles-dinerarias presentes en la economía soviética eran un remanente de las formas sociales anticuadas heredadas por la revolución. En el caso de las relaciones mercantiles, de la forma valor, esta no simplemente se preserva o coexiste con la economía planificada, sino que “el trabajo comunista socializado, con las formas de su organización, está en una situación de irreconciliable antinomia con la forma valor, y por consiguiente, con todas las categorías derivadas de la misma” [14].

El desarrollo de las relaciones mercantiles y el desarrollo comunista van en direcciones opuestas. Nikólai Jessin, uno de los más profundos e interesantes economistas antimercantilistas, afirmó que esta contraposición no era un enunciado abstracto, sino un hecho real que marcaba toda la historia de proceso revolucionario soviético. “La transición al socialismo es la liquidación de la producción mercantil y de todas las leyes relacionadas con esta, en primer lugar, la ley del valor” [15]. De tal manera, la liquidación de la producción mercantil no es algo que se dara en un futuro lejano, en el comunismo, sino que es un proceso real, que inició con la toma del poder por los soviets, pues el socialismo (como primera fase del modo de producción comunista) era por esencia, “la producción de productores asociados ligados por un plan con base en la propiedad social” que elimina el aislamiento de los productores y destruye las bases mismas de la producción mercantil [16].

La posición de los netovarniki sobre la construcción socialista en la URSS condujo a conclusiones totalmente diferentes a las de los mercantilistas. Según Evald Iliénkov uno de los problemas que enfrentaba el socialismo soviético era que las formas económicas propias al modo de producción comunista “aparecen bajo la máscara de las relaciones mercantiles-monetarias”, forma que se mantiene aunque su base ya no existe [17]. Lo que se entremezclaba con las formas mercantiles que aún se preservaban no solo en su forma, sino también por su contenido, como “un índice de que el proceso de socialización todavía no ha tenido tiempo de convertir las formas de división del trabajo que le ha legado la historia” [18]. Tzagolov y Jessin coinciden con Iliénkov, en palabras de Tzagolov las relaciones mercantiles-dinerarias estaban presentes en forma y en contenido, por lo tanto, su existencia era indicativo de que “aún no se ha completado el proceso de transformación del trabajo en trabajo directamente social” [19], es decir, la contradicción entre valor y valor de uso, entre gasto individual y trabajo socialmente necesario, etc.

Así, las formas derivadas del valor, de la relación mercantil, no eran ni podían ser la expresión adecuada del modo de producción comunista en proceso de construcción en la Unión Soviética. Tzagolov advertía que la ganancia, usada como indicador, no ofrecía un cuadro real de la efectividad de la producción, sino que era únicamente una imposición dada porque el producto de la empresa socialista todavía adoptaba la forma mercantil. De tal forma, en la visión teórica de los netovarniki la ganancia de la empresa aislada no necesariamente coincidía con los criterios de elevación de la productividad del trabajo a escala social. Jessin señaló que si bien las formas mercantiles se utilizaron como instrumentos del desarrollo planificado, “eran posibles los casos cuando estas formas realizan su acción espontánea, cuando el movimiento del producto social entre empresas se realiza fuera del plan, independientemente de él.” Según Jessin, al usar en la planificación las formas mercantiles-dinerarias, todo debilitamiento de la planificación, todo error de cálculo, llevaría a que estas formas actúen en correspondencia con su vieja naturaleza. “Negar fenómenos semejantes sería erróneo” [20].

Para 1965 la dirección del PCUS se inclinó a favor de las posiciones mercantilistas, dando vía libre en los principales órganos de prensa partidarios para que estos expresen sus criterios. La reforma económica adoptada a instancias de Kosyguin “orientó a las empresas a los índices basados en el valor e inició el desarrollo del mercantilismo en perjuicio de la naturaleza directamente social del socialismo” [21]. Para economistas como Alexander Birman esta fue una gran victoria sobre sus adversarios [22]. Sin embargo, las esperanzas de rinochniki como Kronrod, Birman y Ostrovitianov de que el despliegue de las relaciones mercantiles conduciría a la URSS hacia el comunismo se vieron frustradas, al contrario, las fuerzas de mercado disminuyeron la eficacia de la economía socialista y dieron pábulo al crecimiento continuo del capital sombrío que como una forma parasitaria absorbió los recursos del socialismo para el enriquecimiento privado [23]. Mijáil Popov afirma de modo acertado al respecto: “En este plano los eventos de finales de los 80 e inicios de los 90 en la URSS fueron resultado del desarrollo de la mercantilización como negación del socialismo, a la que la reforma económica de 1965 dio espacio.” [24]




Notas

[1] XII Congreso del PCR(b) (17-23 de abril de 1923), Editorial de Literatura Política, Moscú, 1969, t.1, p. 677 [en ruso].

[2] XVII Congreso del PCP(b) (26 de enero–10 de febrero de 1934), http://www.hrono.info/dokum/1934vkpb17/index.php [en ruso]

[3] XIX Congreso PCP(b) — PCUS (5–14 de octubre de 1952), Documentos y materiales [en ruso].

[4] XXII Congreso del PCUS (17-31 de octubre de 1961), Editorial Estatal de Literatura Política, Moscú, 1962, t.3, p. 294-295 [en ruso].

[5] Ver: Popov, Mijaíl: De la ley del valor a la ley del valor de uso, Fonda Rabochei Akademii, http://www.rpw.ru/public/Popov5.pdf [en ruso].

[6] Kronrod, Jakob: La ley del valor y su utilización en la economía nacional de la URSS, Editorial Estatal de la Literatura Política, Moscú, 1959, p. 133-167 [en ruso].

[7] Ostrovitianov, Konstantín: Contribución a la cuestión de la producción mercantil bajo el socialismo en Obras Escogidas, t. 2, Nauka, Moscú, 1973, p. 489-533 [en ruso].

[8] Birman, Alexander: Pensamientos tras el Plenum en Un adelantado a su época, Nauka, Moscú, 1990, p. 11-38 [en ruso].

[9] Kronrod, J.: Op. Cit.

[10] Ostrovitianov, K.: Op. Cit.

[11] Birman, A.: Op. Cit.

 
[12] Tzagolov, Nikolái: Cuestiones de la teoría de las relaciones de producción del socialismo, Obras Escogidas, Editorial de la Universidad de Moscú, Moscú, 1983.

[13] Tzagolov, N.: Op. Cit.

[14] Iliénkov, Evald: La lógica económica del socialismo, EDITHOR, Quito, 2012.

[15] Jessin, Nikolái: V.I. Lenin sobre la esencia y los rasgos fundamentales de la producción mercantil, Editorial de la Universidad de Moscú, Moscú, 1968.

[16] Jessin, N.: Op. Cit.

[17] Iliénkov, Evald: Op. Cit.

[18] Iliénkov, Evald: Op. Cit.

[19] Tzagolov, N.: Op. Cit.

[20] Jessin, N.: Op. Cit.

[21] Popov, Mijaíl: De la ley del valor a la ley del valor de uso, Fonda Rabochei Akademii, http://www.rpw.ru/public/Popov5.pdf [en ruso].

[22] Bokarev, Y. et al: Alexander Birman y su época, Instituto de Economía de la Academia Rusa de Ciencias, Moscú, 2010, p. 47 [en ruso].

[23] Ver: Keeran, R. y Kenny, T.: El socialismo traicionado, EDITHOR, Quito, 2017; Janin, G.I.: Historia económica de Rusia en la era contemporánea, t. 1, Universidad Estatal Técnica de Novosibirks, 2008 [en ruso].

[24] Popov, Mijaíl: Op. Cit.




Escrito por V. C. para Partiynost

Stalin sobre la organización basada en los principios del internacionalismo


Sabemos a qué conduce el deslindamiento de los obreros por nacionalidades. Desintegración del Partido obrero único, división de los sindicatos por nacionalidades, exacerbación de las fricciones nacionales, rompehuelgas nacionales, completa desmoralización dentro de las filas de la socialdemocracia: he ahí los frutos del federalismo en el terreno de la organización. La historia de la socialdemocracia en Austria y la actuación del Bund en Rusia lo atestiguan elocuentemente.

El único medio contra todo esto es la organización basada en los principios del internacionalismo.

La unión de los obreros de todas las nacionalidades de Rusia en colectividades únicas e integras en cada localidad y la unión de estas colectividades en un Partido único: he ahí la tarea.

De suyo se comprende que esta estructura del Partido no excluye, sino que presupone una amplia autonomía de las regiones dentro del Partido como un todo único.

La experiencia del Cáucaso pone de manifiesto toda la conveniencia de este tipo de organización. Si los caucasianos han logrado vencer los rozamientos nacionales entre los obreros armenios y tártaros, si han logrado poner a la población a salvo de matanzas y choques armados, si en Bakú, en este caleidoscopio de grupos nacionales, hoy son ya imposibles los choques de carácter nacional, si allí se ha conseguido incorporar a los obreros al cauce único de un potente movimiento, en todo ello ha desempeñado un papel considerable la estructura internacional de la socialdemocracia caucasiana.

El tipo de organización no influye solamente en el trabajo práctico. Imprime un sello indeleble a toda la vida espiritual del obrero. El obrero vive la vida de su organización; en ella se desarrolla espiritualmente y se educa. Por eso, al actuar dentro de su organización y encontrarse siempre allí con sus camaradas de otras nacionalidades, librando a su lado una lucha común bajo la dirección de la colectividad común, se va penetrando profundamente de la idea de que los obreros son, ante todo, miembros de una sola familia de clase, miembros del ejército único del socialismo. Y esto no puede por menos de tener una importancia educativa enorme para las grandes capas de la clase obrera.

Por eso, el tipo internacional de organización es una escuela de sentimientos de camaradería, una propaganda inmensa en favor del internacionalismo.

No ocurre así con la organización por nacionalidades.

Organizados sobre la base de la nacionalidad, los obreros se encierran en sus cascarones nacionales, separándose unos de otros con barreras en el terreno de la organización. No se subraya lo que es común a los obreros, sino lo que diferencia a unos de otros. Aquí, el obrero es, ante todo, miembro de su nación: judío, polaco, etc. No es de extrañar que el federalismo nacional en la organización inculque a los obreros el espíritu del aislamiento nacional.

Por eso, el tipo nacional de organización es una escuela de estrechez nacional y de rutina.

Tenemos, pues, ante nosotros, dos tipos de organización distintos por principio: el tipo de la unión internacional y el del “deslindamiento” de los obreros por nacionalidades.

Hasta hoy, las tentativas que se han hecho para conciliar estos dos tipos de organización no han tenido éxito. Los estatutos conciliatorios de la socialdemocracia austriaca, elaborados en Wimberg en 1897, quedaron en el aire. El partido austriaco se fraccionó arrastrando tras de sí a los sindicatos La “conciliación” no sólo resultó ser utópica, sino, además, nociva. Strasser tiene razón cuando afirma que
el separatismo obtuvo su primer triunfo en el Congreso de Wimberg del Partido. Otro tanto acontece en Rusia. La “conciliación” con el federalismo del Bund en el Congreso de Estocolmo acabó en una completa bancarrota. El Bund hizo fracasar el compromiso establecido en Estocolmo. Al día siguiente del Congreso de Estocolmo, el Bund se convirtió en un obstáculo para la unión de los obreros de cada localidad en una organización única, que englobase a los obreros de todas las nacionalidades. Y el Bund prosiguió aplicando tenazmente su táctica separatista, a pesar de que, tanto en 1907 como en 1908, la socialdemocracia de Rusia exigió repetidas veces que fuese realizada por fin la unidad por la base entre los obreros de todas las nacionalidades. Habiendo comenzado por la autonomía nacional en el terreno de la organización, el Bund pasó de hecho a la federación, para acabar en la completa ruptura, en el separatismo. Y, rompiendo con la socialdemocracia de Rusia, llevó a las filas de ésta la confusión y la desorganización. Basta recordar aunque no sea más que el caso de Jagiello.

Por eso, la senda de la “conciliación” debe ser descartada como utópica y nociva.

Una de dos: o el federalismo del Bund, y entonces la socialdemocracia de Rusia se reorganiza sobre los principios del “deslindamiento” de los obreros por nacionalidades; o el tipo internacional de organización, y entonces el Bund se reorganiza sobre los principios de la autonomía territorial, según el modelo de la socialdemocracia caucasiana, letona y polaca, abriendo el camino a la unificación directa de los obreros judíos con los obreros de las demás nacionalidades de Rusia.

No hay término medio: los principios vencen, los principios no se “concilian”.

Tenemos, pues, el principio de la unión internacional de los obreros como punto indispensable para resolver la cuestión nacional.




Fuente: Stalin, El marxismo y la cuestión nacional, 1913.